martes, 23 de agosto de 2016

¿SABES LO QUE ES DEL CÉSAR Y LO QUE ES DE DIOS?

¿SABES LO QUE ES DEL CÉSAR Y LO QUE ES DE DIOS?
MT 22,15-21/MC 12, 1-12
              Homilía del Padre Carlos Cardó SJ

Los fariseos y partidarios de Herodes, plantean a Jesús una pregunta capciosa: “¿es lícito pagar el impuesto al César? 

Si lo negaba, se ponía contra los romanos. Si decía que era lícito pagar, iba contra el pueblo que sufría aquella carga injusta.
Además, la cuestión dividía a los judíos: unos se aprovechaban del cobro de los impuestos, como los publicanos, y otros se oponían –incluso con violencia, como los celotas–, porque  consideraban una idolatría el sometimiento al emperador romano.

Antes de responder, Jesús les pide que le enseñen una moneda para desenmascarar su mala intención. 
“¡Hipócritas! –Les dice– ¿Por qué intentan comprometerme?”. 
Cuestionan el derecho del César pero la moneda fiscal que muestran es la prueba visual de que pagan el impuesto.
Además, aceptar la moneda, con la imagen del César y la inscripción: “Tiberio César Augusto, hijo del divino Augusto”, ES RECONOCER CON HECHOS CONCRETOS QUE NO TIENEN “MÁS REY QUE AL CÉSAR”.

RECONOCEN POR TANTO PÚBLICAMENTE SU SOBERANÍA.

Si dicen que Dios es el único Señor, ¿POR QUÉ NO RECONOCEN LO QUE YA HACEN Y ASUMEN LAS CONSECUENCIAS?

Es como si les dijera: Hipócritas hace tiempo que pagan el impuesto y encima tienen la moneda fiscal y la muestran sin reparo, ¿por qué, pues, me vienen con preguntas capciosas?

Los judíos, por estar sometidos al imperio romano, estaban obligados a pagar sus impuestos, siempre que ese pago no implicara desobedecer las leyes divinas (así lo reconocen los apóstoles Pablo y Pedro, cfr. Rom 13,1-7; 1 Pe 2,13-17). 

Por otro lado, todo israelita debía reconocer que a Yahvé, y sólo a Yahvé se le debía adorar, Y QUE NINGÚN PODER TERRENO PODÍA EXIGIR ESTO PARA SÍ.

La fe en el único Dios prohibía la divinización de cualquier poder temporal.

Por eso, la respuesta de Jesús no es un modo elegante de escabullir el problema o de afirmar a sus adversarios en lo que ya hacen, sino de situar la cuestión en otro nivel:

¿QUÉ PUEDE ESPERAR EL CÉSAR Y QUÉ NO?
¿QUÉ SE LE DEBE DAR Y QUÉ NO?
Por eso, lo sorprendente de la respuesta de Jesús está al final:
DEN A DIOS LO QUE ES DE DIOS.


Es el precepto de los preceptos. La obediencia a Dios no tiene límites.
Los fariseos sólo habían querido hacerle daño a Jesús.

Pero la respuesta que les da, a ellos que sólo han preguntado por el César y
no por Dios, los deja aturdidos y sin palabra; no tienen más que retirarse.

Las palabras de Jesús: DEN AL CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS, han sido interpretadas de diversas maneras.

Muchos ven ahí el FUNDAMENTO DE LA SEPARACIÓN ENTRE LO TEMPORAL Y LO RELIGIOSO.
Otros dedujeron más bien la alianza entre el trono y el altar para mutuo sostén y apoyo.
Los regímenes dictatoriales siempre han pretendido SACRALIZAR EL ESTADO O SUBORDINAR LA IGLESIA AL PODER POLÍTICO; mientras otros, durante mucho tiempo, defendieron el poder temporal de la Iglesia y quisieron que la autoridad del Estado dependiese de la autoridad eclesiástica, en formas variadas DE INTEGRISMO O DE VOLUNTAD DE DOMINIO POR AMBOS LADOS.

Consecuencia de ello es la serie interminable de escollos y dificultades que han sufrido en la historia las relaciones entre la Iglesia y el Estado.

Pero queda claro en la frase de Jesús QUE SÓLO QUIEN DA A DIOS LO QUE ES DE DIOS SABE QUÉ COSA HAY QUE DARLE AL CÉSAR.

Lo que es de Dios ES LA LIBERTAD DE SUS HIJOS Y EL AMOR A LOS HERMANOS.
QUIEN BUSCA ESTO EN SU VIDA SABE DAR RESPUESTA A LO OTRO.

Hoy, quizá, y debido entre otras causas a la corrupción de la cosa pública, las tendencias van hacia la “privatización de la religión”, por un lado, o hacia el desinterés y falta de cuidado de los ciudadanos por la política, por otro.

En la práctica ambas actitudes intentan desactivar la carga social del cristianismo, EN BENEFICIO DE INTERESES EGOÍSTAS DE INDIVIDUOS Y GRUPOS DE PODER.

