¿SABÍAS QUE EL AMOR
DE DIOS EN TODA SITUACIÓN HUMANA DE DOLOR, DE MALDAD Y DE MUERTE NOS LIBERA Y NOS
SALVA?
(Mt 16, 21-28)
P. Carlos Cardó, SJ
En aquel
tiempo, comenzó Jesús a anunciar a sus discípulos que tenía que ir a Jerusalén
para padecer allí mucho de parte de los ancianos, de los sumos sacerdotes y de
los escribas; que tenía que ser condenado a muerte y resucitar al tercer día.
Pedro se
lo llevó aparte y trató de disuadirlo, diciéndole: "No lo permita Dios,
Señor. Eso no te puede suceder a ti". Pero Jesús se volvió a Pedro y le
dijo: "¡Apártate de mí, Satanás, y no intentes hacerme tropezar en mi
camino, porque tu modo de pensar no es el de Dios, sino el de los
hombres!".
Luego
Jesús dijo a sus discípulos: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a
sí mismo, que tome su cruz y me siga.
Pues el
que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la
encontrará.
¿DE QUÉ LE SIRVE A UNO GANAR EL MUNDO
ENTERO, SI PIERDE SU VIDA? ¿Y QUÉ PODRÁ DAR UNO A CAMBIO PARA RECOBRARLA?
Porque el
Hijo del hombre ha de venir rodeado de la gloria de su Padre, en compañía de
sus ángeles, y entonces LE DARÁ A CADA
UNO LO QUE MERECEN SUS OBRAS".
El contexto de estas palabras de Jesús es el anuncio que ha hecho a sus
discípulos de lo que le va a pasar en Jerusalén, adonde se dirigen.
En la santa
ciudad mueren los profetas enviados de Dios. Allí lo harán padecer y morir en
una cruz; los fariseos y las autoridades religiosas ya lo han decidido.
Por eso comenzó Jesús a manifestar a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén y padecer mucho allí (16,21).
Pero este padecer mucho REMITE A UN MISTERIO QUE SE NOS TIENE QUE
REVELAR: EL MISTERIO DE LA PASIÓN DE JESÚS POR TODOS NOSOTROS, QUE LO LLEVA A
PADECER CON NOSOTROS Y A ASUMIR COMO PROPIO EL SUFRIMIENTO, EL MAL Y LA MUERTE
DE SUS HERMANOS Y HERMANAS.
No es el sufrimiento por sí solo lo que salva, SINO EL AMOR Y LA CONFIANZA CON QUE JESÚS LO ASUME, HACIENDO
PRESENTE A DIOS EN ÉL CON TODO EL PODER SALVADOR DE SU AMOR.
De este MODO JESÚS INTRODUCE EL
AMOR DE DIOS EN TODA SITUACIÓN HUMANA DE DOLOR, DE PECADO Y DE MUERTE PARA
QUE EN ELLA ESTÉ SIEMPRE PRESENTE EN FAVOR DE LOS QUE SUFREN LA FUERZA DEL AMOR
DE DIOS, QUE LIBERA Y SALVA.
Los sufrimientos y la muerte de Jesús hacen ver hasta qué extremos llega
el amor que Dios nos tiene.
Un lenguaje así
puede chocar con la manera habitual de pensar de los hombres. Por eso, Pedro en particular no lo
entiende y llevando aparte a
Jesús, comenzó a reprenderlo. Pero recibe de Jesús (16,17-19) la más
severa reprimenda: Ponte detrás,
Satanás…, tú no piensas como Dios, sino como los hombres.
Están los
pensamientos de Dios y los pensamientos de los hombres; EL DISCÍPULO PREFERIDO AÚN NO HA DADO EL PASO.
Después de esto,
Jesús invita a sus discípulos a seguirlo, a recorrer con Él
su camino hasta el final y asumir su estilo de vida con todas sus consecuencias.
El discípulo –CADA UNO DE NOSOTROS– HA
DE SER UN REFLEJO DE SU MAESTRO.
Es lo que
quiere: la identificación con Él PARA
QUE SU VIDA, SUS PALABRAS Y OBRAS, SE PROLONGUEN EN LA COMUNIDAD DE SUS
DISCÍPULOS.
La condición
para lograrlo es clara: Niéguese a sí
mismo, nos dice.
NIEGUE CADA CUAL SU FALSO YO
–DEFORMADO POR EL EGOÍSMO Y EL PECADO– PARA HACER NACER SU YO AUTÉNTICO, QUE
SE REALIZA EN EL AMOR, EN LA ENTREGA, EN EL SERVICIO SIN RESERVAS.
Y añade: Lleve su cruz, la cruz de cada
uno, QUE ES LA LUCHA CONTRA EL MAL QUE
ACTÚA EN MÍ, LA LUCHA CONTRA MI EGOÍSMO; ES MI TAREA, QUE NADIE PUEDE HACER POR
MÍ.
Llevar la cruz
significa también ASUMIR LAS CARGAS DE
SUFRIMIENTO QUE LA VIDA IMPONE Y VER LA PRESENCIA DE DIOS EN ELLAS.
Entonces se
revela el sentido que pueden tener y el bien al que pueden contribuir si se
viven con Dios.
No se trata de
añadir sufrimientos a los que la vida misma y las exigencias del compromiso
cristiano normalmente imponen.
Se trata de
aprender a llevar el sufrimiento como Cristo nos enseña, SABIENDO, ADEMÁS, QUE NUNCA ESTAREMOS SOLOS, PUES JESÚS VA DELANTE
CON SU CRUZ COMO QUIEN ABRE Y FACILITA EL CAMINO.
Quien quiera salvar su propia
vida la perderá. Estas palabras de Jesús expresan una gran verdad: que QUIEN VIVE QUERIENDO PONERSE A RESGUARDO DE
TODA PÉRDIDA, DE TODA RENUNCIA, DE TODA DONACIÓN…, ESE TAL, ECHA A PERDER
SU VIDA, PORQUE LA VIDA ES RELACIÓN Y SE REALIZA EN EL AMOR, QUE CONSISTE EN
DAR Y RECIBIR.
Debemos enseñar
a nuestros jóvenes que no sólo por motivos religiosos sino por razones
psicológicas y sociales, LA CAPACIDAD
DE ASUMIR EL DOLOR QUE TODA VIDA SOPORTA, EL SABER RENUNCIAR A LA SATISFACCIÓN
INMEDIATA Y CAPRICHOSA DE LOS PROPIOS IMPULSOS EN FUNCIÓN DE VALORES SUPERIORES
Y DE UN PROYECTO DE VIDA DE METAS ALTAS, ESTO FORMA PARTE DE LA FORMACIÓN DEL
ADULTO.
No hay que
elegir el camino fácil sino la meta.
LA VIDA ES AMAR, DAR DE SÍ CON
GENEROSIDAD, EN ESO ESTÁ EL SECRETO DE LA VERDADERA FELICIDAD Y DEL
VERDADERO ÉXITO.
Fuera de esta
perspectiva, aunque gane el mundo entero, LA
VIDA NO SE LOGRA, SE MALOGRA.
Muchas veces
hallaremos difícil esta exigencia. Pero confiamos en el Señor que nos asegura
su compañía y apoyo constante.
ÉL NOS HACE COMPROBAR QUE EL
AMOR SUAVIZA LO QUE LAS EXIGENCIAS TIENEN DE COSTOSO.