lunes, 31 de julio de 2017

LA EVANGELIZACIÓN DEJA ENTRAR EN NUESTRO CORAZÓN EL AMOR, QUE ES LO QUE CONFIERE SENTIDO A TODO LO QUE HACEMOS POR LOS DEMÁS.

LA EVANGELIZACIÓN DEJA ENTRAR EN NUESTRO CORAZÓN EL AMOR, QUE ES LO QUE CONFIERE SENTIDO A TODO LO QUE HACEMOS  POR LOS DEMÁS.

(Lc 10, 38-42)
P. Carlos Cardó, SJ
En aquellos días Jesús y sus discípulos siguiendo su camino a Jerusalén entraron en un pueblo, y una mujer, llamada Marta, lo recibió en su casa.
Tenía una hermana llamada María, que se sentó a los pies del Señor y se quedó escuchando su palabra. Mientras tanto Marta estaba absorbida por los muchos quehaceres de la casa.
A cierto punto Marta se acercó a Jesús y le dijo: «Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola para atender? Dile que me ayude.» Pero el Señor le respondió: «Marta, Marta, tú andas preocupada y te pierdes en mil cosas: una sola es necesaria. MARÍA HA ELEGIDO LA MEJOR PARTE, QUE NO LE SERÁ QUITADA.»
Inmediatamente antes de este pasaje de Lucas está la parábola en la que Jesús se identifica con el Samaritano que tuvo compasión del hombre caído en el camino y le buscó una posada.
En el camino hacia Jerusalén, el Buen Samaritano busca alojamiento en casa de dos mujeres, Marta y María.
Ahora hay una casa que le aloja. EL QUE ENSEÑA A ACOGER, AHORA ES ACOGIDO.

Poco sabemos de estas dos mujeres que lo reciben: sólo que son las hermanas de Lázaro (cf. Jn 11, 1-5).
María podría ser la mujer que, en Betania, ungió al Señor antes de su pasión (Mc 14,3-9; Mt 26,6-13). Y algunos comentaristas creen que es la misma mujer que –según Lc 7, 36ss– se acercó a Jesús con un vaso de alabastro lleno de un perfume precioso que derramó sobre sus pies.
Marta critica a su hermana porque no la ayuda en los trabajos materiales, en que ella se afana para acoger a Jesús como es debido.
Pero Jesús le replica, invitándola a hacer suya la actitud de María que, a sus pies, escucha con atención su palabra.
SIN LA PALABRA DEL SEÑOR TODO PIERDE SU AUTÉNTICO VALOR E INCLUSO “SABOR”.
Se ha dicho tradicionalmente que MARTA REPRESENTA LA ACTIVIDAD Y MARÍA LA ORACIÓN. Pero no hay que contraponer a Marta con María ni a la acción con la oración, HAY QUE INTEGRARLAS.
Lo que enseña el texto de Lucas es que SE HA DE PURIFICAR LA ACCIÓN POR MEDIO DE LA ORACIÓN Y ESCUCHA DEL SEÑOR porque, sin esto, la acción –aunque sea buena y prolífera– puede perder orientación y convertirse en búsqueda de uno mismo.
Con la oración, que nos hace escuchar la Palabra, NUESTRA ACCIÓN SE AHONDA Y PURIFICA.

María ha escogido la parte mejor, y no se la quitarán. Jesús elogia la sencilla y sincera receptividad para la escucha.
CON ESA DISPOSICIÓN, LA PERSONA DEJA ENTRAR EN SU CORAZÓN EL AMOR, QUE ES LO QUE CONFIERE SENTIDO A TODO LO QUE HACE POR LOS DEMÁS.
“Lo único necesario” es EXPERIMENTAR VITALMENTE EL SER AMADO SIN CONDICIONES.
ESTO, Y SÓLO ESTO, DA AL CRISTIANO LA ÍNTIMA CERTIDUMBRE DE LA QUE BROTA LA CALMA Y LA QUIETUD FRENTE A TODA CIRCUNSTANCIA.
EL DEBER NO BASTA. HAY QUE DESCUBRIR EL VALOR DE LO GRATUITO.
Ya los profetas lo habían intuido: “Se salvarán si se convierten y se calman; pues en la confianza y la calma esta su fuerza”, dice Isaías (30,15).
NECESITAMOS INTEGRACIÓN PERSONAL Y CALMA INTERIOR PORQUE ANDAMOS DIVIDIDOS Y ANSIOSOS.

Los quehaceres materiales y los negocios del mundo ahogan en nosotros, como zarzas y malezas, la semilla sembrada en nuestra tierra.
NECESITAMOS PARAR, RECOGERNOS EN NUESTRO INTERIOR Y PONERNOS A LOS PIES DEL MAESTRO CADA DÍA.