Pero la Iglesia no puede dejar de transmitir los valores del evangelio QUE HAN DE ILUMINAR Y ORIENTAR TODO EL QUEHACER HUMANO, INCLUIDO EL QUEHACER POLÍTICO Y SOCIAL, CON EL QUE EL SER HUMANO ORGANIZA LA CONVIVENCIA EN SOCIEDAD, Y ENCUENTRA EN ELLO SU REALIZACIÓN.

POR ESO ES IMPORTANTE EL COMPROMISO POLÍTICO DEL CRISTIANO, QUE ES EJERCICIO DE LA “CARIDAD POLÍTICA”, ORIENTADA A PROMOVER LA SOLIDARIDAD, LA LIBERTAD Y LA DIGNIDAD DE LAS PERSONAS.

El concilio Vaticano II y el pensamiento de los últimos Papas nos enseñan a reconocer la independencia y carácter laico del Estado.

Pero al mismo tiempo, LA IGLESIA CONFRONTA A LA SOCIEDAD CON LOS VALORES ÉTICOS Y MORALES DEL EVANGELIO.

EL CRISTIANO RECONOCE LA AUTORIDAD CIVIL Y LA RESPETA CON LEALTAD EN TODO AQUELLO QUE LA AUTORIDAD REALIZA POR EL BIEN COMÚN.

PERO EL CRISTIANO NUNCA ES UN ALIADO INCONDICIONAL DEL PODER: ANTE TODO ES UN ALIADO DE LAS PERSONAS Y ESPECIALMENTE DE LOS MÁS INDEFENSOS.

POR ESO, CUANDO EL PODER POLÍTICO IMPONE ACCIONES Y DECISIONES QUE ATENTAN CONTRA LA CONCIENCIA, CONTRA LOS VALORES Y DEBERES ÉTICOS Y MORALES, EL CÉSAR SE ENCONTRARÁ CON EL RECHAZO DECIDIDO DEL CRISTIANO.

¿SABES QUE EL REINO DEL DIOS DE JESÚS YA ESTA AQUÍ?

¿SABES QUE EL REINO DEL DIOS DE JESÚS YA ESTÁ AQUÍ?

                                                                          Homilía del Padre Carlos Cardó SJ
En la fiesta de Cristo Rey, pedimos que venga su reino de:
VERDAD Y DE VIDA,
DE SANTIDAD Y DE GRACIA,
DE JUSTICIA, DE AMOR Y DE PAZ.

El evangelio de Juan nos presenta un momento del juicio de Jesús ante Pilato.
Frente a él, Jesús demuestra aquella autoridad que causaba admiración a sus contemporáneos y que sólo de Dios le ponía venir.

No responde directamente a las cuestiones que el gobernador romano le presenta, sino que expone el sentido de su realeza: LA SUYA NO ES LA REALEZA DE LOS EMPERADORES ROMANOS, DE CONTENIDO SIMPLEMENTE POLÍTICO; NI LA QUE ESPERABAN LOS JUDÍOS, CENTRADA EN LA SOBERANÍA DE ISRAEL SOBRE SUS ENEMIGOS.

Jesús no es rey como los reyes de este mundo. “Mi reino no es de este mundo”, dice.
Pero con ello NO AFIRMA QUE SU INFLUENCIA SE LIMITA ÚNICAMENTE AL MUNDO INTERIOR DE LAS PERSONAS, SINO QUE SU REINADO FUNCIONA Y TIENE UNOS INTERESES DIAMETRALMENTE DISTINTOS A LA FORMA DE SER REY QUE PIENSA PILATO.

JESÚS REINA EN EL MUNDO TRANSFORMÁNDOLO RADICALMENTE EN LA VERDAD Y LA JUSTICIA, Y SE REALIZA TAMBIÉN EN LAS PERSONAS, CAMBIANDO LOS CORAZONES.

Ya desde el comienzo de su historia, Israel reconoció a Yahvé como el único rey y señor (cf Sal 93).

Toda la esperanza de Israel se fue centrando con el correr de los siglos en una acción de Dios, QUE CUMPLIRÍA EL ANHELADO IDEAL DE UN SOCIEDAD JUSTA Y EN PAZ.

En los momentos más dramáticos de su historia, durante el exilio en Babilonia, por ejemplo, LOS PROFETAS ALENTARON AL PUEBLO CON LA ESPERANZA DEL REINADO DE DIOS QUE PONDRÍA FIN A TODA NECESIDAD Y TRIBULACIÓN. 

(Zac 14,6-11.16s: AQUEL DÍA BROTARÁN AGUAS VIVAS DE JERUSALÉN…
Y EL SEÑOR REINARÁ SOBRE TODA LA TIERRA.
TODA ESTA TIERRA SE CONVERTIRÁ EN LLANURA…
JERUSALÉN SE MANTENDRÁ EN ALTO…
HABITARÁN EN ELLA SIN VOLVER A SER AMENAZADOS DE EXTERMINIO;
VIVIRÁN SEGUROS EN JERUSALÉN”, cf. Sof 3,14s;).

