viernes, 30 de diciembre de 2016

¿SABES QUE DIOS HA PUESTO LA SEMILLA DE LA «CIVILIZACIÓN DEL AMOR» EN CADA PUEBLO Y EN CADA CULTURA”?.

¿SABES QUE DIOS HA PUESTO LA SEMILLA DE LA  «CIVILIZACIÓN DEL AMOR» EN CADA PUEBLO Y EN CADA CULTURA”?.


Nuestro tiempo está marcado por el complejo fenómeno de la globalización a través de un proceso de creciente integración de las economías.

Ciertamente la globalización alimenta nuevas esperanzas pero origina también grandes interrogantes.

Puede producir efectos potencialmente beneficiosos para toda la humanidad a través de la integración, PERO PUEDE POTENCIAR TAMBIÉN EL AUMENTO DE LAS DESIGUALDADES.

EN ESTE SENTIDO NOS ADVIERTE CARITAS IN VERITATE QUE “LA NOVEDAD PRINCIPAL HA SIDO EL ESTALLIDO DE LA INTERDEPENDENCIA PLANETARIA, YA COMÚNMENTE LLAMADA GLOBALIZACIÓN.

Pablo VI lo había previsto parcialmente, pero es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge.

Surgido en los países económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a todas las economías.

Ha sido el motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de por sí, una gran oportunidad.

SIN EMBARGO, SIN LA GUÍA DE LA CARIDAD EN LA VERDAD, ESTE IMPULSO PLANETARIO PUEDE CONTRIBUIR A CREAR RIESGO DE DAÑOS HASTA AHORA DESCONOCIDOS Y NUEVAS DIVISIONES EN LA FAMILIA HUMANA.

Por eso, la caridad y la verdad nos plantean un compromiso inédito y creativo, ciertamente muy vasto y complejo.

Se trata de ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e imponentes dinámicas, animándolas en la perspectiva de esa «CIVILIZACIÓN DEL AMOR», DE LA CUAL DIOS HA PUESTO LA SEMILLA EN CADA PUEBLO Y EN CADA CULTURA.

El crecimiento del bien común EXIGE APROVECHAR LAS NUEVAS OCASIONES DE REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA ENTRE LAS DIVERSAS ÁREAS DEL PLANETA A FAVOR DE LAS MÁS NECESITADAS, HASTA AHORA EXCLUIDAS O MARGINADAS DEL PROCESO SOCIAL Y ECONÓMICO:

“En definitiva, el desafío consiste en asegurar una globalización en la solidaridad,
Una globalización sin dejar a nadie al margen”. 

Caritas in veritate nos advierte que “se ha de subrayar que NO BASTA PROGRESAR SÓLO DESDE EL PUNTO DE VISTA ECONÓMICO Y TECNOLÓGICO.

El desarrollo necesita ser, ANTE TODO, AUTÉNTICO E INTEGRAL.

El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, NO SOLUCIONA LA PROBLEMÁTICA COMPLEJA DE LA PROMOCIÓN DEL HOMBRE,
NI EN LOS PAÍSES PROTAGONISTAS DE ESTOS ADELANTOS,
NI EN LOS PAÍSES ECONÓMICAMENTE YA DESARROLLADOS,
NI EN LOS QUE TODAVÍA SON POBRES, LOS CUALES PUEDEN SUFRIR, ADEMÁS DE ANTIGUAS FORMAS DE EXPLOTACIÓN, LAS CONSECUENCIAS NEGATIVAS QUE SE DERIVAN DE UN CRECIMIENTO MARCADO POR DESVIACIONES Y DESEQUILIBRIOS”.

A veces se perciben actitudes fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes de la voluntad humana.

A este respecto, es bueno recordar que la globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso socio-económico, PERO NO ES ÉSTA SU ÚNICA DIMENSIÓN.

Tras este proceso más visible hay realmente una humanidad cada vez más interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe ser de utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la colectividad asumen sus respectivas responsabilidades.

La superación de las fronteras no es sólo un hecho material, SINO TAMBIÉN CULTURAL, EN SUS CAUSAS Y EN SUS EFECTOS.

A pesar de algunos aspectos estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, «la globalización no es, a priori, ni buena ni mala.

SERÁ LO QUE LA GENTE HAGA DE ELLA».

DEBEMOS SER SUS PROTAGONISTAS, NO LAS VÍCTIMAS, PROCEDIENDO RAZONABLEMENTE, GUIADOS POR LA CARIDAD Y LA VERDAD.

Oponerse ciegamente a la globalización sería una actitud errónea que acabaría por ignorar un proceso que tiene también aspectos positivos, arriesgándose a desaprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que ofrece.

Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo, mientras otras más prometedoras se perfilan en el horizonte.
Uno de los mayores riesgos es, sin duda, que la empresa responda casi exclusivamente a las expectativas de los inversores en detrimento de su dimensión social.

Debido a su continuo crecimiento y a la necesidad de mayores capitales, cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario estable que se sienta responsable a largo plazo, y no sólo por poco tiempo, de la vida y los resultados de su empresa, y cada vez son menos las empresas que dependen de un único territorio.

Además, la llamada deslocalización de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores, los proveedores, los consumidores, así como al medio ambiente y a la sociedad más amplia que lo rodea, en favor de los accionistas, que no están sujetos a un espacio concreto y gozan por tanto de una extraordinaria movilidad.

