Cincuenta días después de la muerte y resurrección de Jesucristo, la Iglesia celebra la fiesta de Pentecostés, la venida del Espíritu Santo, LA "INAUGURACIÓN" DE LA IGLESIA.
El texto de los Hechos de los Apóstoles nos explica lo que ocurrió en la comunidad de los discípulos del Señor después de su Resurrección.
Con elementos simbólicos de resonancia cósmica, SE DESCRIBE:
LA IRRUPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA,
EL COMIENZO DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO Y
EL COMIENZO DE LA ETAPA DEFINITIVA EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
El Espíritu IMPULSA A LA IGLESIA MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS GEOGRÁFICAS Y CULTURALES, MÁS ALLÁ DE LA ESTRECHA JUDEA, HASTA ABARCAR EL MUNDO ENTERO.
Espíritu de unidad y de amor, hace a los apóstoles eficaces mensajeros del evangelio de modo que todos lo entienden en su propia lengua.
Por su parte, el evangelio de Juan nos hacer ver el cambio que se produjo en la comunidad de los discípulos POR EL ENCUENTRO CON JESÚS RESUCITADO.
Después que murió en la cruz, el grupo de sus seguidores se disolvió, muchos huyeron y los pocos que quedaron, los Once, se encerraron con las puertas atrancadas por miedo a los judíos.
EL RESUCITADO SE LES HACE PRESENTE, ABRE LAS PUERTAS CERRADAS Y ALEJA DE ELLOS EL MIEDO Y LA DECEPCIÓN, DEVOLVIENDOLES LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA.
LA PAZ, LA ALEGRÍA Y EL PERDÓN son las notas características del encuentro con el Resucitado.
Al evocar la experiencia de los primeros cristianos, que se hacían entender por todos PORQUE HABLABAN MÁS SUS OBRAS Y EL TESTIMONIO DE SUS VIDAS QUE LAS PALABRAS.
SE NOS INVITA A SEGUIR HACIENDO CREÍBLE EL EVANGELIO:
CON LO QUE SOMOS Y CON LO QUE OBRAMOS,
CON NUESTRA UNIÓN Y SOLIDARIDAD DE MODO QUE TODOS PUEDAN ENTENDERNOS.
Necesitamos un nuevo Pentecostés, una nueva experiencia de reencuentro con Jesús, QUE NOS DEVUELVA EL ENTUSIASMO PROPIO DE LA FE Y DEL COMPROMISO CRISTIANO.
CRISTO SIGUE VIVIENTE EN SU IGLESIA DE MANERA PERSONAL Y EFECTIVA POR MEDIO DEL ESPÍRITU QUE ENVÍA SOBRE LOS APÓSTOLES Y QUE RECIBIMOS EN EL BAUTISMO.
CRISTO NO NOS HA DEJADO SOLOS, VUELVE A NOSOTROS, Y POR SU ESPÍRITU ESTABLECE UNA COMUNIÓN DE AMOR ENTRE EL PADRE Y TODOS NOSOTROS Y ÉL MISMO.
La comunidad de los apóstoles y de los primeros cristianos QUEDÓ TRANSFORMADA POR LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO.
TAMBIÉN NOSOTROS PODEMOS CREER EN NUESTRA PROPIA TRANSFORMACIÓN.
El Espíritu del Señor:
NOS HACE CAPACES DE LA CONSTANTE RENOVACIÓN Y REPARACIÓN,
CAMBIA NUESTRA MANERA DE PENSAR,
NOS DA DISPONIBILIDAD PARA LO QUE EL SEÑOR NOS QUIERA PEDIR,
NOS DISPONE A ENCONTRARNOS Y COMPRENDERNOS POR ENCIMA DE LAS DIFERENCIAS.
El Espíritu Santo procede de Dios, no es un concepto, ni una fórmula, SINO EL MISMO SER DIVINO QUE HA DADO LA EXISTENCIA A TODO CUANTO EXISTE Y CONDUCE LA HISTORIA HUMANA A SU PLENITUD.
Nosotros lo reconocemos en la fuerza interior que dinamiza al mundo, que no cesa de impulsarlo PARA QUE TODO CREZCA Y SE MULTIPLIQUE LA VIDA, QUE ALIENTA TODO EL DESPLIEGUE HISTÓRICO EN LA JUSTICIA Y LA PAZ.
La Biblia nos habla de Él como la Fuerza divina QUE HIZO A TANTOS HOMBRES Y MUJERES CAPACES DE GESTOS ASOMBROSOS Y DE VIDAS EXTRAORDINARIAS.
También nosotros hoy necesitamos una acción profunda del Espíritu en nuestra vida, QUE NOS MUEVA A CUMPLIR CON FIDELIDAD Y CORAJE NUESTRA VOCACIÓN Y MISIÓN.
Necesitamos que descienda sobre nosotros con la riqueza de aquellos dones que repartió a tantos de sus elegidos:
DON DE SABIDURÍA E INTELIGENCIA;
DE CONSEJO Y DE FUERZA Y
DE CONOCIMIENTO Y AMOR DE DIOS.
