EL HOMBRE LIMITADO EN SU ENTENDIMIENTO,
CREE QUE DOMINAR LA TIERRA SIGNIFICA APODERARSE Y APROVECHARSE DE ELLA,
OLVIDÁNDOSE DEL AMOR CON EL CUAL DEBE TRATARLA.
CÁRITAS
Cuando el
hombre, con su desobediencia, rompe su amistad con Dios (cf. Gen 3,1-24)
apartándose de su Plan de Salvación y anteponiendo su propia voluntad, de
manera tal que COMIENZA A ENTENDER EL
DOMINEN LA TIERRA COMO EL APODERARSE DE ELLA EN PROVECHO PROPIO.
“Desobedecer a
Dios SIGNIFICA APARTARSE DE SU MIRADA DE
AMOR Y QUERER ADMINISTRAR POR CUENTA PROPIA LA EXISTENCIA Y EL ACTUAR EN EL
MUNDO.
La ruptura de
la relación de comunión con Dios PROVOCA:
LA RUPTURA DE LA UNIDAD INTERIOR DE LA PERSONA
HUMANA,
DE LA RELACIÓN INTERIOR DEL HOMBRE Y LA MUJER Y
DE LA RELACIÓN ARMONIOSA ENTRE LOS HOMBRES Y LAS
DEMÁS CRIATURAS.
De modo que en
esta ruptura originaria DEBE BUSCARSE LA
RAÍZ MÁS PROFUNDA DE TODOS LOS MALES QUE ATACAN LAS RELACIONES SOCIALES ENTRE
LAS PERSONAS HUMANAS, DE TODAS LAS SITUACIONES QUE EN LA VIDA ECONÓMICA Y
POLÍTICA ATENTAN:
CONTRA LA DIGNIDAD DE LA PERSONA,
CONTRA LA JUSTICIA Y
CONTRA LA SOLIDARIDAD”.
Sin embargo,
Dios en un acto de misericordia, a través de Abraham, elige un pueblo PARA ESTABLECER UNA ALIANZA QUE LLEVE AL
SER HUMANO A RESTABLECER LA UNIDAD PERDIDA.
DIOS INICIA UN NUEVO PROYECTO DE RECREACIÓN
HUMANA, MANIFESTÁNDOSE COMO SALVADOR EN LOS ACONTECIMIENTOS DE LA HISTORIA
CONCRETA DE LOS PUEBLOS.
De esta
manera, LA FE DE ISRAEL SE EXPRESA COMO
UNA COMPRENSIÓN E INTERPRETACIÓN HISTÓRICA DE LA ACCIÓN DE DIOS, QUE ESTÁ
PRESENTE, ACTÚA Y DIRIGE LOS SUCESOS.
En el libro
del Éxodo, cuando el pueblo traiciona nuevamente la Alianza, el Señor dirige a
Moisés estas palabras: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y
he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus
sufrimientos.
He bajado para
librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra
buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8).
La cercanía
gratuita de Dios se manifiesta en la liberación de la esclavitud y en la
promesa, que se convierte en acción histórica, de la que se origina el proceso
de identificación colectiva del pueblo del Señor, a través de la conquista de
la libertad y de la tierra que Dios le otorga.
Cuando el
Pueblo se aparta igualmente de esta promesa y traiciona esta nueva Alianza, DIOS ENVIARÁ A LOS PROFETAS QUE DENUNCIARÁN
TODO AQUELLO QUE SE OPONE A LA REALIZACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS, Y ANUNCIARÁN QUE
EN EL CAMBIO DEL CORAZÓN ESTÁ LA SALVACIÓN.
“LES DARÉ UN CORAZÓN NUEVO Y PONDRÉ EN USTEDES UN
ESPÍRITU NUEVO: LES ARRANCARÉ DE SU CUERPO EL CORAZÓN DE PIEDRA Y LES DARÉ
UN CORAZÓN DE CARNE.
Infundiré mi
espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen
mis leyes.
Ustedes
habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y
yo seré su Dios” (Ez 36,26-28).
Por otra
parte, este amor a los pobres y la primacía de la justicia sobre el culto
encontraron amplio eco en el resto de la Biblia tras esta época profética,
sobre todo en el mensaje evangélico (Mt 5,3.23-24; Lc 4,18; 6,20; Stgo 2,5-7).
Cuando llega la plenitud de los tiempos y Dios se revela a Sí mismo en
el Hijo, el Rostro de Dios, manifestado progresivamente en la historia de
Israel, RESPLANDECE PLENAMENTE EN EL
ROSTRO DE JESUCRISTO CRUCIFICADO Y RESUCITADO.
