¿SABES LO QUE ES
DEL CÉSAR Y LO QUE ES DE DIOS?
MT 22,15-21/MC 12, 1-12
Homilía del
Padre Carlos Cardó SJ
Los fariseos y partidarios de Herodes, plantean a
Jesús una pregunta capciosa: “¿es
lícito pagar el impuesto al César?
Si lo negaba, se ponía contra los romanos. Si decía
que era lícito pagar, iba contra el pueblo que sufría aquella carga injusta.
Además, la cuestión dividía a los judíos: unos se
aprovechaban del cobro de los impuestos, como los publicanos, y otros se
oponían –incluso con violencia, como los celotas–, porque consideraban una idolatría el sometimiento
al emperador romano.
Antes de responder, Jesús les pide que le enseñen
una moneda para desenmascarar su mala intención.
“¡Hipócritas!
–Les
dice– ¿Por qué intentan
comprometerme?”.
Cuestionan el derecho del César pero la moneda
fiscal que muestran es la prueba visual de que pagan el impuesto.
Además, aceptar la moneda, con la imagen del César
y la inscripción: “Tiberio César
Augusto, hijo del divino Augusto”, ES
RECONOCER CON HECHOS CONCRETOS QUE NO TIENEN “MÁS REY QUE AL CÉSAR”.
RECONOCEN
POR TANTO PÚBLICAMENTE SU SOBERANÍA.
Si dicen que Dios es el único Señor, ¿POR QUÉ NO RECONOCEN LO QUE YA HACEN Y
ASUMEN LAS CONSECUENCIAS?
Es como si les dijera: Hipócritas hace tiempo que
pagan el impuesto y encima tienen la moneda fiscal y la muestran sin reparo,
¿por qué, pues, me vienen con preguntas capciosas?
Los judíos, por estar sometidos al imperio romano,
estaban obligados a pagar sus impuestos, siempre que ese pago no implicara
desobedecer las leyes divinas (así lo reconocen los apóstoles Pablo y Pedro,
cfr. Rom 13,1-7; 1 Pe
2,13-17).
Por otro lado, todo israelita debía reconocer que a
Yahvé, y sólo a Yahvé se le debía adorar, Y
QUE NINGÚN PODER TERRENO PODÍA EXIGIR ESTO PARA SÍ.
La fe en el único Dios prohibía la divinización de
cualquier poder temporal.
Por eso, la respuesta de Jesús no es un modo
elegante de escabullir el problema o de afirmar a sus adversarios en lo que ya
hacen, sino de situar la cuestión en otro nivel:
¿QUÉ PUEDE ESPERAR EL CÉSAR Y QUÉ NO?
¿QUÉ SE LE DEBE DAR Y QUÉ NO?
Por
eso, lo sorprendente de la respuesta de Jesús está al final:
DEN A DIOS LO QUE ES DE DIOS.
Es
el precepto de los preceptos. La obediencia a Dios no tiene límites.
Los
fariseos sólo habían querido hacerle daño a Jesús.
Pero
la respuesta que les da, a ellos que sólo han preguntado por el César y
no
por Dios, los deja aturdidos y sin palabra; no tienen más que retirarse.
Las palabras de Jesús: DEN AL
CÉSAR LO QUE ES DEL CÉSAR Y A DIOS LO QUE ES DE DIOS, han sido
interpretadas de diversas maneras.
Muchos ven ahí el FUNDAMENTO DE LA SEPARACIÓN ENTRE LO TEMPORAL Y LO RELIGIOSO.
Otros dedujeron más bien la alianza entre el trono
y el altar para mutuo sostén y apoyo.
Los regímenes dictatoriales siempre han pretendido SACRALIZAR EL ESTADO O SUBORDINAR LA
IGLESIA AL PODER POLÍTICO; mientras otros, durante mucho tiempo,
defendieron el poder temporal de la Iglesia y quisieron que la autoridad del
Estado dependiese de la autoridad eclesiástica, en formas variadas DE INTEGRISMO O DE VOLUNTAD DE DOMINIO POR
AMBOS LADOS.
Consecuencia de ello es la serie interminable de
escollos y dificultades que han sufrido en la historia las relaciones entre la
Iglesia y el Estado.
Pero queda claro en la frase de Jesús QUE SÓLO QUIEN DA A DIOS LO QUE ES DE DIOS
SABE QUÉ COSA HAY QUE DARLE AL CÉSAR.
Lo que es de Dios ES LA LIBERTAD DE SUS HIJOS Y EL AMOR A LOS HERMANOS.
QUIEN
BUSCA ESTO EN SU VIDA SABE DAR RESPUESTA A LO OTRO.
Hoy, quizá, y debido entre otras causas a la
corrupción de la cosa pública, las tendencias van hacia la “privatización de la
religión”, por un lado, o hacia el desinterés y falta de cuidado de los
ciudadanos por la política, por otro.
En la práctica ambas actitudes intentan desactivar
la carga social del cristianismo, EN
BENEFICIO DE INTERESES EGOÍSTAS DE INDIVIDUOS Y GRUPOS DE PODER.
Pero la Iglesia no puede dejar de transmitir los
valores del evangelio QUE HAN DE
ILUMINAR Y ORIENTAR TODO EL QUEHACER HUMANO, INCLUIDO EL QUEHACER POLÍTICO Y
SOCIAL, CON EL QUE EL SER HUMANO ORGANIZA LA CONVIVENCIA EN SOCIEDAD, Y
ENCUENTRA EN ELLO SU REALIZACIÓN.
POR
ESO ES IMPORTANTE EL COMPROMISO POLÍTICO DEL CRISTIANO, QUE ES EJERCICIO DE LA
“CARIDAD POLÍTICA”, ORIENTADA A PROMOVER LA SOLIDARIDAD, LA LIBERTAD Y LA
DIGNIDAD DE LAS PERSONAS.
El concilio Vaticano II y el pensamiento de los
últimos Papas nos enseñan a reconocer la independencia y carácter laico del
Estado.
Pero al mismo tiempo, LA IGLESIA CONFRONTA A LA SOCIEDAD CON LOS VALORES ÉTICOS Y MORALES DEL
EVANGELIO.
EL
CRISTIANO RECONOCE LA AUTORIDAD CIVIL Y LA RESPETA CON LEALTAD EN TODO AQUELLO
QUE LA AUTORIDAD REALIZA POR EL BIEN COMÚN.
PERO
EL CRISTIANO NUNCA ES UN ALIADO INCONDICIONAL DEL PODER: ANTE TODO ES UN
ALIADO DE LAS PERSONAS Y ESPECIALMENTE DE LOS MÁS INDEFENSOS.
POR
ESO, CUANDO EL PODER POLÍTICO IMPONE ACCIONES Y DECISIONES QUE ATENTAN
CONTRA LA CONCIENCIA, CONTRA LOS VALORES Y DEBERES ÉTICOS Y MORALES, EL CÉSAR
SE ENCONTRARÁ CON EL RECHAZO DECIDIDO DEL CRISTIANO.