SIN LA GUÍA DE LA CARIDAD EN LA VERDAD, LA
GLOBALIZACIÓN PUEDE CONTRIBUIR A CREAR RIESGO DE DAÑOS HASTA AHORA DESCONOCIDOS
Y NUEVAS DIVISIONES EN LA FAMILIA HUMANA.
CÁRITAS
Nuestro tiempo
está marcado por el complejo fenómeno de la globalización a través de un
proceso de creciente integración de las economías.
Ciertamente la
globalización alimenta nuevas esperanzas pero origina también grandes interrogantes.
Puede producir
efectos potencialmente beneficiosos para toda la humanidad a través de la
integración, PERO PUEDE POTENCIAR
TAMBIÉN EL AUMENTO DE LAS DESIGUALDADES.
En este
sentido nos advierte Caritas in veritate que “la novedad principal ha sido el
estallido de la interdependencia planetaria, ya comúnmente llamada
globalización.
Pablo VI lo había previsto parcialmente, pero
es sorprendente el alcance y la impetuosidad de su auge. Surgido en los países
económicamente desarrollados, este proceso ha implicado por su naturaleza a
todas las economías.
Ha sido el
motor principal para que regiones enteras superaran el subdesarrollo y es, de
por sí, una gran oportunidad. Sin embargo, SIN
LA GUÍA DE LA CARIDAD EN LA VERDAD, ESTE IMPULSO PLANETARIO PUEDE CONTRIBUIR A
CREAR RIESGO DE DAÑOS HASTA AHORA DESCONOCIDOS Y NUEVAS DIVISIONES EN LA
FAMILIA HUMANA.
Por eso, la
caridad y la verdad nos plantean un compromiso inédito y creativo, ciertamente
muy vasto y complejo.
Se trata de
ensanchar la razón y hacerla capaz de conocer y orientar estas nuevas e
imponentes dinámicas, ANIMÁNDOLAS EN LA
PERSPECTIVA DE ESA «CIVILIZACIÓN DEL AMOR», DE LA CUAL DIOS HA PUESTO LA
SEMILLA EN CADA PUEBLO Y EN CADA CULTURA”.
El crecimiento
del bien común exige APROVECHAR LAS
NUEVAS OCASIONES DE REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA ENTRE LAS DIVERSAS ÁREAS DEL
PLANETA A FAVOR DE LAS MÁS NECESITADAS, HASTA AHORA EXCLUIDAS O MARGINADAS DEL
PROCESO SOCIAL Y ECONÓMICO:
“En definitiva, el desafío consiste en:
ü Asegurar una globalización en la solidaridad,
ü Una globalización sin dejar a nadie al margen”.
Caritas in veritate nos advierte que “se ha de subrayar que no basta
progresar sólo desde el punto de vista económico y tecnológico.
El desarrollo necesita ser, ante todo, AUTÉNTICO E INTEGRAL.
El salir del atraso económico, algo en sí mismo positivo, NO SOLUCIONA LA PROBLEMÁTICA COMPLEJA DE LA
PROMOCIÓN DEL HOMBRE, NI EN LOS PAÍSES PROTAGONISTAS DE ESTOS ADELANTOS, NI EN
LOS PAÍSES ECONÓMICAMENTE YA DESARROLLADOS, NI EN LOS QUE TODAVÍA SON POBRES,
LOS CUALES PUEDEN SUFRIR, ADEMÁS DE ANTIGUAS FORMAS DE EXPLOTACIÓN, LAS
CONSECUENCIAS NEGATIVAS QUE SE DERIVAN DE UN CRECIMIENTO MARCADO POR
DESVIACIONES Y DESEQUILIBRIOS”.
A veces se perciben actitudes
fatalistas ante la globalización, como si las dinámicas que la producen
procedieran de fuerzas anónimas e impersonales o de estructuras independientes
de la voluntad humana.