El amor gratuito de Dios por la humanidad se revela, ante todo, como
amor que tiene como origen al Padre, de quien todo proviene; como comunicación
gratuita que el Hijo hace de este amor, volviéndose a entregar al Padre y
entregándose a los hombres; como fecundidad siempre nueva del amor divino que
el Espíritu Santo infunde en el corazón de los hombres (cf. Rom 5,5).
En este mismo sentido, el Papa, en su encíclica Caritas in veritate, DENUNCIA UNA “VISIÓN DE LA EXISTENCIA QUE
ANTEPONE A TODO LA PRODUCTIVIDAD Y LA UTILIDAD” e invita a considerar “la
sorprendente experiencia del don”, pues “el ser humano está hecho para el don”.
Explica el Santo Padre cómo el desarrollo, si quiere ser auténticamente
humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad, señalando la necesidad
de personas abiertas al don recíproco.
En Jesucristo tiene cumplimiento todo el designio del amor de Dios por
el hombre cuando Él, asumiendo las consecuencias de nuestros pecados, SE OFRECE A SÍ MISMO COMO VÍCTIMA INOCENTE
DE EXPIACIÓN CON EL SACRIFICIO DE SU VIDA, CRUENTO Y OBLATIVO EN LA CRUZ,
INCRUENTO Y PROPICIATORIO EN LA EUCARISTÍA.
Todo cristiano -especialmente nosotros, agentes de la caridad–, para
configurarse verdaderamente con el Maestro, “necesita asumir la centralidad del
mandamiento del amor, que Él quiso llamar suyo y nuevo: «Ámense los unos a los
otros, como yo los he amado» (Jn 15,12).
Este amor, con la medida de Jesús, de total don de sí, es distintivo de
cada cristiano y característica de la Iglesia, comunidad discípula de Cristo,
cuyo testimonio de caridad fraterna será el primero y principal anuncio:
«reconocerán todos que son discípulos míos» (Jn 13, 35)”.
Es oportuno mencionar aquí a María, primera y ejemplar discípula, fi
gura y modelo de la Iglesia, recordando que, desde los días de la primera
evangelización y en todas partes de nuestro continente americano, “el Evangelio
ha sido anunciado presentando a la Virgen María como su realización más alta.
Desde los orígenes –en su advocación de Guadalupe- María constituyó el
gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de
Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión, a imagen de la
Iglesia -expresión “…del Dios que tiene un rostro humano”-no puede replegarse o
vivir encerrada en sí misma, en sus cosas, al margen de un mundo al que ha de
evangelizar y al que tiene que servir.
Tres textos de Aparecida ilustran bien este tema:
(I)
“Se trata de confirmar,
renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia
desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite
discípulos y misioneros.
Ello no depende tanto de
grandes programas y estructuras, SINO DE
HOMBRES Y MUJERES NUEVOS QUE ENCARNEN DICHA TRADICIÓN Y NOVEDAD, COMO
DISCÍPULOS DE JESUCRISTO Y MISIONEROS DE SU REINO”.
(II)
“A todos nos toca recomenzar
desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión
ética o una gran idea, SINO POR EL
ENCUENTRO CON UN ACONTECIMIENTO, CON UNA PERSONA”
(III)
“Aquí está el reto
fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia PARA PROMOVER Y FORMAR DISCÍPULOS Y
MISIONEROS que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier el
don del encuentro con Jesucristo”.
La encíclica Deus caritas
est señala igualmente que el amor necesita organización, lo cual nos lleva al
tema de la pastoral social como compromiso organizado.
“LA IGLESIA
NUNCA PUEDE SENTIRSE DISPENSADA DEL EJERCICIO DE LA CARIDAD COMO ACTIVIDAD
ORGANIZADA DE LOS CREYENTES y, por otro lado, nunca
habrá situaciones en las que no haga falta la caridad, PORQUE EL HOMBRE, MÁS ALLÁ DE LA JUSTICIA, TIENE Y TENDRÁ SIEMPRE
NECESIDAD DE AMOR”.
En nuestros días, “la doctrina social, que
propone una serie de principios PARA LA
REFLEXIÓN, CRITERIOS PARA EL JUICIO Y DIRECTRICES PARA LA ACCIÓN, ESTÁ ENFOCADA
EN PRIMER LUGAR A LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.
