lunes, 11 de junio de 2018


PARÁBOLA DEL BUEN SAMARITANO
 (Lc 10, 29-37)




·         Un hombre
Bajaba de Jerusalén a Jericó
y cayó en manos de unos asaltantes que le arrancaron la ropa,
lo golpearon sin piedad,
y se alejaron
dejándolo medio muerto

Es una de las parábolas de la misericordia, típicas de San Lucas, que resaltan este aspecto de la persona de Jesús.


Se la ha visto como una «parábola», pero el propio texto no la clasifica así (cf. Lc 12,16; 13,6. [18.20]; 15,3; 18,9; 19,11). Hay que interpretarla más bien como un «ejemplo» (en el sentido de exemplum en los tratados de Retórica).


Ofrece un modelo práctico de comportamiento cristiano, con sus exigencias radicales y el rechazo de determinadas actitudes. Su mensaje no es abstracto, no es una analogía de la verdad espiritual; hay que verlo en el «ejemplo» propuesto, que impacta por sí mismo.

Recursos narrativos del episodio:
a.             la tríada de personajes: el sacerdote, el levita, el samaritano;
b.             detalles de sabor palestinense: el aceite, el vino, la cabalgadura, la posada;
c.              estudiada ambigüedad de la respuesta que da el jurista: como buen judío, evita hablar de un «samaritano» y se refiere a él como «el que tuvo compasión de él».

No ayuda a entender la narración el observar incongruencias, por ejemplo: ¿va a poder un judío considerar a un samaritano como modelo de compasión?; ¿es posible que un samaritano se ponga a caminar por territorio de Judea?; o ¿cómo puede fiarse un posadero judío de un viajero samaritano?

El mensaje de la narración se sintetiza en la respuesta que da el jurista.


«Prójimo» es toda persona que encontremos en nuestro camino, todo aquel que pueda ser objeto de nuestra compasión y ayuda, por encima incluso de nuestros vínculos étnicos o de nuestras convicciones religiosas.

Las normas sobre la impureza que se contraía al tocar un cadáver también las observaban los samaritanos; pero no fueron obstáculo para que el protagonista de la parábola antepusiera su compasión y su entrega a cualquier prohibición legal que, en casos como éste, debe ser superada por la misericordia y el amor.

Pero el sentido de la palabra «prójimo» en la pregunta del jurista es muy distinto al que Jesús propone en su parábola. El jurista quiere saber qué significa 'prójimo' en el mandamiento de la ley 'amar al prójimo como a uno mismo'. Tanto en la ley como en la pregunta del doctor, 'prójimo' es la persona a quien debo amar y ayudar con un acto de misericordia.

Ciertamente la parábola responde, de manera directa a la pregunta del jurista; tu prójimo es el necesitado que encuentras en tu camino.

Pero Jesús amplía el concepto y le da un significado distinto: 'prójimo' es el que muestra benevolencia y 'cordialidad' para con los otros. Se ve en la pregunta que hace Jesús al final de la narración (v. 36) y en la respuesta que, a regañadientes, da el jurista (v. 37): se amplía el horizonte y se desenmascaran los esfuerzos del doctor por «justificarse» a sí mismo.


No vale plantear el problema en términos legales: ¿De quién era «prójimo» la víctima de los salteadores? ¿Del sacerdote? ¿Del levita? ¿Del samaritano? El planteamiento es al revés: ¿Quién de ellos «se hizo prójimo»? ¿Quién de ellos  se comportó como «prójimo» del que cayó en manos de bandidos?

No se puede decir que la parábola sea antijudía. Afirmar esto es alegorizar el texto. Lo más importante de la narración está en la invitación final: «Anda y haz tú lo mismo» (v 37)

Si se exalta la figura del samaritano es por el interés de Lucas por subrayar el universalismo del mensaje cristiano; eso es lo que le lleva a presentar a Jesús rodeado de los seres más despreciados de la sociedad judía. La polémica entre judaísmo y cristianismo (aun cuando pueda observarse en los evangelios) tuvo un desarrollo posterior del primitivo catolicismo y no tiene nada que ver con las preocupaciones del evangelista.

