domingo, 15 de mayo de 2016

ACEPTAMOS A LOS DEMÁS TAL COMO SON Y LOS HACEMOS SENTIRSE LLAMADOS, ACOGIDOS, Y COMPRENDIDOS, INCLUSO GENTE DE MAL VIVIR?


¿ACEPTAMOS A LOS DEMÁS TAL COMO SON Y LOS HACEMOS SENTIRSE LLAMADOS, ACOGIDOS, Y COMPRENDIDOS, INCLUSO  GENTE DE MAL VIVIR?

Despojemos a la imagen del pastor de los tonos sentimentales con que se la ha pintado, y a la imagen de las ovejas de la connotación de falta de personalidad, docilidad o masificación.

Lo que Jesús quiso señalar al designarse como el pastor bueno fue lo más nuclear de su persona: ÉL SUPO AMAR DE VERDAD Y SÓLO BUSCÓ HACER EL BIEN.

Y POR ESO JESÚS ATRAE Y FASCINA HASTA HOY, LO AMAN Y VENERAN NO SÓLO LOS CRISTIANOS SINO TAMBIÉN LOS DE OTRAS TRADICIONES RELIGIOSAS Y AUN MUCHOS NO CREYENTES: POR SU AMOR, POR SU NO VIOLENCIA, POR SU BONDAD.

“ALLÍ ACTUABA UN HOMBRE SIMPLEMENTE BUENO, COSA QUE NO HABÍA OCURRIDO ANTES” (E. Bloch).

Pero ¿cómo pudo Jesús amar con la solicitud y entrega tan plena que Él describe cuando habla de sí mismo como el pastor bueno?

La respuesta la encontramos en la última frase del texto: “El Padre y yo somos uno”.

Esto quiere decir que por esa singularísima relación de hijo a padre que Jesús mantenía con Dios, Y QUE SE MANIFESTABA:

COMO UNA COMPENETRACIÓN TOTAL EN LAS PERSONAS,
UNA ARMONÍA PLENA DE VOLUNTADES,
UN SOLO QUERER Y OBRAR,
POR ELLO MISMO ESTABA UNIDO A TODOS LOS HIJOS E HIJAS DE DIOS.

De esta pertenencia a Dios brotó aquella apertura suya que lo llevaba A ACEPTAR A TODOS POR IGUAL, PUES TODOS ERAN PARA ÉL HIJOS E HIJAS QUERIDOS POR SU PADRE DEL CIELO.

Por ello se situaba ante los demás sin asomo de búsqueda interesada de sí mismo, y todos podían presentarse ante Él TAL COMO ERAN Y SENTIRSE ACOGIDOS, COMPRENDIDOS Y LLAMADOS: HOMBRES, MUJERES Y NIÑOS DE TODA CONDICIÓN, JUDÍOS Y NO JUDÍOS, SANOS Y ENFERMOS, POBRES Y RICOS, INCLUSO AQUELLOS QUE ERAN TENIDOS POR IMPUROS O GENTE DE MAL VIVIR. (Mc 7,15; 2,16s; Lc 15,ls).

El amor de Dios por nosotros se hizo realidad palpable en Él.
Más aún, Jesús no fue sólo un testigo del amor de Dios, SINO EL CUMPLIMIENTO DEL AMOR SALVADOR E INCONDICIONAL DE DIOS POR NOSOTROS.

Por eso Jesús fue diferente:

POR SU SENSIBILIDAD Y COMPASIÓN HACIA EL DOLOR DE LOS DEMÁS,
POR SU SIMPATÍA ACTIVA CON TODOS (CF. MT 9,36; 15,32) Y
POR SU COMPROMISO INCANSABLE EN SU FAVOR.

Al tratar con Él,
LOS POBRES PERCIBÍAN QUE ERA POSIBLE SU LIBERACIÓN (Lc 4,18-21; Mt 11,4s),
LOS ENFERMOS Y NECESITADOS SENTÍAN A DIOS CERCANO (Mt 25,31-45),
LOS EXCLUIDOS ADVERTÍAN QUE ERAN TENIDOS EN CUENTA Y FORTALECIDOS PARA INTEGRARSE CON DIGNIDAD EN LA SOCIEDAD Y DESARROLLAR SU PROPIA ESTIMA (Mt 11,19 par; Mc 2,14-17).