Es esencial que los fieles
interesados en la promoción humana tengan un conocimiento firme de este valioso
conjunto de enseñanzas y lo hagan parte integrante de su misión evangelizadora
[...] Los líderes cristianos en la Iglesia y en la sociedad, Y ESPECIALMENTE HOMBRES Y MUJERES LAICOS
CON RESPONSABILIDADES EN LA VIDA PÚBLICA, NECESITAN ESTAR CORRECTAMENTE
INSTRUIDOS EN ESTA ENSEÑANZA PARA QUE PUEDAN INSPIRAR Y VIVIFICAR LA SOCIEDAD
CIVIL Y SUS ESTRUCTURAS CON LA LEVADURA DEL EVANGELIO”.
La doctrina social desde su
dimensión profética, REALIZA UNA TAREA
DE ANUNCIO Y DENUNCIA:
Anuncio de lo que la Iglesia
posee como propio: –una visión global del hombre y de la humanidad Y
DENUNCIA “DE LOS PECADOS SOCIALES QUE CLAMAN AL CIELO, PORQUE GENERAN
VIOLENCIA, ROMPEN LA PAZ Y LA ARMONÍA ENTRE LAS COMUNIDADES DE UNA MISMA
NACIÓN, ENTRE LAS NACIONES Y ENTRE LAS DIVERSAS PARTES DEL CONTINENTE.
Entre esos pecados se deben
recordar:
El comercio de drogas,
El lavado de las ganancias ilícitas,
La corrupción en cualquier ambiente,
El terror de la violencia,
El armamentismo,
La discriminación racial,
Las desigualdades entre los grupos sociales,
La irrazonable destrucción de la naturaleza. […]
La mejor respuesta, desde el
Evangelio, a esta dramática situación es LA
PROMOCIÓN DE LA SOLIDARIDAD Y DE LA PAZ, QUE HAGAN EFECTIVAMENTE REALIDAD LA
JUSTICIA”.
Caritas in veritate nos
propone una idea novedosa cuando analiza la situación económica actual y su
relación con la pobreza: “NO SE TRATA
SÓLO DE REMEDIAR EL MAL FUNCIONAMIENTO CON LAS AYUDAS.
NO SE DEBE CONSIDERAR A LOS POBRES COMO UN «FARDO», SINO COMO UNA
RIQUEZA INCLUSO DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTRICTAMENTE ECONÓMICO.
No obstante, se ha de considerar
equivocada la visión de quienes piensan que la economía de mercado TIENE NECESIDAD ESTRUCTURAL DE UNA CUOTA DE
POBREZA Y DE SUBDESARROLLO PARA FUNCIONAR MEJOR.
Al mercado le interesa
promover la emancipación, pero no puede lograrlo por sí mismo, porque no puede
producir lo que está fuera de su alcance.
Ha de sacar fuerzas morales
de otras instancias que sean capaces de generarlas”.
En Aparecida se plantea
claramente el tema: “Nuestra opción por los pobres corre el riesgo de QUEDARSE EN UN PLANO TEÓRICO O MERAMENTE
EMOTIVO, SIN VERDADERA INCIDENCIA EN NUESTROS COMPORTAMIENTOS Y EN NUESTRAS
DECISIONES.
Es necesaria una actitud
permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos, y evite toda
actitud paternalista.
Se nos pide:
Dedicar tiempo a los pobres,
Prestarles una amable
atención,
Escucharlos con interés,
Acompañarlos en los momentos
más difíciles,
Eligiéndolos para compartir
horas, semanas o años de nuestra vida, y
Buscando, desde ellos, la
transformación de su situación.
No podemos olvidar que el
mismo Jesús lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras: «CUANDO DES UN BANQUETE, INVITA A LOS
POBRES, A LOS LISIADOS, A LOS COJOS Y A LOS CIEGOS» (Lc 14, 13)”.
Sólo la cercanía que nos
hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de
hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe.
La opción por los pobres
debe conducirnos a la amistad con los pobres.
“La Iglesia ve en el hombre,
en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra y está
llamada a descubrir cada vez más profundamente:
SU PLENA RAZÓN DE SER EN EL MISTERIO DE CRISTO,
IMAGEN PERFECTA DE DIOS,
REVELADOR DE
DIOS AL HOMBRE Y DEL HOMBRE A SÍ MISMO.
