¿ESTAMOS COLABORANDO
PARA QUE NUESTROS HERMANOS TENGAN UNA VIDA DIGNA?
Uno de los filósofos
más grandes del siglo XX, Ludwing Wittgenstein, vivió una experiencia que
cambió profundamente su manera de comprender la fe.
Estando en los campos
de Austria, donde se había retirado de la academia haciéndose profesor de una
escuelita rural, vio pasar todo un contingente de soldados nazis, la tropa
llevaba adelante una caja de acero en donde se guardaba el Santísimo
Sacramento.
¡Es tan fácil
manipular la experiencia religiosa!, es muy fácil torcer los símbolos,
volviéndolos ideologías, o mecanismos de exclusión o de opresión, CUANDO SE VEN EN SÍ MISMOS Y NO SE
RELACIONAN CON NUESTRAS PRÁCTICAS DE VIDA.
Esta anécdota de
Wittgenstein nos hace pensar que no basta con creer y repetir frente al
Sacramento de la Eucaristía que “Ese es el Cuerpo de Cristo”, SINO QUE ES NECESARIO LLEVAR UNA VIDA
CONFORME A ESE SACRAMENTO QUE RECIBIMOS.
En otras palabras, la
experiencia eucarística no es simplemente decir que esa hostia que está allí y
que comemos es el Cuerpo de Cristo, SE
TRATA MÁS BIEN DE LA EXPERIENCIA DE PARTICIPAR DEL CUERPO DE CRISTO, O SEA, DE
HACERNOS NOSOTROS MISMOS CUERPO DE CRISTO.
Yo me lleno de
angustia y de tristeza cuando veo que reviven en la iglesia, y animada por
gente estudiada y hasta médicos, esas visiones eucarísticas mágicas, donde dicen
que aparece la hostia sangrando o convertida en un pedazo de carne.
ESTA
ES UNA VISIÓN INGENUA, MÁGICA Y CONTRARIA A LA EXPERIENCIA DE FE CRISTIANA.
El milagro eucarístico
no consiste en ese horror, SINO EN
TRANSFORMAR NUESTRAS VIDAS INCORPORÁNDOLAS A JESUCRISTO.
Y digo que es un
horror, porque a mí me parece más escena de una película de terror.
Si yo como sacerdote
estoy en la consagración y en lugar de hostia me aparece un pedazo de carne, yo
creo que no digo: ¡milagro, milagro!, sino que salgo despavorido por semejante
cosa.
Lo central de la
Eucaristía es participar, nosotros mismos, del cuerpo de Cristo, y esa
participación estamos llamados a hacerla en tres dimensiones simultáneamente: A NIVEL PERSONAL, FAMILIAR Y SOCIAL.
A nivel personal NOS INCORPORAMOS A CRISTO DEJÁNDONOS
TRANSFORMAR POR EL, ASUMIENDO EN NUESTRA VIDA LOS MISMOS SENTIMIENTOS Y
ACTITUDES DE JESÚS.
Comulgar es una
experiencia personal, cuando el sacerdote o el ministro que da la comunión me
dice: “Cuerpo de Cristo”, yo digo “amén”, o sea, yo digo “sí”, YO QUIERO SER CUERPO DE CRISTO, QUIERO QUE
MI VIDA ESTÉ ORIENTADA AL SERVICIO, Y QUE MI VIDA SEA ENTREGA A LOS DEMÁS.
Esto ya nos abre a una
dimensión comunitaria, el Cuerpo de Cristo ES
LA FAMILIA, LA COMUNIDAD DONDE SE COMPARTE LA VIDA Y LA FE, EN LA IGLESIA Y
FUERA DE LA IGLESIA.
La dimensión personal
de la fe está siempre acompañada de la dimensión comunitaria.
Tener la experiencia
personal de ser hijos de Dios ES AL
MISMO TIEMPO TENER LA EXPERIENCIA COMUNITARIA DE SER HERMANOS.
¿QUÉ
ES LO QUE HACE LA EUCARISTÍA EN NOSOTROS?
Hacernos Cuerpo de Cristo, Comunidad, Pueblo de
Dios.
Por
eso en este pasaje de la multiplicación de los panes, el evangelista nos pone
al principio un pueblo disperso, una multitud informe, Y CON EL GESTO DE PARTIR EL PAN JESÚS LO TRANSFORMA EN UN PUEBLO
SOLIDARIO, UN PUEBLO QUE COMPARTE, UN PUEBLO EN EL QUE TODOS SE ALIMENTAN BIEN
Y TODOS VIVEN DIGNAMENTE.