El mercado internacional de los capitales, en efecto, ofrece hoy una gran libertad de acción.
Sin embargo, también es verdad que SE ESTÁ EXTENDIENDO LA CONCIENCIA DE LA NECESIDAD DE UNA «RESPONSABILIDAD SOCIAL» MÁS AMPLIA DE LA EMPRESA.

Aunque no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre la responsabilidad social de la empresa son aceptables según la perspectiva de la doctrina social de la Iglesia, ES CIERTO QUE SE VA DIFUNDIENDO CADA VEZ MÁS LA CONVICCIÓN SEGÚN LA CUAL LA GESTIÓN DE LA EMPRESA NO PUEDE TENER EN CUENTA ÚNICAMENTE EL INTERÉS DE SUS PROPIETARIOS, SINO TAMBIÉN EL DE TODOS LOS OTROS SUJETOS QUE CONTRIBUYEN A LA VIDA DE LA EMPRESA:
Trabajadores,
Clientes,
Proveedores de los diversos elementos de producción,
La comunidad de referencia.

En los últimos años se ha notado el crecimiento de una clase cosmopolita de manager, que a menudo responde sólo a las pretensiones de los nuevos accionistas de referencia compuestos generalmente por fondos anónimos que establecen su retribución.

Pero también hay muchos managers hoy que, con un análisis más previsor, se percatan cada vez más de los profundos lazos de su empresa con el territorio o territorios en que desarrolla su actividad.

Pablo VI INVITABA A VALORAR SERIAMENTE EL DAÑO QUE LA TRASFERENCIA DE CAPITALES AL EXTRANJERO, POR PURO PROVECHO PERSONAL, PUEDE OCASIONAR A LA PROPIA NACIÓN.

Juan Pablo II advertía que invertir tiene siempre un significado moral, además de económico.
Se ha de reiterar que todo esto mantiene su validez en nuestros días a pesar de que el mercado de capitales haya sido fuertemente liberalizado y la moderna mentalidad tecnológica PUEDA INDUCIR A PENSAR QUE INVERTIR ES SÓLO UN HECHO TÉCNICO Y NO HUMANO NI ÉTICO”.

El pueblo de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey como los otros pueblos, porque reconoce solamente el Señorío de Yahvé.
Samuel, a quien el pueblo reclama un rey, ADVIERTE DE LAS CONSECUENCIAS DE UN EJERCICIO DESPÓTICO DE LA REALEZA (Cf. 1Sam 8,11-18).

El poder real, sin embargo, también se puede experimentar como un don de Dios que viene en auxilio de su pueblo (Cf. 1Sam 9,16).

El prototipo de rey elegido por Yahvé es David, cuya condición humilde es subrayada por la narración bíblica (Cf. 1Sam 16,1-13).

El fracaso de la realeza en el plano histórico no llevará a la desaparición del ideal de un rey que, FIEL A DIOS, GOBIERNE CON SABIDURÍA Y REALICE LA JUSTICIA.

Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las naciones (Cf. Mc 10,42) y su pretensión de hacerse llamar benefactores (Cf. Lc 22,25), PERO JAMÁS RECHAZA DIRECTAMENTE LAS AUTORIDADES DE SU TIEMPO.

Jesús, el Mesías prometido, HA COMBATIDO Y DERROTADO LA TENTACIÓN DE UN MESIANISMO POLÍTICO, CARACTERIZADO POR EL DOMINIO SOBRE LAS NACIONES (Cf. Mt 4,8-11; Lc 4,5-8).

ÉL ES EL QUE HA VENIDO “A SERVIR Y A DAR SU VIDA” (Mc 10,45).
A los discípulos que discuten sobre quién es el más grande, el Señor LES ENSEÑA A HACERSE LOS ÚLTIMOS Y A SERVIR A TODOS (Cf. Mc 9,33-35).

El señorío de Cristo, que es el Reino de Dios, entró en la historia de los hombres mediante el ocultamiento de Jesucristo, QUE SE DESPOJÓ DE SU RANGO, ASUMIÓ LA CONDICIÓN DE ESCLAVO, PASÓ POR UNO DE TANTOS Y SE REBAJÓ INCLUSO HASTA LA MUERTE DE CRUZ (Cf. Fil 2,7-8).

Jesucristo, como Mesías, ejerce, aún antes de su venida gloriosa, su señorío en el mundo, pero, mientras duran las circunstancias históricas, lo ejerce en el  ocultamiento y bajo el signo de la contradicción y de la cruz.


Jesucristo ejerce principalmente su soberanía A TRAVÉS DE LA IGLESIA Y DE LOS CRISTIANOS EN ELLA, QUE VIVEN Y ACTÚAN DESDE LA FE Y DESDE LA LIBERTAD REGIA DE LOS HIJOS DE DIOS, FRENTE A LAS ESCLAVITUDES DE UNA CREACIÓN SOMETIDA A LA CORRUPCIÓN INSANA; CONSIGUIENTEMENTE, TRABAJAN AL SERVICIO DE LOS POBRES Y A FAVOR DE LA JUSTICIA, EN ORDEN A PREPARAR LA LLEGADA DEL REINO DE DIOS EN SU PLENITUD