A este respecto, es bueno
recordar que la globalización ha de entenderse ciertamente como un proceso
socioeconómico, pero no es ésta su única dimensión.
Tras este proceso más visible hay realmente una humanidad cada vez más
interrelacionada; hay personas y pueblos para los que el proceso debe ser de
utilidad y desarrollo, gracias a que tanto los individuos como la colectividad
asumen sus respectivas responsabilidades.
La superación de las fronteras NO
ES SÓLO UN HECHO MATERIAL, SINO TAMBIÉN CULTURAL, EN SUS CAUSAS Y EN SUS EFECTOS.
A pesar de algunos aspectos
estructurales innegables, pero que no se deben absolutizar, «la globalización
no es, a priori, ni buena ni mala. Será lo que la gente haga de ella».
Debemos ser sus protagonistas, no las víctimas, procediendo
razonablemente, guiados por la caridad y la verdad.
Oponerse ciegamente a la globalización sería una actitud errónea que
acabaría por ignorar un proceso que tiene también aspectos positivos,
arriesgándose a desaprovechar las múltiples oportunidades de desarrollo que
ofrece.
El proceso de globalización, adecuadamente entendido y gestionado,
ofrece la posibilidad de una gran redistribución de la riqueza a escala
planetaria como nunca se ha visto antes; PERO,
SI SE GESTIONA MAL, PUEDE INCREMENTAR LA POBREZA Y LA DESIGUALDAD, CONTAGIANDO
ADEMÁS CON UNA CRISIS A TODO EL MUNDO.
Es necesario corregir las disfunciones, a veces graves, que causan
nuevas divisiones entre los pueblos y en su interior, DE MODO QUE LA REDISTRIBUCIÓN DE LA RIQUEZA NO COMPORTE UNA
REDISTRIBUCIÓN DE LA POBREZA, E INCLUSO LA ACENTÚE, COMO PODRÍA HACERNOS TEMER
TAMBIÉN UNA MALA GESTIÓN DE LA SITUACIÓN ACTUAL.
LA ECONOMÍA Y LAS EMPRESA
En la encíclica de Benedicto XVI se recogen las últimas novedades sobre
la gestión empresarial responsable:
“Las actuales dinámicas económicas internacionales, caracterizadas por
graves distorsiones y disfunciones, requieren también cambios profundos en el
modo de entender la empresa.
Antiguas modalidades de la vida empresarial van desapareciendo,
mientras otras más prometedoras se perfilan en el horizonte.
Uno de los mayores riesgos es, sin duda, QUE LA EMPRESA RESPONDA CASI EXCLUSIVAMENTE A LAS EXPECTATIVAS DE LOS
INVERSORES EN DETRIMENTO DE SU DIMENSIÓN SOCIAL.
Debido a su continuo crecimiento y a la necesidad de mayores capitales,
cada vez son menos las empresas que dependen de un único empresario estable que
se sienta responsable a largo plazo, y no sólo por poco tiempo, de la vida y
los resultados de su empresa, y cada vez son menos las empresas que dependen de
un único territorio.
Además, la llamada
deslocalización de la actividad productiva puede atenuar en el empresario el
sentido de responsabilidad respecto a los interesados, como los trabajadores,
los proveedores, los consumidores, así como al medio ambiente y a la sociedad
más amplia que lo rodea, en favor de los accionistas, que no están sujetos a un
espacio concreto y gozan por tanto de una extraordinaria movilidad.
El mercado internacional de los capitales, en efecto, ofrece hoy una
gran libertad de acción. Sin embargo, también es verdad QUE SE ESTÁ EXTENDIENDO LA CONCIENCIA DE LA NECESIDAD DE UNA
«RESPONSABILIDAD SOCIAL» MÁS AMPLIA DE LA EMPRESA.