Ese
es el culto eucarístico, esa es la oración que Dios quiere que vivamos, CONSTRUIR UNA SOCIEDAD DONDE TODOS PUEDAN
COMER Y VIVIR DIGNAMENTE, Y SOBREN DOCE CANASTOS, ES DECIR, DONDE HAYA
SOBREABUNDANCIA DE VIDA, Y NO LO QUE TENEMOS HOY SOBREABUNDANCIA DE HAMBRE Y DE
EXCLUSIÓN.
Como
en la anécdota del filósofo hemos retorcido el sentido del símbolo.
La
eucaristía que ES EL SIGNO DE LA
INCLUSIÓN POR EXCELENCIA SE NOS HA VUELTO MECANISMO DE EXCLUSIÓN, INSTRUMENTO
PARA DECIR ESTOS SON BUENOS Y ESTOS NO, O PARA DEFINIR QUIENES DEBEN ESTÁN
ADENTRO Y QUIENES AFUERA.
Es
verdad que la Iglesia es el cuerpo de Cristo, pero el Cuerpo de Cristo es más
que la Iglesia, y ésta es LA TERCERA
DIMENSIÓN QUE QUIERO RESALTAR: LA SOCIAL, LA UNIVERSAL.
Pertenecer
al cuerpo de Cristo ES TRASFORMAR
NUESTRA VIDA PERSONAL, NUESTRA VIDA FAMILIAR Y DE IGLESIA, PERO TAMBIÉN TRANSFORMAR
NUESTRA RELACIÓN CON EL MUNDO.
El
mundo entero es también el Cuerpo de Cristo, y entonces AL COMULGAR NOS ESTAMOS COMPROMETIENDO A CONSTRUIR UN MUNDO MÁS
SOLIDARIO, UN MUNDO MÁS JUSTO.
Recordemos
lo que nos ha dicho repetidamente el Papa Francisco:
La Iglesia no puede ser auto-referencial, la Iglesia está al
servicio del Reino de Dios.
NO ES EL REINO PARA LA IGLESIA SINO LA IGLESIA PARA EL REINO.
NO ES EL REINO PARA LA IGLESIA SINO LA IGLESIA PARA EL REINO.
Hace poco, muchos
creyentes salieron a arrodillarse acá en Cartagena en la plaza de la paz, la
plaza se llenó de creyentes que con toda la buena voluntad del mundo pedían no
quitar la oración de las sesiones públicas, pues una fallo judicial había “tumbado” una ley del “honorable concejo de
Cartagena” que promulgaba como obligatorios la oración y los abrazos en los
actos públicos.
Una plaza llena de arrodillados, gesto diciente del tipo de
fe que vivimos los cristianos hoy, que salimos a protestar cuando nos dicen que
“están atacando nuestra fe”, PERO QUE
NOS HACEMOS LOS DESENTENDIDOS ANTE LA CORRUPCIÓN Y LOS MECANISMOS DE EXCLUSIÓN
QUE MATAN A TANTAS PERSONAS.
Hay cristianos que se escandalizan porque una persona que
vive en pareja y no se ha casado comulga, PERO
NO DICEN NADA CUANDO NUESTROS LÍDERES CORRUPTOS LO HACEN.
LA CORRUPCIÓN, EL ASALTO DE LOS DEPRAVADOS INTERESES PRIVADOS Y EGOÍSTAS A TODO LO QUE ES PÚBLICO Y BIEN COMÚN, ES EL VERDADERO SACRILEGIO.
LA CORRUPCIÓN, EL ASALTO DE LOS DEPRAVADOS INTERESES PRIVADOS Y EGOÍSTAS A TODO LO QUE ES PÚBLICO Y BIEN COMÚN, ES EL VERDADERO SACRILEGIO.
Cuando una persona corrupta, que ha robado lo que pertenece a
los más pobres, comulga, o incluso reza pretendiendo borrar con eso sus
acciones, comete sacrilegio, está comulgando con su propia condenación.
¡Qué bueno sería que los cristianos en lugar de arrodillarnos
porque no nos dejan rezar, como si la oración no fuera un acto de libertad
interior, o como si Dios fuera responsable de las rupturas de esta ciudad, digo
qué bueno sería que en lugar de arrodillarnos para pedir rezos, nos
levantáramos para hacer el verdadero culto eucarístico: LA JUSTICIA Y LA SOLIDARIDAD, LA EXIGENCIA DE LOS DERECHOS DE TODOS.
No le rindamos culto a un “cuerpo de Cristo” llevado para
hacer la guerra, y tampoco a un Dios invocado para esconder corrupciones,
rindámosle culto al verdadero Cuerpo de Cristo, ESE QUE SE ENTREGA GRATUITAMENTE, QUE TRANSFORMA NUESTRA VIDA, QUE SE
HACE COMUNIDAD Y SERVICIO, QUE LEVANTA LOS CUERPOS CAÍDOS O HERIDOS Y LES
DEVUELVE LA ALEGRÍA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario