viernes, 18 de noviembre de 2016

¿ACUMULAMOS BIENES ÚNICAMENTE PARA EL PROPIO PROVECHO DE MANERA EGOÍSTA E INJUSTA?

¿ACUMULAMOS BIENES ÚNICAMENTE PARA EL PROPIO PROVECHO DE MANERA EGOÍSTA E INJUSTA?


LC 16,1-13
Homilía del padre Carlos Cardó SJ.

La parábola DEL ADMINISTRADOR SAGAZ, desconcierta, parece oscura: se podría pensar que Jesús alaba la actuación de un empleado que, al haber perdido su puesto de trabajo por su mala administración, busca quien lo proteja cuando se quede en la calle, pero lo hace en una forma que podría parecer nada aconsejable desde el punto de vista ético.

Hay que decir, como en todas las parábolas, QUE SE ENTIENDE CUANDO SE DISTINGUE SU CONTENIDO CENTRAL Y EL SENTIDO QUE JESÚS (y la comunidad de Lucas) PRETENDIÓ DAR A SUS PALABRAS.

Se acusa al administrador de malgastar los bienes de su patrón.
Pero no se dice, en concreto, si esta mala administración es por negligencia, por estafa, o por imprudencia. 

Por eso algunos comentaristas suponen que ha sido un «desaprensivo»: HA ACTUADO SIN ATENERSE A LAS REGLAS O SIN TENER EN CUENTA LOS DERECHOS DE LOS DEMÁS.
El hecho es que el administrador no se defiende ni ruega al propietario que lo perdone y lo mantenga en su puesto (cf. Mt 18,26).

Se sabe que en la Palestina del tiempo de Jesús, y en general en Medio Oriente, era común que un terrateniente residiera en otra región y que encomendara a un administrador la gerencia de sus propiedades.

El administrador debía ser un hombre competente y de confianza porque representaba al propietario y podía realizar toda clase de transacciones, como alquilar tierras, dar créditos avalados por las cosechas, fijar los intereses y aun liquidar deudas.

Se sabe también que el administrador recibía una comisión por los préstamos que hacía y que en el recibo o aval fiduciario que entregaba al deudor figuraba su comisión junto con la cuantía del préstamo y con los intereses. Esa práctica era habitual en el antiguo Medio Oriente.

¿Por qué alaba el propietario al administrador?
Es obvio que no podía aprobar una falsificación de cuentas realizada por su propio gerente, lo cual además implicaba una violación directa de la Ley judía.
Lo que el dueño elogia es la sagacidad de su administrador, que, para congraciarse con los deudores les hace escribir un nuevo «recibo» (poniendo en vez de cien barriles de aceite el valor de cincuenta y en vez de cien sacos de trigo sólo ochenta), eliminando así la comisión que solía cobrar y probablemente también los intereses, que él mismo fijaba.
Sólo así su conducta mereció la alabanza de su jefe.
De modo que la parábola no aprueba ningún tipo de irregularidad administrativa ni menos la estafa por falsificación de cuentas, sino LA PERSPICACIA CON QUE SUPO ACTUAR EL GERENTE, RENUNCIANDO INCLUSO A LO QUE ERA SUYO, PARA TENER QUIEN LE AYUDE AL SER DESPEDIDO DE SU TRABAJO.

La aplicación de la parábola es clara: frente a las exigencias del Reino de Dios, EL CRISTIANO NO PUEDE ACTUAR IRREFLEXIVAMENTE, SINO QUE TIENE QUE CALCULAR BIEN LAS CONSECUENCIAS QUE LE PUEDE ACARREAR LA VIDA QUE ESTÁ LLEVANDO, Y ESTAR DISPUESTO INCLUSO A RENUNCIAR, SI ES PRECISO, A SUS POSESIONES MATERIALES.

«Los hijos de este mundo son más sagaces que los hijos de la luz», dice Jesús.
AQUELLOS PERSIGUEN OBJETIVOS BAJOS Y RASTREROS; LOS CRISTIANOS TENDEMOS A UNA META MUCHO MÁS ELEVADA: EL REINO, SU JUSTICIA, LA SALVACIÓN; PERO CON FRECUENCIA NO PONEMOS TODOS LOS MEDIOS ADECUADOS PARA ELLO.

El poner los medios adecuados tiene especial importancia en lo referente a la administración los bienes materiales: desde el punto de vista evangélico SON DONES RECIBIDOS, QUE SE HAN DE DISTRIBUIR Y NO ACUMULAR ÚNICAMENTE PARA EL PROPIO PROVECHO, PORQUE ESO ES EGOÍSMO E INJUSTICIA.

