PADRE CARLOS CARDÓ FRANCO SJ
Padre Cardó, gracias a usted, nos hemos dado cuenta que es de suma importancia y urgencia, que debemos como iglesia de Cristo, evangelizarnos para así poder llevar la palabra del Padre a nuestros hermanos sin distinción al resto del mundo; y estamos admirados e impresionados de ese entusiasmo, de ese ímpetu, de ese tesón, de la constancia y perseverancia como lleva adelante nuestros programas de capacitación en las escrituras bíblicas ya durante más de una década, a pesar de las dificultades, por eso y por todo lo que con seguridad usted va a seguir haciendo como misionero con la mejor voluntad e interés evangélico, no tenemos realmente palabras de agradecimiento por toda esta gran obra que valoramos no se imagina cuánto.
Son todas
esas virtudes las que usted nos ha contagiado no sólo en lo académico sino en
la acción y que lo presentan ante el mundo como un sacerdote de lo más auténtico
entregado plenamente a la causa del Señor, buscando que cada vez seamos más los
que queremos conocer mejor a Cristo nuestro Señor.
Es así que
nos sentimos muy orgullosos de usted por la gracia a la que sin mayor
merecimiento venimos gozando gratamente por esa su generosidad.
Y ni se
diga de sus homilías que las prepara con el mayor interés y prolijidad,
cubriendo todos los aspectos que involucran el ser un probado cristiano, invitando a la reflexión y contemplación con el mayor rigor, de cómo estamos viviendo con nuestra familia y en
nuestra comunidad.
Usted padre,
se ha constituido con toda autoridad, en nuestro referente para hacer nuestra
la causa de Cristo como modelo de vida
que lo revele a cada momento y en cada uno de nuestros dichos y hechos.
Usted nos ha ayudado
a encontrar un nuevo sentimiento de esperanza gracias al verdadero conocimiento
de las bienaventuranzas.
Este conocimiento
abrió para nosotros un camino nuevo de luz y de ilusión, que se mantiene a lo
largo de los días oscuros que aún perviven.
El Señor Jesús no
nos abandona a pesar del dramático y triste momento.
Con sus enseñanzas padre
Cardó aquellas personas que representan el sufrimiento de la condición humana, ahora
pueden encontrar a través de su magisterio el camino hacia Jesús, nuestro redentor,
el único nuevo camino de luz y esperanza para nuestro tiempo.
Estas enseñanzas unidas armoniosamente a la
caridad y la práctica del mutuo amor, realiza admirablemente ese doble dar que compendia por entero, la doctrina y la acción social de la Iglesia.
Asimismo, cada uno
de los textos que usted prepara los selecciona
en razón de su importancia, con la esperanza de que nosotros nos sintamos movidos a aprenderlos íntegramente y
familiarizarnos con la amplitud de la doctrina cristiana.
Su magisterio ha ido brotando desde el corazón de la iglesia Madre y Maestra de
pueblos, para un mundo que necesita desesperadamente
una visión moral para construir un orden social más humano.
Así, usted nos ha
enseñado que la iglesia no pretende ofrecer soluciones científicas a los
problemas económicos y sociales en forma de recetas políticas o prescripciones
legales detalladas.
Lo que ofrece es mucho más importante:
ü
Un conjunto de ideales y valores morales que destacan y afirman la
dignidad del hombre.
Y es que usted sabe
que la aplicación de tales principios a las diferentes realidades económicas,
políticas y sociales de los pueblos puede aportar:
I.
Una mayor justicia y paz para todo el mundo y
II.
Un auténtico desarrollo humano y liberación de la opresión y la pobreza.
Por todo esto estamos aquí con usted para compartir su aspiración por la
Justicia y la paz unidas, y por todos aquellos
que buscan conocer al Cristo de la fe.
Con toda seguridad,
usted está trascendiendo y contribuyendo al bien común universal y a que se
realice la visión del salmista, en la que la justicia y la paz se besan,
para anticipar el Reino de Dios.
Muchas felicidades y salud en abundancia para
que continúe con su noble obra evangelizadora para la conversión de los
hombres.
Ronald Lacunza Tello y Pepita Espinoza.
No hay comentarios:
Publicar un comentario