Él nos recordará: Busquen, más bien, el Reino y todas las cosas se les darán por añadidura (Mt 6,33; Lc 12,31).

Dejar de escuchar la palabra del Señor, por muchas pretendidas obras buenas e importantes que se hagan, SIGNIFICA TANTO COMO APARTARSE DEL REINO Y CORRER EL RIESGO DE ECHARSE A PERDER.

Pensemos, pues, en lo importante que es saber integrar el servicio a los demás con la escucha de la palabra de Jesús, sin tratar de rebajar ésta con falsos pretextos.
Al mismo tiempo, el pasaje de Marta y María nos recuerda que Dios está llamando continuamente a nuestra puerta. 
Lo que pasa es que no queremos oír su llamada o no sabemos cómo acogerlo. Pero hay algo que el texto evangélico hace evidente:
Cuando Cristo llama a mi puerta en la forma de un hombre o una mujer que necesita mi ayuda, lo que debo hacer no puede consistir solamente en darle cosas (por valiosas que sean, y que a fin de cuentas es Él mismo quien nos las da), sino ante todo hacerme consciente de que es Él quien viene a mí como un regalo en ese hermano o hermana que ha tocado a mi puerta.

Esto, pues, debe reflejarse en el trato que le doy. Quien a ustedes acoja a mí me acoge (Mt 10,40).“Hospes sicut Christus”, al huésped se le recibe como a Cristo, dice la regla benedictina:

“Recíbanse a todos los huéspedes que llegan como a Cristo. …Y al recibir a pobres y peregrinos se tendrá el máximo de cuidado y solicitud, porque en ellos se recibe especialmente a Cristo, pues cuando se recibe a ricos, el mismo temor que inspiran, induce a respetarlos” (Regla de San Benito).

QUIEN ENCUENTRA A LA PERSONA QUE ANDABA BUSCANDO Y QUE LO LLENA DE ALEGRÍA, LA PREFIERE POR ENCIMA DE LAS DEMÁS.

QUIEN ENCUENTRA A LA PERSONA QUE ANDABA BUSCANDO Y QUE LO LLENA DE ALEGRÍA, LA PREFIERE POR ENCIMA DE LAS DEMÁS.

(Mt 13,44-52)
P. Carlos Cardó, SJ

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: "EL REINO DE LOS CIELOS SE PARECE A UN TESORO ESCONDIDO EN UN CAMPO.

El que lo encuentra lo vuelve a esconder y, lleno de alegría, va y vende cuanto tiene y compra aquel campo.

El Reino de los cielos se parece también a un comerciante en perlas finas que, al encontrar una perla muy valiosa, va y vende cuanto tiene y la compra.

También se parece el Reino de los cielos a la red que los pescadores echan en el mar y recoge toda clase de peces. Cuando se llena la red, los pescadores la sacan a la playa y se sientan a escoger los pescados; ponen los buenos en canastos y tiran los malos.

Lo mismo sucederá al final de los tiempos: vendrán los ángeles, separarán a los malos de los buenos y los arrojarán al horno encendido. Allí será el llanto y la desesperación. ¿Han entendido todo esto?" Ellos le contestaron: "Sí". Entonces Él les dijo:

"Por eso, todo escriba instruido en las cosas del Reino de los cielos es semejante al padre de familia, que va sacando de su tesoro cosas nuevas y cosas antiguas".
Tres pequeñas parábolas de Jesús sobre el Reino de Dios. La primera habla de un campesino que ha encontrado un tesoro escondido.
En la antigüedad se escondían tesoros en vasijas o cofres bajo tierra. Según las leyes judías, si alguien fortuitamente los encontraba, se podía hacer dueño de ellos comprando el campo.
El campesino de la parábola vende todo lo que tiene para poder adquirirlo.
En la segunda parábola el protagonista es un mercader de perlas que encuentra una de gran valor. Y, lo mismo, vende todo lo que tiene y la adquiere.
Es lo central de la parábola: quien encuentra el tesoro o la perla decide venderlo todo y adquirir esos bienes porque valen más.