A ESTE HOMBRE, QUE HA RECIBIDO DE DIOS MISMO UNA INCOMPARABLE E
INALIENABLE DIGNIDAD, ES A QUIEN LA IGLESIA SE DIRIGE Y LE PRESTA EL
SERVICIO MÁS ALTO Y SINGULAR RECORDÁNDOLE CONSTANTEMENTE SU ALTÍSIMA VOCACIÓN,
PARA QUE SEA CADA VEZ MÁS CONSCIENTE Y DIGNO DE ELLA.
Cristo, Hijo de Dios, «con
su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre»; por ello, la
Iglesia RECONOCE COMO SU TAREA PRINCIPAL
HACER QUE ESTA UNIÓN PUEDA ACTUARSE Y RENOVARSE CONTINUAMENTE.
En Cristo Señor LA IGLESIA SEÑALA Y DESEA RECORRER ELLA
MISMA EL CAMINO DEL HOMBRE, E INVITA A RECONOCER EN TODOS:
CERCANOS O LEJANOS,
CONOCIDOS O DESCONOCIDOS, Y
SOBRE TODO EN EL POBRE Y EN EL QUE SUFRE,
UN HERMANO
«POR QUIEN MURIÓ CRISTO» (1COR 8,11; ROM 14,15)”.
LA PERSONA
HUMANA ES LA PROTAGONISTA DE LA VIDA SOCIAL.
LEJOS DE SER UN OBJETO Y UN ELEMENTO PURAMENTE PASIVO DE LA VIDA
SOCIAL, EL HOMBRE ES Y DEBE PERMANECER COMO SU SUJETO, SU FUNDAMENTO Y SU FI
N.
El hombre, comprendido en su
realidad histórica concreta, REPRESENTA
EL ALMA Y EL CORAZÓN DE LA ENSEÑANZA SOCIAL CATÓLICA.
Toda la doctrina social se
desarrolla a partir DEL PRINCIPIO QUE
AFIRMA LA INVIOLABLE DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA, defendiéndola frente a todo relativismo reductivo.
El hombre es, por tanto, NUESTRO PRIMER CAPITAL: “Quisiera
recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto
renovado al orden económico y social del mundo, QUE EL PRIMER CAPITAL QUE SE HA DE SALVAGUARDAR Y VALORAR ES EL
HOMBRE, LA PERSONA EN SU INTEGRIDAD, PUES EL HOMBRE ES EL AUTOR, EL CENTRO Y EL
FIN DE TODA LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL”.
La doctrina social de la
Iglesia SE CENTRA, ILUMINADA DESDE LA
REVELACIÓN BÍBLICA, EN LOS ASPECTOS PRINCIPALES E INSEPARABLES DE LA PERSONA
HUMANA para captar las facetas más importantes de su misterio y de su
dignidad.
No han faltado en el pasado,
y aún se asoman hoy dramáticamente en nuestra historia, múltiples concepciones
reductivistas, a veces DE CARÁCTER
IDEOLÓGICO, QUE TIENEN EN COMÚN EL HECHO DE OFUSCAR LA IMAGEN DEL HOMBRE
ACENTUANDO SÓLO ALGUNAS DE SUS CARACTERÍSTICAS, CON PERJUICIO DE TODAS LAS
DEMÁS.
Frente a esto, la doctrina
social se hace cargo de todas las dimensiones del misterio del hombre, QUE EXIGE SER CONSIDERADO EN LA PLENA
VERDAD DE SU EXISTENCIA, DE SU SER PERSONAL Y, A LA VEZ, DE SU SER COMUNITARIO
Y SOCIAL.
Ya en los años sesenta, Pablo VI había
percibido y señalado que “la cuestión social ha tomado dimensión mundial”, y
“siguiendo esta línea, hoy es preciso afirmar QUE LA CUESTIÓN SOCIAL SE HA CONVERTIDO RADICALMENTE EN UNA CUESTIÓN
ANTROPOLÓGICA” (Origen del hombre, su naturaleza, su caída, y su redención en el marco
de la cosmovisión bíblica).
En este sentido debemos
entender que el auténtico desarrollo del hombre CONCIERNE DE MANERA UNITARIA A LA TOTALIDAD DE LA PERSONA EN TODAS SUS
DIMENSIONES; y que no podemos confiar “todo el proceso de desarrollo sólo a
la técnica, porque de ese modo quedaría sin orientación”.
“Nuestra fidelidad al
Evangelio nos exige proclamar en todos los tribunales públicos y privados del
mundo, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, LA VERDAD SOBRE EL SER HUMANO Y LA DIGNIDAD
DE TODA PERSONA HUMANA”.