Aunque no todos los planteamientos éticos que guían hoy el debate sobre
la responsabilidad social de la empresa son aceptables según la perspectiva de
la doctrina social de la Iglesia, es cierto que se va difundiendo cada vez más
la convicción según la cual LA GESTIÓN
DE LA EMPRESA NO PUEDE TENER EN CUENTA ÚNICAMENTE EL INTERÉS DE SUS
PROPIETARIOS, SINO TAMBIÉN EL DE TODOS LOS OTROS SUJETOS QUE CONTRIBUYEN A
LA VIDA DE LA EMPRESA: TRABAJADORES, CLIENTES, PROVEEDORES DE LOS DIVERSOS
ELEMENTOS DE PRODUCCIÓN, LA COMUNIDAD DE REFERENCIA.
En los últimos años se ha notado el crecimiento de una clase
cosmopolita de manager, que a menudo responde SÓLO A LAS PRETENSIONES DE LOS NUEVOS ACCIONISTAS DE REFERENCIA
COMPUESTOS GENERALMENTE POR FONDOS ANÓNIMOS QUE ESTABLECEN SU RETRIBUCIÓN.
Pero también hay muchos managers hoy que, con un análisis más previsor,
se percatan cada vez más de los profundos lazos de su empresa con el territorio
o territorios en que desarrolla su actividad.
Pablo VI invitaba a valorar seriamente EL DAÑO QUE LA TRASFERENCIA DE CAPITALES AL EXTRANJERO, POR PURO
PROVECHO PERSONAL, PUEDE OCASIONAR A LA PROPIA NACIÓN.
Juan Pablo II advertía que invertir tiene siempre un significado moral,
además de económico. Se ha de reiterar que todo esto mantiene su validez en
nuestros días a pesar de que el mercado de capitales haya sido fuertemente
liberalizado y la moderna mentalidad tecnológica pueda inducir a pensar QUE INVERTIR ES SÓLO UN HECHO TÉCNICO Y NO
HUMANO NI ÉTICO”.
Caritas in veritate, . El pueblo
de Israel, en la fase inicial de su historia, no tiene rey como los otros
pueblos, porque reconoce solamente el Señorío de Yahvé. Samuel, a quien el
pueblo reclama un rey, advierte de las consecuencias de un ejercicio despótico
de la realeza (Cf. 1Sam 8,11-18). El poder real, sin embargo, también se puede
experimentar como un don de Dios que viene en auxilio de su pueblo (Cf. 1Sam
9,16). El prototipo de rey elegido por Yahvé es David, cuya condición humilde
es subrayada por la narración bíblica (Cf. 1Sam 16,1-13). El fracaso de la
realeza en el plano histórico no llevará a la desaparición del ideal de un rey
que, fiel a Dios, gobierne con sabiduría y realice la justicia.
Jesús rechaza el poder opresivo y despótico de los jefes sobre las
naciones (Cf. Mc 10,42) y su pretensión de hacerse llamar benefactores (Cf. Lc
22,25), pero jamás rechaza directamente las autoridades de su tiempo.
Jesús, el Mesías prometido, ha combatido y derrotado la tentación de un
mesianismo político, caracterizado por el dominio sobre las naciones (Cf. Mt
4,8-11; Lc 4,5-8). ÉL ES EL QUE HA
VENIDO “A SERVIR Y A DAR SU VIDA” (Mc 10,45).
A los discípulos que discuten sobre quién es el más grande, el Señor
les enseña a hacerse los últimos y a servir a todos (Cf. Mc 9,33-35). 59.
El señorío de Cristo, que es el Reino de Dios, entró en la historia de
los hombres mediante el ocultamiento de Jesucristo, que se despojó de su rango,
asumió la condición de esclavo, pasó por uno de tantos y se rebajó incluso
hasta la muerte de cruz (Cf. Fil 2,7-8).
Jesucristo, como Mesías, ejerce, aún antes de su venida gloriosa, su
señorío en el mundo, pero, mientras duran las circunstancias históricas, lo
ejerce en el ocultamiento y bajo el signo de la contradicción y de la cruz.
