viernes, 12 de agosto de 2016

El Pan y el Vino se Constituyen en la Semilla de la Inmortalidad y Anticipo de la Vida Eterna.

El Pan y el Vino  se Constituyen en la Semilla de la Inmortalidad y Anticipo de la Vida Eterna.

La Comunión con Dios se da en la Eucaristía (Eucharistein: ´´Dar Gracias”) instituida por Jesús en la última cena.

La Eucaristía es el centro de la vida de la Iglesia.

Siguiendo las costumbres judías, Jesús se sirvió el cáliz de bendición, es decir la tercera copa que bebieron todos los apóstoles y les dijo:
             ´´Hagan esto en conmemoración mía”.

En Capernaum Jesús dijo: ´´Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma este pan vivirá para siempre” (En mi Reino).   

Entonces los cristianos acudían asiduamente y con perseverancia a comulgar con alegría y sencillez de corazón.

Así, el pan y el vino  se constituyen en la semilla de la inmortalidad y anticipo de la vida eterna.
                        Es un Misterio de Fe.

´´La Multiplicación de los Panes” fue una prefigura de la Comunión.

La Eucaristía se celebraba en Corinto, 50 años d.c. en las casas de las familias cristianas en una cena fraterna.

En los Discípulos de Emaús se patentiza la comunión con el Pan.

Nos hace descubrir su amor y su entrega a la humanidad.
Ella nos acompaña en el camino de la vida y nos hace testigos de esperanza para la humanidad, y mantiene nuestra fe.

Por tu piedad, este pan me servirá como medicina saludable de mi cuerpo y de mi alma.

Me Fortalece llenándome del Espíritu Santo, conformando con Dios un solo cuerpo y un solo espíritu.

Nos dejó una prenda de su amor, invitándonos a su pascua como recuerdo de su muerte y resurrección.

El evangelio de Juan no habla de la ultima cena pero prepara la Eucaristía con ´´El Discurso del Pan de Vida”.


Cuando comulgamos se debe intensificar nuestra vocación por llevar una vida igual a la vida de Jesús que nos enseñó a través de sus dichos y de sus hechos.

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