¿CON QUÉ FRECUENCIA NOS SITUAMOS EN EL
ÁMBITO DEL AMOR QUE ASUME Y SE HACE CARGO DE LA SITUACIÓN DEL OTRO?.
El pasado 16 de
Junio, el Papa Francisco participó en la apertura del Congreso Diocesano de
Roma con un discurso sobre el tema “La Alegría del Amor, el camino de las
familias en Roma a la luz de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia”.
El realismo
evangélico fue uno de los puntos desarrollados por Francisco y,
nuevamente, ofreció criterios para orientarse en la complejidad de la
realidad que pide de nosotros respuestas acertadas y oportunas que
ayuden y no sólo declaraciones de principios. Estas fueron sus palabras:
“Nuestros análisis
son importantes y necesarios y nos ayudarán a tener un sano realismo. Pero nada
se compara con el realismo evangélico, QUE
NO SE DETIENE EN UNA DESCRIPCIÓN DE LAS SITUACIONES, DE LAS PROBLEMÁTICAS
-MENOS EN EL PECADO- SINO QUE SIEMPRE VA MÁS ALLÁ Y LOGRA VER DETRÁS DE CADA
ROSTRO, DE CADA HISTORIA, DE CADA SITUACIÓN, UNA OPORTUNIDAD, UNA POSIBILIDAD.
El realismo
evangélico SE COMPROMETE CON EL OTRO, CON LOS OTROS Y NO HACE DE LOS IDEALES Y DEL “DEBER
SER” UN OBSTÁCULO PARA ENCONTRARSE CON LOS DEMÁS EN LA SITUACIONES EN LAS QUE
SE HALLAN.
NO SE TRATA DE NO PROPONER EL IDEAL EVANGÉLICO, AL
CONTRARIO, NOS INVITA A VIVIRLO AL INTERIOR DE LA HISTORIA, CON TODO LO QUE
IMPLICA.
ESTO NO SIGNIFICA
NO SER CLAROS EN LA DOCTRINA, SINO EVITAR CAER EN JUICIOS Y ACTITUDES QUE NO
ASUMAN LA COMPLEJIDAD DE LA VIDA.
Metidos como
estamos en Valencia en plenas Fallas queremos acercarnos a la figura de san
José y lo hacemos recordando que en la Eucaristía con la que el Papa Francisco
daba inicio a su ministerio se celebró en la Fiesta de san José.
El Evangelio que se
proclama en ese día le sirvió para recordar la misión que José recibe del
ángel: custodiar, cuidar de María y de Jesús.
Es el
horizonte de vida que se le propone. No es algo que descubra por sí
mismo sino que le es revelado y mostrado.
Y es que no
es lo mismo tener metas que tener horizonte.
PODEMOS TENER METAS Y HABER PERDIDO EL HORIZONTE,
EL NORTE.
El horizonte es el
“hacia dónde encaminarnos”, ES LA
DIRECCIÓN HACIA LA QUE NOS SENTIMOS MOVIDOS E IMPULSADOS COMO FUERZA QUE NOS
ATRAE.
José escucha y da
crédito a las palabras que le dice el ángel y acoge ese horizonte que se le
propone: CUIDAR DEL OTRO, CUIDAR DE
MARÍA Y DE JESÚS.
Contemplar el
Evangelio que se nos propone en la Fiesta de san José es la ocasión para
recuperar esa dimensión que reconocemos en Él: la capacidad de escuchar
más allá de lo que es capaz de decirse a sí mismo.
Y es que hay
momentos en que nos encontramos con palabras que no surgen de la propia reflexión
o introspección sino que, inesperadamente, NOS LAS ENCONTRAMOS COMO UNA INSPIRACIÓN QUE SE NOS MUESTRA PROVOCANDO
ASOMBRO Y DESCONCIERTO.
Nos encontramos
ante lo inesperado e inimaginable.
PALABRAS QUE SON UNA INVITACIÓN Y, MUCHAS VECES,
UNA PROVOCACIÓN A ALGO MÁS DE LO QUE CADA UNO SE IMAGINABA.
José escucha y se
implica en la situación de María yendo más allá de lo razonable, rompiendo las barreras de las lógicas
previsibles, de los planes inamovibles Y
SE SITÚA EN EL ÁMBITO DEL AMOR QUE ASUME Y SE HACE CARGO DE LA SITUACIÓN DEL
OTRO.
En palabras del
Papa Francisco, José aparece “como un hombre fuerte y valiente, trabajador,
pero en su alma SE PERCIBE UNA GRAN TERNURA, QUE NO ES
LA VIRTUD DE LOS DÉBILES, SINO MÁS BIEN TODO LO CONTRARIO: DENOTA FORTALEZA DE
ÁNIMO Y CAPACIDAD DE ATENCIÓN, DE COMPASIÓN, DE VERDADERA APERTURA AL OTRO, DE
AMOR.
NO DEBEMOS TENER MIEDO DE LA BONDAD, DE LA TERNURA”.
En José reconocemos esa ternura que
Jesús mostrará en su encuentro con abatidos y desquiciados, con tullidos y
estigmatizados.
ES LA TERNURA QUE SE HACE CARGO DEL OTRO, QUE NO DESCARTA NI SE MUESTRA
INDIFERENTE.
EN JESÚS LA TERNURA SE CONVERTIRÁ EN IMPLICACIÓN COMPASIVA CON EL
SUFRIMIENTO CONCRETO DEL OTRO.
Es la ternura que no soportarán los
de siempre, los de la Ley y el Templo.
marzo 16, 2016