“NO HAY
DESARROLLO PLENO NI UN BIEN COMÚN UNIVERSAL SIN EL BIEN ESPIRITUAL Y MORAL DE
LAS PERSONAS, CONSIDERADAS EN SU TOTALIDAD DE ALMA Y CUERPO”.
El origen creado del hombre
no es ni mucho menos un tema secundario o sobreentendido; por el contrario, va
a ser un tema crucial de debate y determinante en el desarrollo de la Doctrina
Social en los años sucesivos.
No en vano el Papa dedica
todo el sexto capítulo de la encíclica Caritas in veritate a la problemática
del desarrollo de los pueblos y la técnica, CENTRANDO LA CUESTIÓN PRIORITARIA EN LA BIOÉTICA.
El Papa afirma: “Este es un
ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática
la cuestión fundamental: SI EL HOMBRE ES
UN PRODUCTO DE SÍ MISMO O SI DEPENDE DE DIOS”.
Fe y razón, esencia y
trascendencia, cuerpo y espíritu SON
REALIDADES COMPLEMENTARIAS Y NUNCA EXCLUYENTES.
“Sólo con la caridad,
iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de
desarrollo con un carácter más humano y humanizador.
El compartir los bienes y
recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el
progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, SINO CON LA FUERZA DEL AMOR QUE VENCE AL MAL CON EL BIEN (cf. Rom
12,21) Y ABRE LA CONCIENCIA DEL SER
HUMANO A RELACIONES RECÍPROCAS DE LIBERTAD Y DE RESPONSABILIDAD”
En este sentido, “razón y fe
se ayudan mutuamente.
Sólo juntas salvarán al
hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, LA RAZÓN SIN LA FE SE VE AVOCADA A PERDERSE EN LA ILUSIÓN DE SU PROPIA
OMNIPOTENCIA.
LA FE SIN LA
RAZÓN CORRE EL RIESGO DE ALEJARSE DE LA VIDA CONCRETA DE LAS PERSONAS”.
En todos nuestros programas
sociales ciertamente visualizamos la vida corporal del hombre, su mundo
material, sus necesidades, sus requerimientos, PERO SI OLVIDAMOS SU DIMENSIÓN ESPIRITUAL Y TRASCENDENTE, FALSEARÍAMOS
LA VERDADERA CARIDAD QUE BUSCA EL DESARROLLO INTEGRAL “DE TODO EL HOMBRE Y DE
TODOS LOS HOMBRES”.
ES
PRECISAMENTE ESTA DIMENSIÓN ESPIRITUAL LA QUE ABRE AL HOMBRE A LA TRASCENDENCIA
Y A LA REALIZACIÓN DE SU PLENA VOCACIÓN.
UNA SOCIEDAD
JUSTA SOLAMENTE PUEDE REALIZARSE EN EL RESPETO A LA DIGNIDAD TRASCENDENTE DE LA
PERSONA HUMANA.
ÉSTA
REPRESENTA EL FIN ÚLTIMO DE LA SOCIEDAD, QUE ESTÁ A ELLA ORDENADA.
EN NINGÚN CASO
LA PERSONA HUMANA PUEDE SER INSTRUMENTALIZADA PARA FINES AJENOS A SU MISMO
DESARROLLO, QUE PUEDE REALIZAR PLENA Y DEFINITIVAMENTE SÓLO EN DIOS Y EN SU
PROYECTO SALVÍFICO.
El hombre es la única
criatura que Dios ama por sí misma.
De tal manera que LA PERSONA NO PUEDE ESTAR NUNCA SUBORDINADA
A PROYECTOS DE CARÁCTER ECONÓMICO, SOCIAL O POLÍTICO, IMPUESTOS POR AUTORIDAD
ALGUNA, NI SIQUIERA EN NOMBRE DEL PRESUNTO PROGRESO DE LA COMUNIDAD CIVIL EN SU
CONJUNTO O DE OTRAS PERSONAS.
Los auténticos cambios
sociales son efectivos y duraderos SÓLO
SI ESTÁN FUNDADOS EN UN CAMBIO DECIDIDO DE LA PERSONA EN SU TOTALIDAD Y EN SU
CONDUCTA.
“Dios revela el hombre al
hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que
lo quiera ver; LA LEY NATURAL, EN LA QUE
BRILLA LA RAZÓN CREADORA, INDICA LA GRANDEZA DEL HOMBRE, PERO TAMBIÉN SU
MISERIA CUANDO DESCONOCE EL RECLAMO DE LA VERDAD MORAL”.