El mundo no se rige con criterios así.
Lucas, el evangelista de los pobres, lo sabe y observa, además, que quienes oyeron esta enseñanza la rechazaron: «estaban oyendo estas cosas unos fariseos, amantes de las riquezas, y se burlaban de él» (v.14). No entendieron el mensaje de Jesús.

LOS QUE SIGUEN AL MUNDO TIENEN COMO ÚNICO INTERÉS EL PROPIO LUCRO, Y LA PROPIA SATISFACCIÓN.

LOS QUE SIGUEN A CRISTO HAN DE PROCEDER CON OTROS CRITERIOS.

«Gánense amigos con los bienes de este mundo», prosigue Jesús. Nos quiere decir: administren bien sus bienes para ganarse amigos.

Los bienes y, más concretamente, el dinero, SON MEDIOS QUE SE HAN DE UTILIZAR PARA FINES BUENOS Y MIRANDO SIEMPRE AL BIEN COMÚN.

CUANDO EL DINERO SE CONVIERTE EN UN FIN EN SÍ MISMO Y SE VUELVE LO MÁS IMPORTANTE EN LA VIDA, EL CORAZÓN DE LA PERSONA SE LLENA DE AMBICIÓN Y ACABA HACIÉNDOSE ESCLAVO DE SUS BIENES.

Por eso es tan categórico Jesús: «no se puede servir a Dios y al dinero».
En otras palabras, hay que usar bien la riqueza para ayudar a los pobres; hay que ganarse su amistad compartiendo con ellos los bienes.


Quien obra así, verá que ellos serán sus amigos Y, A LA HORA DE LA MUERTE, CUANDO EL DINERO YA NO LE SIRVA PARA NADA, ELLOS LO ACOGERÁN EN LA CASA DEL PADRE.

¿VIVIMOS DEDICADOS A NUESTROS PLACERES, A VESTIR LUJOSAMENTE Y A COMER DELICIOSAMENTE CON NUESTROS AMIGOS, SIENDO INCAPACES DE ADVERTIR LA NECESIDAD DEL POBRE QUE ESTÁ A NUESTRO LADO?

¿VIVIMOS DEDICADOS A NUESTROS PLACERES, A VESTIR LUJOSAMENTE  Y A COMER DELICIOSAMENTE CON NUESTROS AMIGOS, SIENDO INCAPACES DE ADVERTIR LA NECESIDAD DEL POBRE QUE ESTÁ A NUESTRO LADO?

LC 16, 19-31
HOMILÍA DEL PADRE CARLOS CARDÓ SJ.

Despilfarrar el dinero, sin pensar en el bien común y en contribuir a remediar las necesidades de los prójimos, es obrar de manera egoísta e injusta.

Así procedía el rico de la parábola EL RICO EPULÓN, que banqueteaba espléndidamente, sin importarle la suerte del pobre que estaba a su lado.

Llega el día en que ambos personajes se encuentran ante la realidad ineludible de la muerte, y sus destinos cambian radicalmente:
EL POBRE ES LLEVADO AL “SENO DE ABRAHAM”, EL CIELO, MIENTRAS EL RICO VA A CAER EN EL INFIERNO, QUE LA IMAGINACIÓN JUDÍA DESCRIBÍA COMO UN LUGAR DE LLAMAS Y TORMENTOS.

Conviene entender bien la parábola. Su mensaje NO ES QUE LOS POBRES QUE SUFREN EN ESTE MUNDO TENDRÁN DESPUÉS SUS GOZOS EN EL CIELO; lo que se subraya no es la suerte del pobre, sino la condena del rico.
Por otra parte, la parábola no presenta a los dos personajes desde un punto de vista moralista.
No dice que el rico haya sido un inmoral, ni que el pobre fuera un creyente piadoso.
No cabe, pues, la conclusión maniquea
(Doctrina religiosa que se basa en la existencia de dos principios contrarios y eternos que luchan entre sí, el bien y elmal; fue fundada por el filósofo persa Manes en el s. iii y hostigada en todo el Imperio romano) de que los ricos por ser ricos son malos y los pobres por ser pobres son buenos.

La razón precisa por la que el rico de la parábola echa a perder su vida ES POR HABERSE MOSTRADO INDIFERENTE A LA NECESIDAD DE UN POBRE QUE ESTABA TENDIDO JUNTO A LA PUERTA DE SU CASA.

Lo que se condena, por tanto, NO ES LA RIQUEZA EN SÍ MISMA, SINO LA FORMA EGOÍSTA EN QUE SE LA UTILIZÓ.