Jesucristo ejerce principalmente su soberanía a través de la Iglesia y
de los cristianos en ella, que viven y actúan desde la fe y desde la libertad
regia de los hijos de Dios, FRENTE A LAS
ESCLAVITUDES DE UNA CREACIÓN SOMETIDA A LA CORRUPCIÓN DEL PECADO; consiguientemente,
trabajan al servicio de los pobres y a favor de la justicia, en orden a
preparar la llegada del Reino de Dios en su plenitud148.
“El plazo se ha cumplido. El Reino de Dios está llegando. CONVIÉRTANSE Y CREAN EN EL EVANGELIO (Mc1,15).
La voz del Señor NOS SIGUE
LLAMANDO COMO DISCÍPULOS MISIONEROS Y NOS INTERPELA A ORIENTAR TODA NUESTRA
VIDA DESDE LA REALIDAD TRANSFORMADORA DEL REINO DE DIOS que se hace
presente en Jesús.
Acogemos con mucha alegría esta buena noticia. Dios es amor, es Padre
de todos los hombres y mujeres de todos los pueblos y razas.
Jesucristo es el Reino de Dios que procura desplegar toda su fuerza
transformadora en nuestra Iglesia y en nuestras sociedades.
En Él, Dios nos ha elegido para que seamos sus hijos CON EL MISMO ORIGEN Y DESTINO, CON LA MISMA
DIGNIDAD, CON LOS MISMOS DERECHOS Y DEBERES VIVIDOS EN EL MANDAMIENTO SUPREMO
DEL AMOR.
El Espíritu ha puesto este germen del Reino en nuestro Bautismo y lo
hace crecer mediante la conversión permanente gracias a la Palabra y a los
sacramentos”.
Comunidad política, persona humana y pueblo.
La persona es el fundamento y el fi n de la convivencia política.
El hombre es una criatura social y política por naturaleza; de ahí que
la comunidad política derive de la naturaleza misma de las personas.
La comunidad política encuentra en la referencia al pueblo su auténtica
dimensión: ella “es, y debe ser en
realidad, la unidad orgánica y organizadora de un verdadero pueblo”.
EL PUEBLO, NO OBSTANTE, NO
ES UNA MULTITUD AMORFA, UNA MASA INERTE PARA MANIPULAR E INSTRUMENTALIZAR, SINO
UN CONJUNTO DE PERSONAS, CADA UNA DE LAS CUALES TIENE LA POSIBILIDAD DE FORMAR
SU OPINIÓN ACERCA DE LA COSA PÚBLICA Y LA LIBERTAD DE EXPRESAR SU SENSIBILIDAD
POLÍTICA Y HACERLA VALER DE MANERA CONVENIENTE AL BIEN COMÚN.
“La comunidad política tiende al bien común cuando actúa a favor de la
creación de un ambiente humano en el que se ofrezca a los ciudadanos la
posibilidad del ejercicio real de los derechos humanos y del cumplimiento pleno
de los respectivos deberes:
De hecho, la experiencia enseña que, cuando falta una acción apropiada
de los poderes públicos en lo económico, lo político o lo cultural, se produce
entre los ciudadanos, sobre todo en nuestra época, un mayor número de
desigualdades en sectores cada vez más amplios, resultando así que los derechos
y deberes de la persona humana carecen de toda eficacia práctica.
La plena realización del bien común requiere que la comunidad política
desarrolle, en el ámbito de los derechos humanos, una doble y complementaria
acción, de defensa y de promoción:
Debe evitar, por un lado, que la preferencia dada a los derechos de
algunos particulares o de determinados grupos venga a ser origen de una
posición de privilegio en la nación, y soslayar, por otro, el peligro de que,
por defender los derechos de todos, incurran en la absurda posición de impedir
el pleno desarrollo de los derechos de cada uno”
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