Y al final de la era del antigua testamento, durante la dominación griega, los libros de Daniel, Sabiduría y Macabeos, presentarían, CONCIBIENDO EL REINADO DE DIOS COMO RUPTURA CON LA HISTORIA ANTIGUA DE DESGRACIAS Y EL INICIO DE UNA NUEVA ERA CON ENTREGA DE LA SOBERANÍA AL ISRAEL REDIMIDO (Dan 2,44s; 7,13s).

A partir de entonces, la idea del reino de Dios se llenó de contenidos nacionalistas y políticos (liberación del poder extranjero, juicio contra pecadores, venganza contra los paganos) y surgieron movimientos armados contra el poder extranjero enemigo de Dios.

La venida del reino de Dios fue el tema principal de la predicación de Jesús.
La presentó como como una realidad futura, que hay que pedir (Lc 11,2 par) Y COMO ALGO QUE YA ESTABA ACTUANDO EN EL PRESENTE, EN SU PERSONA Y EN SU OBRA.
 (Lc 11,20/Mt 12,28: SI YO EXPULSO LOS DEMONIOS CON EL PODER DE DIOS, ENTONCES ES QUE EL REINO DE DIOS HA LLEGADO A USTEDES; cf. Lc 20,23s; Mt 11,5s; Mc 2,19; Lc 10,18; Mc 3,27). Nadie había proclamado esto.

Las acciones milagrosas que Jesús realiza en favor de los enfermos y de los más necesitados SON SIGNOS DE LA LLEGADA DEL REINO, QUE RESTAURA LA CREACIÓN.

NO HAY UN DERRUMBAMIENTO CATASTRÓFICO DE ESTE MUNDO, SINO UNA RESTAURACIÓN RADICAL DE LAS RELACIONES DE LOS HOMBRES CON EL MUNDO, CON EL PRÓJIMO Y CON DIOS (Mt 6,25-34 par; 5,45), UN NUEVO ORDEN EN SANTIDAD Y JUSTICIA, algo por tanto que la acción humana por sí sola no puede lograr.

Hay que “recibirlo como un niño”, reconocerlo como el don y la gracia por excelencia (Mc 10,15 par; Lc 15,11-32; Mt 20,1-15).

Pero hay algo en la predicación y en la actitud de Jesús que es fundamental para entender el reino de Dios.

El reino de Dios se abre paso como el amor y solicitud incondicional de Dios por los descarriados.

Los judíos sabían bien que Dios perdona (Neh 9,17 – Ex 34,6s; Is 55,7; Sal 103) y que NO QUIERE LA MUERTE DEL PECADOR SINO QUE SE CONVIERTA (Ez 18,23; 33,11-16), pero SE HABÍA IMPUESTO LA IDEA DE LA VENGANZA, Y SE CREÍA EN EL CASTIGO DIVINO (cf. Is cap. 24, por ejemplo).
JESÚS IGNORA LA VENGANZA CONTRA LOS PECADORES Y LOS GENTILES, RECHAZA LA DIVISIÓN JUSTOS-PECADORES PORQUE TODOS SON PECADORES Y PUEDEN SER OBJETO DE LA MISERICORDIA DE DIOS (Lc 13,1-5; cf. 10,13 par; 11,29-32 par).

LA SALVACIÓN ES OFRECIDA A TODOS (Mt 8,11 par; Mt 5,43s par),
LA BONDAD DE DIOS IRRUMPE (Mc 10,18 par; Mt 7,9-11 par) y
SE EXTIENDE A TODOS, ESPECIALMENTE A LOS POBRES (Lc 6,20s; 15; Mt 20,1-15).

Jesús hizo presente esa bondad de Dios MEDIANTE SU PROPIA VIDA EN FAVOR DE LOS DEMÁS (Lc 6,20 par; Mt 11,5 par; 25,31-45).

La solicitud perdonadora de Dios para con los perdidos, se pone de manifiesto –para escándalo de muchos– en el gesto de Jesús DE SENTARSE A LA MESA CON ELLOS COMO ANTICIPO DE LA ALEGRÍA DEL REINO (Mc 2,15.17; Mt 11,19; Lc 7,36-50; 15,1s; 19,1-10).

Esa bondad de Dios escandaliza a los piadosos, que hacían depender el perdón y salvación de acciones humanas previas (conversión, Ley) Y SE CREÍAN APARTE DE LOS PECADORES.

En la fiesta de Cristo Rey sentimos la invitación a acoger el don del amor que Dios nos ofrece para que reine en nuestros corazones.

Sentimos también el envío que Él nos hace a construir en esta tierra, que Dios nos ha confiado, UN HOGAR PARA TODOS.

Sabemos que la transformación de la sociedad como fruto de nuestros esfuerzos no equivale a la  salvación plena que Cristo nos promete, pero reconocemos -con el Vaticano II- que “todo lo que contribuye a ordenar mejor la sociedad humana, interesa muchísimo al reino de Dios.


EL REINO YA ESTÁ PRESENTE EN ESTA TIERRA, PERO CUANDO EL SEÑOR VENGA ENTONCES SERÁ CONSUMADO”.