NOTAS EXEGETICAS


·         v 29 Queriendo justificarse
Quiere demostrar que su pregunta era pertinente, a pesar de que la respuesta fuese tan sencilla. Su actitud polémica se ve desde el v 25 «queriendo poner a prueba a Jesús».


·         ¿Quién es mi prójimo?
El jurista quiere saber hasta dónde alcanza el término ‘prójimo’, hasta dónde abarca la línea de demarcación que incluye a mi prójimo. El «ejemplo» que Jesús propone amplía los límites establecidos por Lv 19,16 33 34




·         v 30 Jesús prosiguió diciendo
Equivale a dar respuesta a una pregunta, = «contestó».

·         Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó
Según Flavio Josefo (Bell IV, 8, 3), la distancia entre ambas ciudades era de 150 estadios —28 kms— por parajes «desérticos y pedregosos». Josefo habla de una calzada romana sobre el valle de Wadi Qelt, que atraviesa el desierto de Judea hasta el Mar Muerto. La ruta es toda de bajada, desde 800 m/snm, altitud de Jerusalén, hasta 300 m., altitud de Jericó.

·         Jericó
La «ciudad de las palmeras» (2 Cr 28,15) volverá a aparecer en Lc 18,35; 19,1. No es la Jericó mencionada en el AT (Tell es-Sultan), sino la construida por Herodes el Grande al sur de la llanura del Jordán, sobre los meandros del Wadi Qelt.



Le asaltaron unos bandidos

Josefo cuenta que los esenios, cuando iban de viaje, llevaban armas para protegerse de los salteadores de caminos. Desde tiempos de San Jerónimo se ha localizado el lugar de este asalto en «la subida de Adummim» (= «Cuestabermeja»: Jos 18,17).


·         Le arrancaron la ropa
Naturalmente, con el propósito de robarle. Y así dejaron al pobre hombre, inconsciente y con el aspecto de un cadáver.

·         v. 31. Coincidió
Traducción exacta sería: «por casualidad», «por coincidencia».

·         Un sacerdote
Probablemente un sacerdote
que, después de cumplir su turno de servicio en el templo de Jerusalén, volvía a casa (Cf. Lc 1,5).


·         Dio un rodeo y pasó de largo
El sacerdote al pasar de largo quiere evitar contaminarse por contacto, o incluso por mera proximidad, con un cadáver (Cf. Nm 5,2c; 19,2-13). Si contraía la impureza debía ofrecer una oveja o una cabra. Pero no se contaminaba por enterrar a un pariente próximo (cf. Ez 44,25-27; Lv 5,3; 21,1-3).


·         v. 32. Un levita
De la tribu de Leví, tercer hijo de Jacob (Gn 29, 34). Los levitas ejercían funciones secundarias en templo. Su condición fue cambiando a lo largo de la historia. Muy pocos volvieron  del exilio (cf. Esd 2,36-43), pero consiguieron una consideración social, que les otorgaba derecho a cobrar el diezmo de los servicios sacerdotales (cf. Neh 10,37).


·         v. 33. Un samaritano
Actúa en contrapunto con los dos anteriores,
miembros respetables de la comunidad judía,
que tendrían que considerarlo prácticamente
como un pagano.

·         Que iba de viaje
El samaritano se encuentra fuera de su región,
Samaría, haciendo un viaje por Judea,
precisamente por ese mismo camino.

·         Le dio lástima
Lit.: «se le conmovieron las entrañas». Lo que el texto sugiere es que esta actitud del samaritano, por ser fundamentalmente humana, es esencialmente cristiana.