Al verlo, los discípulos -y más tarde las comunidades cristianas- aprendieron a forjar relaciones nuevas entre sí y a ejercitarse EN UNA CONVIVENCIA SIN VIOLENCIA, CON RESPETO Y APRECIO MUTUO (Mc 2,15-17; 3,18s; Mt 5,43-48 par).

Nadie puede recordar a Jesús SIN SENTIRSE MOVIDO A ESTABLECER RELACIONES SOLIDARIAS, A CREAR FRATERNIDAD Y UNIÓN PORQUE ESTO FUE LO QUE JESÚS HIZO Y ESTE FUE EL DESEO MÁS PROFUNDO DE SU CORAZÓN.

Por eso, cuando Jesús dice que Él es el buen pastor que conoce y guía a sus ovejas, que estas lo siguen y Él les da vida eterna, LO QUE HACE ES HABLARNOS DE LA TERNURA PATERNAL-MATERNAL DE DIOS, QUE ÉL, SU HIJO ENVIADO, HA VENIDO A REVELAR.

El Dios que, por boca de los profetas –concretamente  Ez 34 y en el Salmo 23- reivindica para sí el título de pastor auténtico y lleno de cariño, se realiza históricamente en Jesús, BUEN PASTOR DE SU PUEBLO Y DE LA HUMANIDAD.

La relación que Él establece con sus discípulos está hecha de intercambio mutuo, de intimidad y de afecto.

Por eso dice: “Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen”.
EL PASTOR NO JUZGA, LLAMA A CADA UNO POR SU NOMBRE Y LOS ACEPTA COMO SON.
POR ESO LO SIGUEN Y SE DEJAN GUIAR POR SUS ENSEÑANZAS.

SU SOLICITUD POR LOS SUYOS CONSTITUYE LA FUENTE DE INSPIRACIÓN DE SUS SEGUIDORES, QUE SE MUEVEN A ADOPTAR SU ESTILO DE VIDA Y ASUMIR SU FORMA DE TRATAR A LOS DEMÁS COMO PRINCIPIO DE SU PROPIA ACTUACIÓN.

“YO LES DOY VIDA ETERNA Y NO PERECERÁN PARA SIEMPRE, NADIE ME LAS PODRÁ QUITAR”.

Es la promesa que hace Jesús a los que lo siguen: que llegarán a realizar el anhelo más profundo que tiene todo ser humano A UNA VIDA PLENA, CARGADA DE SENTIDO, FECUNDA, LIBRE DE AMENAZAS, FELIZ PARA SIEMPRE Y NO SÓLO HASTA LA MUERTE.

UNA VIDA ASÍ ES LA VIDA SALVADA, QUE SÓLO PUEDE VENIRNOS DE DIOS COMO EL DON POR EXCELENCIA.

Ahora bien, Jesús nos hace ver que ese don es ya ahora una realidad para quien cree en El.
ES DECIR, QUIENES ASUMEN LOS VALORES Y ACTITUDES QUE ÉL MANIFIESTA, EXPERIMENTAN LA CERTEZA DE VIVIR UNA EXISTENCIA BIEN ENCAMINADA HACIA UNA PLENA Y ETERNA REALIZACIÓN EN DIOS.

Quienes se confían a Él y comulgan con Él tienen a Dios de su parte, Y CUENTAN CON EL MISMO JESÚS COMO EL GARANTE DE SUS VIDAS.

“No perecerán para siempre y nadie me los podrá quitar” PORQUE LLEVAN UNA VIDA CON VALIDEZ DURADERA, DEFINITIVA, UNA VIDA QUE ES PARTICIPACIÓN DE LA VIDA MISMA DE DIOS INMORTAL.

“Mi Padre, que me las ha dado, es superior a todos, y nadie puede arrebatármelas”.

El Padre de nuestro señor Jesucristo nos ha confiado a Él, NADA NOS PUEDE FALTAR, NADA DEBEMOS TEMER

No hay comentarios:

Publicar un comentario