Y en esto la parábola insiste gráficamente, detallando el modo de proceder del rico, que LO CONDUCE A LA PERDICIÓN:
DEDICADO A SUS PLACERES, A VESTIR LUJOSAMENTE  Y A COMER DELICIOSAMENTE CON SUS AMIGOS, SE HA HECHO INCAPAZ DE ADVERTIR LA NECESIDAD DEL POBRE QUE ESTÁ A SU LADO.

Olvida, por tanto, el mandamiento principal de la ley: EL AMOR AL PRÓJIMO.

Y es precisamente en esta dirección, en la que el evangelista saca de la parábola de Jesús la enseñanza debida.

El rico llama a Abraham “padre” (v. 24.27.30), lo cual hace suponer que era un hebreo creyente.
Pero ser miembro del pueblo elegido no basta para alcanzar la salvación.
El rico pide a Abraham que el pobre Lázaro venga a mojarle con agua para refrescarlo.
La respuesta de Abraham es tajante. La comunicación era posible en la tierra, ahora ya no.

 EL MOMENTO PARA LA GENEROSIDAD Y LA SOLIDARIDAD CON LOS POBRES ES EL HOY DE CADA DÍA.

El rico pide luego que Lázaro vaya a casa de su padre a advertir a “sus cinco hermanos” para que no caigan también ellos en ese lugar de tormento.
Pero esos “cinco hermanos”, ricos como él, eran el círculo cerrado en que había vivido y por eso nunca trató al pobre  como un “hermano”.

SU RIQUEZA LE IMPIDIÓ COMPRENDER QUE TODOS LOS SERES HUMANOS, SOBRE TODO LOS MÁS POBRES COMO LÁZARO, ERAN SUS HERMANOS.

Además, no se puede llamar padre a Abraham SI NO SE TRATA COMO HERMANO AL POBRE QUE ESTÁ A LA PUERTA DE CASA.

La respuesta de Abraham es clara: “Tienen a Moisés y a los profetas, que los escuchen” (v. 29). Es el único camino a seguir.
No se trata de cosas extraordinarias, como ver a un muerto, sino de escuchar la palabra de Dios.

De la parábola se desprende, además, una enseñanza importante: que LAS DECISIONES Y OPCIONES QUE TOMEMOS AQUÍ EN LA TIERRA, VAN CONFORMANDO UNA UNIDAD Y TIENEN SUS REPERCUSIONES DESPUÉS DE LA MUERTE.

Con nuestras decisiones vamos dando unidad y sentido a nuestra vida personal.
El rico de la parábola decide llevar un estilo de vida, que lo lleva a tratar a los demás de una manera determinada.
Su persona queda marcada por su estilo de vida y eso le trae consecuencias que van más allá de la muerte, PORQUE LA PERSONA ES UNA UNIDAD, ANTES Y DESPUÉS DE LA MUERTE.

Para el creyente, la dirección y el sentido de la vida SE ENCUENTRA EN LA ESCUCHA Y PUESTA EN PRÁCTICA DE LA PALABRA DE DIOS, EN LA ASIMILACIÓN Y PUESTA EN PRÁCTICA DE LOS VALORES DEL EVANGELIO.

NO QUERER SABER NADA DE ESA PALABRA Y VIVIR EN CONTRADICCIÓN CON ESOS VALORES, COMO HACE EL RICO DE LA PARÁBOLA, ES ECHAR A PERDER LA VIDA.

Dice un autor: «La persona que, olvidada de sí puede entregarse, ESTA PERSONA ES POBRE EN ESPÍRITU Y ES HUMANA POR ANTONOMASIA.

Porque "ESTAR PREOCUPADO POR SÍ MISMO ES DESTRUIRSE, OLVIDARSE DE SÍ MISMO EN ESTE MUNDO ES CONSERVARSE PARA UNA VIDA DEFINITIVA" (Jn 12,25).

DARSE, GASTARSE, SER POBRE SIGNIFICA BÍBLICA Y TEOLÓGICAMENTE VIVIR DE DIOS Y PARA DIOS; SIGNIFICA CIELO.

EN CAMBIO, QUEDARSE EN SÍ, SERVIRSE Y GUARDARSE PARA SÍ MISMO SIGNIFICA EL INFIERNO.


Al final, el hombre desesperado reconoce que EL TABERNÁCULO DE SU PROPIO YO, al que ha adorado durante toda su vida, está vacío y sin promesa, ya que la persona sólo puede encontrarse a sí misma, HUMANIZARSE, A TRAVÉS DE LA POBREZA DE UN CORAZÓN ENTREGADO A DIOS» (Johannes B. Metz).