El Señor cuenta con nuestra colaboración para que su palabra llegue a todas partes.
Para ello nos da su Espíritu, QUE NO ES SOLAMENTE INTELIGENCIA Y FUERZA, SINO CONOCIMIENTO DE DIOS Y DE SUS CAMINOS.
Espíritu de discernimiento, que nos hace capaces de distinguir las divinas inspiraciones y las del mal espíritu para poder acertar en nuestras decisiones.
Debemos dejar que surja de nuestro interior aquel gemido inefable con que el mismo Espíritu ora e intercede por nosotros desde el fondo de nuestro ser para que sintamos realmente a Dios como Abbá, Padre.
Su acción sobre nosotros será una efusión generosa de Dios mismo en nuestra realidad.
ES ESPÍRITU DE HIJOS Y NO ESCLAVOS, ES EL QUE NOS HACE OBRAR POR AMOR, NO POR TEMOR NI POR LA SIMPLE OBLIGACIÓN DE LA LEY Y QUE, RESPETANDO NUESTRA LIBERTAD, NO DEJA DE INSPIRAR NUESTRAS BUENAS DECISIONES EN FAVOR DE LA JUSTICIA, LA VERDAD Y EL BIEN EN SU PLENITUD.
EL ESPÍRITU TODO LO PENETRA, TODO LO INSPIRA Y TODO LO ENSEÑA. ÉL NOS HACE CAPACES DE SOBRELLEVAR LO QUE CREEMOS NO PODER SOPORTAR.
EL ESPÍRITU DE JESÚS, ES CAPAZ DE TRANSFORMARNOS EN HOMBRES NUEVOS, CRIATURAS NUEVAS, COMO TRANSFORMÓ A LOS DÉBILES PESCADORES DE GALILEA EN LAS COLUMNAS DE LA IGLESIA Y EN LOS APÓSTOLES QUE DIERON CON EL HOLOCAUSTO DE LA VIDA EL SUPREMO TESTIMONIO DE SU AMOR POR CRISTO Y POR SUS HERMANOS.
QUE LA EUCARISTÍA SEA LA EFUSIÓN VIVIFICANTE Y SALGAMOS SIEMPRE CON CORAZONES NUEVOS, CON NUEVA SENSIBILIDAD, RECEPTIVOS DE LA VOZ DEL PADRE, FIELES A SU PALABRA.
“VEN, ESPÍRITU SANTO, LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES
Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR”.
El texto de los Hechos de los Apóstoles nos explica lo que ocurrió en la comunidad de los discípulos del Señor después de su Resurrección.
Con elementos simbólicos de resonancia cósmica, SE DESCRIBE:
LA IRRUPCIÓN DEL ESPÍRITU SANTO EN LA IGLESIA,
EL COMIENZO DE LA PREDICACIÓN DEL EVANGELIO Y
EL COMIENZO DE LA ETAPA DEFINITIVA EN LA HISTORIA DE LA SALVACIÓN.
El Espíritu IMPULSA A LA IGLESIA MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS GEOGRÁFICAS Y CULTURALES, MÁS ALLÁ DE LA ESTRECHA JUDEA, HASTA ABARCAR EL MUNDO ENTERO.
Espíritu de unidad y de amor, hace a los apóstoles eficaces mensajeros del evangelio de modo que todos lo entienden en su propia lengua.
Por su parte, el evangelio de Juan nos hacer ver el cambio que se produjo en la comunidad de los discípulos POR EL ENCUENTRO CON JESÚS RESUCITADO.
Después que murió en la cruz, el grupo de sus seguidores se disolvió, muchos huyeron y los pocos que quedaron, los Once, se encerraron con las puertas atrancadas por miedo a los judíos.
EL RESUCITADO SE LES HACE PRESENTE, ABRE LAS PUERTAS CERRADAS Y ALEJA DE ELLOS EL MIEDO Y LA DECEPCIÓN, DEVOLVIENDOLES LA ALEGRÍA Y LA ESPERANZA.
LA PAZ, LA ALEGRÍA Y EL PERDÓN son las notas características del encuentro con el Resucitado.
Al evocar la experiencia de los primeros cristianos, que se hacían entender por todos PORQUE HABLABAN MÁS SUS OBRAS Y EL TESTIMONIO DE SUS VIDAS QUE LAS PALABRAS.
SE NOS INVITA A SEGUIR HACIENDO CREÍBLE EL EVANGELIO:
CON LO QUE SOMOS Y CON LO QUE OBRAMOS,
CON NUESTRA UNIÓN Y SOLIDARIDAD DE MODO QUE TODOS PUEDAN ENTENDERNOS.
Necesitamos un nuevo Pentecostés, una nueva experiencia de reencuentro con Jesús, QUE NOS DEVUELVA EL ENTUSIASMO PROPIO DE LA FE Y DEL COMPROMISO CRISTIANO.
CRISTO SIGUE VIVIENTE EN SU IGLESIA DE MANERA PERSONAL Y EFECTIVA POR MEDIO DEL ESPÍRITU QUE ENVÍA SOBRE LOS APÓSTOLES Y QUE RECIBIMOS EN EL BAUTISMO.