·         v. 34. Echándoles aceite y vino
Las provisiones que llevaba para su viaje. Era conocido el valor terapéutico de esos dos líquidos (Sab. 19,2). El aceite suaviza el ardor de las heridas: «La cabeza es una llaga, el corazón está agotado, de la planta del pie a la cabeza no queda parte ilesa: llagas, cardenales, heridas recientes, no exprimidas ni vendadas, ni aliviadas con ungüento ( = aceite)» (Is 1,5-6). En 2 Sm 16,2, el vino es «para que beban los que desfallezcan en el desierto». En el NT el aceite sirve, ante todo, para la unción de los enfermos (cf. Mc 6,13; Sant 5,14). El vino tiene efectos antisépticos.

·         A mi vuelta, ya te pagaré
En la obra de Lucas el verbo empleado para «pagar» tiene dos sentidos: a) el significado neutro de «dar», «entregar», «devolver» (cf. Lc 4,20; 9,42; 16,2; Hch 4,33; 5,8; 7,9; 10,40); b) el significado de «restituir», «devolver un préstamo», «cancelar una deuda» (cf. Lc 7,42; 10,35; 12,59; 19,8; 20,25).

·         v. 36. ¿Cuál de estos tres se hizo prójimo del que cayó en manos de los bandidos?
La traducción podría ser también: «¿Cuál de estos tres te parece que se hizo prójimo...?» Esta contrarréplica de Jesús al jurista cambia el sentido originario de la pregunta.
v. 37. El que tuvo compasión de él

Literalmente:

«el que hizo misericordia con él».

·         Pues anda y haz tú lo mismo

Es un imperativo enfático.







NATURALEZA Y FINALIDAD DE LAS PARÁBOLAS EVANGELICAS


·         Son el elemento más característico de la enseñanza de Jesús. Presentan el sello de su personalidad. Nada en los evangelios tiene un tono más claro de autenticidad.
·         Pero la interpretación de las parábolas es ya otra cuestión. No hay unanimidad.

·         El hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó es Adán;
·         Jerusalén, la ciudad celeste de la paz, que Adán perdió;
·         Jericó es la luna, significa la mortalidad, porque nace, crece, mengua y muere.
·         Los ladrones son el demonio y sus ángeles, que quitaron al hombre su inmortalidad, y lo dejaron medio muerto, debilitado por el pecado.
·         El sacerdote y el levita designan al sacerdocio y ministerio del AT, incapaces de procurar la salvación.
·         El Samaritano (= «guardián») es Jesús.
·         El aceite es la esperanza; el vino, el espíritu fervoroso.

·         La cabalgadura es la carne en que vino el Señor. Ser colocado sobre la cabalgadura es la fe en la encarnación de Cristo.
·         La posada es la Iglesia, donde los viajeros a la patria celestial reparan sus fuerzas.
·         El otro día es el que sigue a la resurrección del Señor.
·         Los dos denarios son el amor a Dios y al prójimo.
·         El posadero es el Apóstol Pablo.
·         El pago generoso es el celibato o el trabajar con sus propias manos para no ser una carga a nadie (Cf. Quaestiones Evangeliorum, III, 19).


·         Marcos interpreta de modo alegórico la parábola del sembrador Mateo las de la cizaña y la red y atribuyen su interpretación a Jesús. Ese método que se observa en los evangelistas se basa en un malentendido.

Pasaje decisivo es Mc 4,11-20: «A ustedes se les ha comunicado el misterio del reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean y por mucho que escuchen no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone»
Pero es un pasaje que contiene una lengua y estilo diferente a las sentencias de Jesús y de los Sinópticos, con palabras típicas de Pablo. Por consiguiente, se trataría de una sentencia tomada de la enseñanza apostólica.


En efecto, el pasaje recoge la doctrina de la Iglesia primitiva –expuesta en parte por Pablo– de que el pueblo judío estaba ciego al significado de la venida de Jesús, y que esto obedecía al misterioso designio del poder de Dios.  Pero nada permite suponer que Jesús no quisiera ser entendido por el pueblo en general y revistiera, por tanto, su enseñanza de formas ininteligibles.

Las parábolas no son alegorías difíciles de entender.

Los rabinos del tiempo de Jesús usaban parábolas en su enseñanza como método ordinario.