Es el valor de la decisión que permite adquirir el bien mayor; por eso las parábolas PONEN EL ACENTO EN “VENDERLO TODO” PORQUE EL REINO DE DIOS –SIMBOLIZADO EN EL TESORO Y LA PERLA– VALE MUCHO MÁS. FRENTE A ÉL TODO HA DE SER RELATIVIZADO.
Pero no se trata de una obligación impuesta desde el exterior que se asume a regañadientes, SINO DE UNA DECISIÓN FRUTO DE LA ALEGRÍA QUE SIENTE LA PERSONA: POR LA ALEGRÍA QUE LE DA… VENDE TODO.
DECISIONES ASÍ SE PRODUCEN EN EL CAMPO DEL AMOR HUMANO: QUIEN ENCUENTRA A LA PERSONA QUE ANDABA BUSCANDO Y QUE LO LLENA DE ALEGRÍA, LA PREFIERE POR ENCIMA DE LAS DEMÁS.

Ocurre también con el amor a Dios:

SÓLO UN GRAN AMOR A ÉL PUEDE HACER QUE SE RELATIVICEN ANTE ÉL TODAS LAS COSAS DEL MUNDO.

No porque pierdan valor o atractivo, sino porque sólo tienen sentido en función de lo que se ama.
El Evangelio no dice que el campesino del tesoro y el mercader de la perla echen todo a rodar, sino que INVIERTEN LO QUE POSEEN PARA ADQUIRIR LO QUE VALE MÁS. UNO NO “PIERDE” NADA; MÁS BIEN LO GANA TODO. DIOS NO QUITA NADA; MÁS BIEN DIOS LO DA TODO. ES LA RAZÓN POR LA CUAL, PARA SEGUIR A JESÚS, LOS DISCÍPULOS DEJAN REDES Y BARCA, ESPOSA, HIJOS, CAMPOS.
Pablo dirá que, ante la “sublimidad del conocimiento de Cristo”, todo lo que antes era para él ganancia, ahora lo considera pérdida.
En este sentido las parábolas del tesoro encontrado y de la perla preciosa NOS HACEN COMPRENDER QUE EL AMOR DE DIOS, SU REINO, LA PERSONA DE JESÚS Y SU MENSAJE, UNA VEZ DESCUBIERTOS COMO EL VALOR SUPREMO, LLENAN A LA PERSONA DE UNA ALEGRÍA TAN ÍNTIMA (“ALEGRÍA INEFABLE Y GLORIOSA”, DICE SAN PEDRO – 1PE 3,8) QUE SE DETERMINA A DEDICARLE LA VIDA ENTERA.

Todos los santos lo han vivido y lo han expresado de mil maneras: “Desde que supe que hay Dios DESCUBRÍ QUE NO PODÍA HACER OTRA COSA QUE SERVIRLE”, decía el beato Carlos de Foucauld.

“¡Tarde te amé, hermosura, siempre antigua y siempre nueva!, ¡qué tarde te conocí!”, San Agustín.

“Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad, todo mi haber y mi poseer..., dadme vuestro amor y gracia que ésta me basta”, san Ignacio de Loyola.

Finalmente, la parábola de la red hace comprender que EL SEÑOR A TODOS LLAMA Y CAPACITA PARA QUE ALCANCEN LA ALEGRÍA QUE ANDAN BUSCANDO, LA ALEGRÍA DE SU REINO.

En la Iglesia no estamos sólo los puros, ni está compuesta únicamente de santos. EL SEÑOR CONVOCA A TODOS, JUSTOS Y PECADORES.
En su mesa no se niega la fraternidad a ningún hijo de Dios.
Y una vez reunidos, como los peces en la red, EL SEÑOR TIENE PACIENCIA, ESPERA A QUE NOS CONVIRTAMOS A ÉL DE VERDAD Y NO NIEGA A NADIE SU TIEMPO OPORTUNO. LA FE ES ESO, LLAMADA Y RESPUESTA, DON Y RESPONSABILIDAD, GRACIA DIVINA Y LIBERTAD HUMANA, CRUZ Y RESURRECCIÓN. 

PARA TOMAR ESTAS DECISIONES QUE DAN SENTIDO A LA VIDA Y MANTENERNOS FIELES A ELLA, VENIMOS A LA EUCARISTÍA: EN ELLA NOS ALIMENTAMOS DEL PAN DE LOS FUERTES, QUE ES PAN TAMBIÉN DE LOS DÉBILES Y DE LOS PEREGRINOS.

En ella se actualiza para nosotros aquel acto supremo de decisión que hizo Jesús para salvarnos: “Porque él mismo, antes de su pasión, voluntariamente aceptada, cenando a la mesa con sus discípulos tomo el pan… y dijo: Tomen, coman, esto es mi cuerpo que va a ser entregado”.
Alimentados de su cuerpo, NOS HACEMOS CAPACES TAMBIÉN NOSOTROS DE VIVIR UNA VIDA HECHA ENTREGA, PARA EN TODO AMAR Y SERVIR COMO ÉL.