CRISTO NO NOS HA DEJADO SOLOS, VUELVE A NOSOTROS, Y POR SU ESPÍRITU ESTABLECE UNA COMUNIÓN DE AMOR ENTRE EL PADRE Y TODOS NOSOTROS Y ÉL MISMO.
La comunidad de los apóstoles y de los primeros cristianos QUEDÓ TRANSFORMADA POR LA VENIDA DEL ESPÍRITU SANTO.
TAMBIÉN NOSOTROS PODEMOS CREER EN NUESTRA PROPIA TRANSFORMACIÓN.
El Espíritu del Señor:
NOS HACE CAPACES DE LA CONSTANTE RENOVACIÓN Y REPARACIÓN,
CAMBIA NUESTRA MANERA DE PENSAR,
NOS DA DISPONIBILIDAD PARA LO QUE EL SEÑOR NOS QUIERA PEDIR,
NOS DISPONE A ENCONTRARNOS Y COMPRENDERNOS POR ENCIMA DE LAS DIFERENCIAS.
El Espíritu Santo procede de Dios, no es un concepto, ni una fórmula, SINO EL MISMO SER DIVINO QUE HA DADO LA EXISTENCIA A TODO CUANTO EXISTE Y CONDUCE LA HISTORIA HUMANA A SU PLENITUD.
Nosotros lo reconocemos en la fuerza interior que dinamiza al mundo, que no cesa de impulsarlo PARA QUE TODO CREZCA Y SE MULTIPLIQUE LA VIDA, QUE ALIENTA TODO EL DESPLIEGUE HISTÓRICO EN LA JUSTICIA Y LA PAZ.
La Biblia nos habla de Él como la Fuerza divina QUE HIZO A TANTOS HOMBRES Y MUJERES CAPACES DE GESTOS ASOMBROSOS Y DE VIDAS EXTRAORDINARIAS.
También nosotros hoy necesitamos una acción profunda del Espíritu en nuestra vida, QUE NOS MUEVA A CUMPLIR CON FIDELIDAD Y CORAJE NUESTRA VOCACIÓN Y MISIÓN.
Necesitamos que descienda sobre nosotros con la riqueza de aquellos dones que repartió a tantos de sus elegidos:
DON DE SABIDURÍA E INTELIGENCIA;
DE CONSEJO Y DE FUERZA Y
DE CONOCIMIENTO Y AMOR DE DIOS.
El Señor cuenta con nuestra colaboración para que su palabra llegue a todas partes.
Para ello nos da su Espíritu, QUE NO ES SOLAMENTE INTELIGENCIA Y FUERZA, SINO CONOCIMIENTO DE DIOS Y DE SUS CAMINOS.
Espíritu de discernimiento, que nos hace capaces de distinguir las divinas inspiraciones y las del mal espíritu para poder acertar en nuestras decisiones.
Debemos dejar que surja de nuestro interior aquel gemido inefable con que el mismo Espíritu ora e intercede por nosotros desde el fondo de nuestro ser para que sintamos realmente a Dios como Abbá, Padre.
Su acción sobre nosotros será una efusión generosa de Dios mismo en nuestra realidad.
ES ESPÍRITU DE HIJOS Y NO ESCLAVOS, ES EL QUE NOS HACE OBRAR POR AMOR, NO POR TEMOR NI POR LA SIMPLE OBLIGACIÓN DE LA LEY Y QUE, RESPETANDO NUESTRA LIBERTAD, NO DEJA DE INSPIRAR NUESTRAS BUENAS DECISIONES EN FAVOR DE LA JUSTICIA, LA VERDAD Y EL BIEN EN SU PLENITUD.
EL ESPÍRITU TODO LO PENETRA, TODO LO INSPIRA Y TODO LO ENSEÑA. ÉL NOS HACE CAPACES DE SOBRELLEVAR LO QUE CREEMOS NO PODER SOPORTAR.
EL ESPÍRITU DE JESÚS, ES CAPAZ DE TRANSFORMARNOS EN HOMBRES NUEVOS, CRIATURAS NUEVAS, COMO TRANSFORMÓ A LOS DÉBILES PESCADORES DE GALILEA EN LAS COLUMNAS DE LA IGLESIA Y EN LOS APÓSTOLES QUE DIERON CON EL HOLOCAUSTO DE LA VIDA EL SUPREMO TESTIMONIO DE SU AMOR POR CRISTO Y POR SUS HERMANOS.
QUE LA EUCARISTÍA SEA LA EFUSIÓN VIVIFICANTE Y SALGAMOS SIEMPRE CON CORAZONES NUEVOS, CON NUEVA SENSIBILIDAD, RECEPTIVOS DE LA VOZ DEL PADRE, FIELES A SU PALABRA.
“VEN, ESPÍRITU SANTO, LLENA LOS CORAZONES DE TUS FIELES
Y ENCIENDE EN ELLOS EL FUEGO DE TU AMOR”.
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