MARCO TEOLOGICO-PASTORAL DE
LA
PARROQUIA-JESUITA
El Concilio
Vaticano II, bajo la guía del Espíritu, nos orienta para poner al día el ser de
la iglesia y su misión en el mundo de hoy.
Nunca en la
historia de la Iglesia, un Concilio Ecuménico había trabajado tanto el tema
eclesiológico.
Esta
comprensión fundamental del Concilio, recupera el sentido comunitario y
misionero de la Iglesia.
Por ello,
la Iglesia se comprende y expresa como Iglesia comunión.
Es ella,
comunión de carismas.
Es ella
comunidad que nace de la obediencia al Evangelio.
En esta
orientación el Magisterio reciente ha venido profundizado teológicamente en las
estructuras (niveles) eclesiales fundamentales: FAMILIA CRISTIANA, PEQUEÑAS COMUNIDADES ECLESIALES, PARROQUIA, IGLESIA
LOCAL, SUPERANDO AMPLIAMENTE LAS MERAS DESCRIPCIONES SOCIOLÓGICAS O
ADMINISTRATIVAS DE LAS MISMAS.
Así, se nos
enseña QUE LA FAMILIA ES “IGLESIA
DOMÉSTICA”, PRIMERA COMUNIDAD EVANGELIZADORA (LG,11; SA,64), LA CÉLULA
PRIMERA Y VITAL DE LA SOCIEDAD.
Los
esposos, para cumplir su misión, son bendecidos y fortalecidos con el
sacramento del matrimonio, pues “DEBEN
SER PARA SUS HIJOS LOS PRIMEROS PREDICADORES DE LA FE, MEDIANTE LA PALABRA Y
EL EJEMPLO”.
Sobre la estructura y nivel eclesial de LA PEQUEÑA COMUNIDAD ECLESIAL, que
recoge la paradigmática experiencia de las primeras comunidades, se nos enseña
que “ELLA ES CÉLULA INICIAL DE
ESTRUCTURACIÓN ECLESIAL Y FOCO DE EVANGELIZACIÓN”.
Las
pequeñas comunidades de base, “SON UN
SIGNO DE VITALIDAD EN LA IGLESIA, INSTRUMENTO DE FORMACIÓN Y DE EVANGELIZACIÓN,
UN PUNTO DE PARTIDA VÁLIDO PARA UNA NUEVA SOCIEDAD FUNDADA SOBRE LA
CIVILIZACIÓN DEL AMOR”.
Así pues, SON ESTAS PEQUEÑAS COMUNIDADES EXCELENTES
ESCUELAS DE FE Y MANANTIALES DE FRATERNIDAD Y SOLIDARIDAD, ALTERNATIVA DE LA
SOCIEDAD CAPITALISTA FUNDADA EN EL EGOÍSMO.
En la
actual estructura de la Iglesia, el Concilio Vaticano II IDENTIFICA LA DIÓCESIS COMO IGLESIA LOCAL, PORCIÓN DEL PUEBLO DE DIOS,
Y EN ELLA A LAS PARROQUIAS, COMO CÉLULAS VIVAS DE LA MISMA.
La
Parroquia es una estructura y nivel de Iglesia, encarnación de ésta y su misión
en un contexto, lugar y grupo humano determinado.
La
parroquia es un lugar privilegiado en que los fieles tienen una experiencia
concreta de la Iglesia.
En la
comunidad parroquial se encarna el ser y quehacer de la Iglesia: es decir, la
comunión (koinonía) y la misión (Diakonía); y esta misión EN SU TRIPLE DIMENSIÓN: REAL, PROFÉTICA Y
SACERDOTAL.
Así pues,
“la parroquia, comunión orgánica y misionera, es una red de comunidades”,
sacramento de fraternidad.
El primer servicio
diakonal, se da ordinariamente en la misma comunidad, por medio de diversos
ministerios que responden a la expresión
“Iglesia comunión” que adquiere especial relevancia, desde el sínodo
extraordinario del año 1985, que la asume con especial fuerza.
En la
óptica de la Iglesia comunión, se comprenden y trabajan el concilio de los
laicos y de la vida religiosa.
Así, la
Iglesia, Pueblo de Dios, VIVE EN ELLA LA
COMUNIÓN DEL CARISMA DE LA VIDA RELIGIOSA Y LOS MINISTERIOS DEL SACRAMENTO DEL
ORDEN.
Es ella, comunión
de carismas. Por ello, una Iglesia local sin presencia de Vida Religiosa, queda
incompleta y no vive la riqueza eclesial que le es debida.
Según el
antiguo Código de Derecho Canónico, la parroquia era definida simplemente como
“un territorio delimitado, un pueblo concreto, un templo particular y un pastor
propio”.
Lugar de
servicios religiosos, necesidades sentidas de la comunidad, y con particular
atención a los enfermos y marginados que hacen tangible la opción del Señor mismo
por los pobres.
La Iglesia
manifiesta y encarna, en cada Iglesia local, LA MISIÓN DEL SEÑOR, EL EVANGELIO DEL REINO.
“Las
Iglesias particulares TIENEN COMO MISIÓN
PROLONGAR PARA LAS DIVERSAS COMUNIDADES LA PRESENCIA Y ACCIÓN EVANGELIZADORA DE
CRISTO...La Iglesia particular ESTÁ
LLAMADA A VIVIR EL DINAMISMO DE COMUNIÓN-MISIÓN, PUES LA COMUNIÓN Y LA
MISIÓN ESTÁN PROFUNDAMENTE UNIDAS ENTRE SÍ...HASTA TAL PUNTO QUE LA
COMUNIÓN REPRESENTA A LA VEZ LA FUENTE Y EL FRUTO DE LA MISIÓN”.