Los maestros griegos, en cambio, solían hacer interpretaciones alegóricas de los mitos para transmitir doctrinas esotéricas.
De los maestros cristianos se esperaba algo semejante. Esto dio lugar a interpretaciones erróneas.
¿Que son entonces las parábolas si no son alegorías?

Son formas de expresión propias de una mentalidad que ve la verdad en imágenes concretas en vez de concebirla por medio de abstracciones.

En Mc 12,33 un escriba expresa este juicio: «Amar al prójimo como a sí mismo VALE MÁS QUE TODOS LOS HOLOCAUSTOS Y SACRIFICIOS».  

Mt 5,23-24 expresa la misma idea: «Si al presentar tu ofrenda en el altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda».

La expresión concreta y descriptiva es la característica de Jesús en su predicación.  

·         En vez de decir: «La beneficencia no debe ser ostentosa»,
dice: «Cuando des limosna no toques la trompeta».

·         En vez de decir: «La riqueza es un grave obstáculo para la verdadera religión»,
dice: «Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios».
En esas expresiones figurativas ya está presente el germen de la parábola.

En su forma más sencilla, la parábola es una comparación tomada de la naturaleza o de la vida diaria que atrae al oyente por su viveza o singularidad y deja la mente con cierta duda sobre su enseñanza, de modo que estimula a una reflexión.

Nuestro lenguaje está lleno de metáforas muertas, por ejm: una idea «tiene garra»; los jóvenes «hacen castillos en el aire»; los economistas «ponen un dique» a la inflación. Sustituyen a un discurso riguroso. Las metáforas vivas son otra cosa: «Donde está el cadáver, se reunirán los buitres», «una ciudad edificada sobre un monte no puede pasar inadvertida», «procúrense tesoros que no se consumen», «si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».

Si se añaden detalles a las metáforas sencillas, pueden convertirse en una especie de cuadro.

«No se enciende una lámpara y se la pone bajo un celemín, sino sobre un candelero, para que ilumine a todos los que están en la casa».

«Nadie pone un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, pues el remiendo nuevo tiraría de el -lo nuevo de lo viejo- y se produciría un desgarrón peor»; «¿por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Déjame sacarte la paja del ojo cuando tienes una viga en el tuyo?».


·         La parábola suele ser una comparación, semejanza o símil
·         «qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que, se¿Con ntados en la plaza, se gritan unos a otros: ‘Hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentos, y no han llorado'». Ejemplo de esto son: el hijo que pide pan, el ojo como luz del cuerpo, los invitados a la boda, la higuera que anuncia el verano (Mc 13,29)
·         «qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que, se¿Con ntados en la plaza, se gritan unos a otros: ‘Hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentos, y no han llorado'». Ejemplo de esto son: el hijo que pide pan, el ojo como luz del cuerpo, los invitados a la boda, la higuera que anuncia el verano (Mc 13,29)
·         Pero puede suceder que la metáfora (o comparación) adopte la forma un relato y es la parábola propiamente dicha.

Puede ser muy breve: «El reino de Dios es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa».
Son parábolas breves la oveja perdida y la moneda perdida, el tesoro y la perla, el grano de mostaza, la semilla que crece calladamente y los dos hijos. Son más grandes las dos casas, el sembrador, el amigo importuno y algunas otras. Son extensas las de los talentos, el siervo despiadado (Mt 18,23-35), el hijo prodigo y los obreros de la viña.

No es posible trazar una línea precisa entre estas tres clases de parábola: sentencias figurativas, símiles y parábolas propiamente tales.
Un criterio gramatical:
·         La sentencia tiene un verbo,
·         el símil tiene más de un verbo,
·         la parábola una serie de verbos.
·         El símil suele describir un caso típico o frecuente,
·         La parábola describe un caso particular tratándolo como típico.
·         Pero una clase se mezcla con las otras, y todas provienen de una sola comparación. Los detalles dan relieve a la situación o a los hechos a fin de cautivar la imaginación.