sábado, 13 de mayo de 2017

NINGÚN PODER PUEDE ABOLIR EL DERECHO NATURAL AL MATRIMONIO NI MODIFICAR SUS CARACTERÍSTICAS NI SU FINALIDAD


NINGÚN PODER PUEDE ABOLIR EL DERECHO NATURAL AL MATRIMONIO NI MODIFICAR SUS CARACTERÍSTICAS NI SU FINALIDAD
CÁRITAS


La familia, comunidad natural EN DONDE SE EXPERIMENTA LA SOCIABILIDAD HUMANA, CONTRIBUYE EN MODO ÚNICO E INSUSTITUIBLE AL BIEN DE LA SOCIEDAD.

La comunidad familiar nace de la comunión de las personas: “La «comunión» SE REFIERE A LA RELACIÓN PERSONAL ENTRE EL «YO» Y EL «TÚ».
La «comunidad», en cambio, supera este esquema apuntando hacia una «sociedad», UN «NOSOTROS».

La familia, comunidad de personas, es, por consiguiente, la primera «sociedad» humana”.

EL SER HUMANO HA SIDO CREADO PARA AMAR Y NO PUEDE VIVIR SIN AMOR.

El amor, cuando se manifiesta en el don total de dos personas en su complementariedad, NO PUEDE LIMITARSE A EMOCIONES O SENTIMIENTOS, Y MUCHO MENOS A LA MERA EXPRESIÓN SEXUAL.

Una sociedad que tiende a relativizar y a banalizar cada vez más la experiencia del amor y de la sexualidad exalta los aspectos efímeros de la vida y oscurece los valores fundamentales.

Por ello se hace más urgente que nunca anunciar y testimoniar que LA VERDAD DEL AMOR Y DE LA SEXUALIDAD CONYUGAL SE ENCUENTRA ALLÍ DONDE SE REALIZA LA ENTREGA PLENA Y TOTAL DE LAS PERSONAS CON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA UNIDAD Y DE LA FIDELIDAD.


LA FAMILIA Y EL ESTADO.

Ha de afirmarse la prioridad de la familia respecto a la sociedad y al Estado.

La familia, al menos en su función procreativa, es la condición misma de la existencia de aquellos.

En las demás funciones en pro de cada uno de sus miembros, LA FAMILIA PRECEDE, POR SU IMPORTANCIA Y VALOR, A LAS FUNCIONES QUE LA SOCIEDAD Y EL ESTADO DEBEN DESEMPEÑAR.

LA FAMILIA, SUJETO TITULAR DE DERECHOS INVIOLABLES, ENCUENTRA SU LEGITIMACIÓN EN LA NATURALEZA HUMANA Y NO EN EL RECONOCIMIENTO DEL ESTADO.

La familia no está, por lo tanto, en función de la sociedad y del Estado, sino que LA SOCIEDAD Y EL ESTADO ESTÁN EN FUNCIÓN DE LA FAMILIA.

En contraposición a este principio, la introducción del divorcio en las legislaciones civiles ha alimentado una visión relativista de la unión conyugal Y SE HA MANIFESTADO AMPLIAMENTE COMO UNA «VERDADERA PLAGA SOCIAL».

MARCO DOCTRINAL Y ORIENTACIONES PASTORALES.

Las familias, lejos de ser sólo objeto de la acción política, pueden y deben ser sujeto de esta actividad, movilizándose para “procurar que las leyes y las instituciones del Estado no sólo no ofendan, SINO QUE SOSTENGAN Y DEFIENDAN POSITIVAMENTE LOS DERECHOS Y DEBERES DE LA FAMILIA.

En este sentido, las familias deben Crecer en la conciencia de ser «protagonistas» de la llamada «política familiar» y asumir la responsabilidad de transformar la sociedad”.

EL MATRIMONIO, FUNDAMENTO DE LA FAMILIA.

La familia tiene su fundamento en la libre voluntad de los cónyuges de unirse en matrimonio, respetando el significado y los valores propios de esta institución, QUE NO DEPENDE DEL HOMBRE, SINO DE DIOS MISMO.

La institución matrimonial, “fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes: LA ÍNTIMA COMUNIDAD CONYUGAL DE VIDA Y AMOR”, no es un efecto de convenciones humanas o imposiciones legislativas, sino que DEBE SU ESTABILIDAD AL ORDENAMIENTO DIVINO.

NINGÚN PODER PUEDE ABOLIR EL DERECHO NATURAL AL MATRIMONIO NI MODIFICAR SUS CARACTERÍSTICAS NI SU FINALIDAD, ya que el matrimonio tiene sus características propias originarias y permanentes.

Ni la sociedad, ni el Estado, ni aun los propios esposos, PUEDEN DISPONER DEL VÍNCULO MATRIMONIAL CON EL CUAL LOS ESPOSOS SE PROMETEN FIDELIDAD, ASISTENCIA RECÍPROCA Y APERTURA A LOS HIJOS.

El matrimonio tiene como rasgos característicos:

LA TOTALIDAD, en virtud de la cual se entregan recíprocamente en todos los aspectos de la persona, físicos y espirituales;

LA UNIDAD, que los hace “una sola carne” (Gen 2,24);

LA INDISOLUBILIDAD Y LA FIDELIDAD, que exigen la donación recíproca y definitiva; y

LA FECUNDIDAD, a la que natural, generosa y responsablemente está abierto.