El hecho de
estar presidida por un obispo, que la congrega por el Evangelio y la
Eucaristía, en el Espíritu Santo, HACE
QUE UNA PORCIÓN DEL PUEBLO DE DIOS CONSTITUYA UNA IGLESIA PARTICULAR, EN LA QUE
SE ENCUENTRA Y OPERA VERDADERAMENTE LA IGLESIA DE CRISTO, QUE ES UNA, SANTA,
CATÓLICA Y APOSTÓLICA”.
Además del servicio a la comunión interna de
la Iglesia local, cabe al obispo ejercer el oficio DE REPRESENTAR LA UNIDAD DE SU IGLESIA junto a las otras Iglesias
locales PARA MANIFESTAR EL VÍNCULO DE
COMUNIÓN QUE LAS UNE ENTRE SÍ Y CON LA IGLESIA DE ROMA, la cual “la preside
en la caridad”(Ignacio de Antioquía).
La Iglesia
Local no es “una parte” o sector de la Iglesia Universal, SINO QUE EN ELLA, EN GERMEN, ESTÁ TODA LA IGLESIA.
Si en cada Iglesia
Local está toda la Iglesia entonces la intercomunión eclesial, la catolicidad,
es esencial a su vida.
La Iglesia
universal no es una federación de “Iglesias”, ni ha existido anteriormente, ni ha
estado fuera de las Iglesias locales.
Y
viceversa, una Iglesia local fuera de la comunión de las otras Iglesias ya no
sería Iglesia, PORQUE LOS DONES DEL
ESPÍRITU SÓLO SE ENCUENTRAN EN EL CONJUNTO DE LAS IGLESIAS LOCALES.
En la
Iglesia actual, por las orientaciones del Concilio Vaticano II, del magisterio
pontificio y del episcopado latinoamericano, las parroquias SON LLAMADAS A VIVIR EL MODELO ECLESIAL
“PUEBLO DE DIOS”, MÁS BÍBLICO Y CARGADO DE TRADICIÓN, Y EN CONSECUECIA NUEVO MODELO DE PARROQUIA.
Para llevar
adelante el encargo recibido del Señor, de llevar a todo el mundo el Evangelio
del Reino de Dios (Mt 28,16-20), la Iglesia desde sus orígenes, COMO NOS NARRA EL LIBRO DE LOS HECHOS DE
LOS APÓSTOLES, HA TRATADO DE VIVIRLO, GUIADA POR EL ESPÍRITU SANTO, EN:
LA KOINONÍA (COMUNIÓN FRATERNA),
Y DIFUNDIRLO POR MEDIO DEL KERIGMA (ANUNCIO MISIONERO),
LA DIAKONÍA (DIVERSOS SERVICIOS Y MINISTERIOS),
Y LA LEITURGÍA (LA CELEBRACIÓN Y ALIMENTACIÓN DE LA VIDA CRISTIANA).
Son
dimensiones DE LA MISMA Y ÚNICA VIDA Y
MISIÓN DE TESTIMONIAR Y COMUNICAR EL REINO DE DIOS, las cuales no se deben
disociar, SI SE QUIERE UNA ACCIÓN
EVANGELIZADORA INTEGRAL.
El Vaticano
II destacó esta comprensión del ser y quehacer de la Iglesia, al asumir su ser
comunitario (koinonía), en la óptica del Pueblo de Dios.
Así mismo, PUSO DE RELIEVE SU MISIÓN, en la
óptica, de una profunda tradición bíblica, de la triple dimensión: REAL, PROFÉTICA Y SACERDOTAL.
Por lo
tanto, la Iglesia local y cada Comunidad Parroquial, viven e impulsan su única
misión comprendida y expresada bajo estas ópticas y dimensiones: PUEBLO DE DIOS, ORGANIZADO EN COMUNIDADES
FRATERNAS:
KOINONÍA, EL CUAL CONJUGA EN SU ÚNICA MISION EVANGELIZADORA LAS ÓPTICAS Y
DIMENSIONES COMO:
PASTORAL,
KERIGMA, MISIONERAS Y PROFÉTICAS,
DIAKONÍA, SOLIDARIAS Y SACERDOTALES
Y
LA LEITURGÍA-----LITÚRGICAS.
Los jesuitas,
en este dinamismo del Espíritu, con humildad y fervorosa pasión, nos
empeñaremos en renovar las parroquias que la Iglesia nos ha confiado.
EL VATICANO II RECUPERA EL SENTIDO, DE HONDAS RAÍCES EN LA PATRÍSTICA DE
ORIENTE Y OCCIDENTE, DEL “COLEGIO” (COLEGIALIDAD) QUE CONFORMAN LOS OBISPOS,
COMO SUCESORES DE LOS APÓSTOLES.
SÓLO LA
COMUNIÓN ECLESIAL ENTRE IGLESIAS LOCALES NOS PERMITE HABLAR DE LA “ÚNICA
IGLESIA DE CRISTO”.
Esta
comunión es la que da pie a la Colegialidad Episcopal y al Primado de Pedro.
“PARROQUIA JESUITA”: COMUNIDAD DE
COMUNIDADES DE FE, FRATERNAS, MISIONERAS, SOLIDARIAS, Y LITÚRGICAS.
FIDELIDAD CREATIVA A LA MISION, EN LA PASTORAL PARROQUIAL ACTUAL.