lunes, 11 de junio de 2018


NATURALEZA Y FINALIDAD DE LAS PARÁBOLAS EVANGELICAS


·         Son el elemento más característico de la enseñanza de Jesús. Presentan el sello de su personalidad. Nada en los evangelios tiene un tono más claro de autenticidad.
·         Pero la interpretación de las parábolas es ya otra cuestión. No hay unanimidad.

·         El hombre que bajaba de Jerusalén a Jericó es Adán;
·         Jerusalén, la ciudad celeste de la paz, que Adán perdió;
·         Jericó es la luna, significa la mortalidad, porque nace, crece, mengua y muere.
·         Los ladrones son el demonio y sus ángeles, que quitaron al hombre su inmortalidad, y lo dejaron medio muerto, debilitado por el pecado.
·         El sacerdote y el levita designan al sacerdocio y ministerio del AT, incapaces de procurar la salvación.
·         El Samaritano (= «guardián») es Jesús.
·         El aceite es la esperanza; el vino, el espíritu fervoroso.

·         La cabalgadura es la carne en que vino el Señor. Ser colocado sobre la cabalgadura es la fe en la encarnación de Cristo.
·         La posada es la Iglesia, donde los viajeros a la patria celestial reparan sus fuerzas.
·         El otro día es el que sigue a la resurrección del Señor.
·         Los dos denarios son el amor a Dios y al prójimo.
·         El posadero es el Apóstol Pablo.
·         El pago generoso es el celibato o el trabajar con sus propias manos para no ser una carga a nadie (Cf. Quaestiones Evangeliorum, III, 19).


·         Marcos interpreta de modo alegórico la parábola del sembrador Mateo las de la cizaña y la red y atribuyen su interpretación a Jesús. Ese método que se observa en los evangelistas se basa en un malentendido.

Pasaje decisivo es Mc 4,11-20: «A ustedes se les ha comunicado el misterio del reino de Dios, pero a los que están fuera todo se les presenta en parábolas, para que por mucho que miren no vean y por mucho que escuchen no entiendan, no sea que se conviertan y se les perdone»
Pero es un pasaje que contiene una lengua y estilo diferente a las sentencias de Jesús y de los Sinópticos, con palabras típicas de Pablo. Por consiguiente, se trataría de una sentencia tomada de la enseñanza apostólica.


En efecto, el pasaje recoge la doctrina de la Iglesia primitiva –expuesta en parte por Pablo– de que el pueblo judío estaba ciego al significado de la venida de Jesús, y que esto obedecía al misterioso designio del poder de Dios.  Pero nada permite suponer que Jesús no quisiera ser entendido por el pueblo en general y revistiera, por tanto, su enseñanza de formas ininteligibles.

Las parábolas no son alegorías difíciles de entender.

Los rabinos del tiempo de Jesús usaban parábolas en su enseñanza como método ordinario.

Los maestros griegos, en cambio, solían hacer interpretaciones alegóricas de los mitos para transmitir doctrinas esotéricas.
De los maestros cristianos se esperaba algo semejante. Esto dio lugar a interpretaciones erróneas.
¿Que son entonces las parábolas si no son alegorías?

Son formas de expresión propias de una mentalidad que ve la verdad en imágenes concretas en vez de concebirla por medio de abstracciones.

En Mc 12,33 un escriba expresa este juicio: «Amar al prójimo como a sí mismo VALE MÁS QUE TODOS LOS HOLOCAUSTOS Y SACRIFICIOS».  

Mt 5,23-24 expresa la misma idea: «Si al presentar tu ofrenda en el altar recuerdas que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda ante el altar y ve primero a reconciliarte con tu hermano; luego vuelve y presenta tu ofrenda».

La expresión concreta y descriptiva es la característica de Jesús en su predicación.  

·         En vez de decir: «La beneficencia no debe ser ostentosa»,
dice: «Cuando des limosna no toques la trompeta».

·         En vez de decir: «La riqueza es un grave obstáculo para la verdadera religión»,
dice: «Es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el reino de Dios».
En esas expresiones figurativas ya está presente el germen de la parábola.

En su forma más sencilla, la parábola es una comparación tomada de la naturaleza o de la vida diaria que atrae al oyente por su viveza o singularidad y deja la mente con cierta duda sobre su enseñanza, de modo que estimula a una reflexión.

Nuestro lenguaje está lleno de metáforas muertas, por ejm: una idea «tiene garra»; los jóvenes «hacen castillos en el aire»; los economistas «ponen un dique» a la inflación. Sustituyen a un discurso riguroso. Las metáforas vivas son otra cosa: «Donde está el cadáver, se reunirán los buitres», «una ciudad edificada sobre un monte no puede pasar inadvertida», «procúrense tesoros que no se consumen», «si un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».

Si se añaden detalles a las metáforas sencillas, pueden convertirse en una especie de cuadro.

«No se enciende una lámpara y se la pone bajo un celemín, sino sobre un candelero, para que ilumine a todos los que están en la casa».

«Nadie pone un remiendo de paño nuevo en un vestido viejo, pues el remiendo nuevo tiraría de el -lo nuevo de lo viejo- y se produciría un desgarrón peor»; «¿por qué miras la paja que hay en el ojo de tu hermano y no miras la viga que hay en el tuyo? ¿Cómo puedes decir a tu hermano: 'Déjame sacarte la paja del ojo cuando tienes una viga en el tuyo?».


·         La parábola suele ser una comparación, semejanza o símil
·         «qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que, se¿Con ntados en la plaza, se gritan unos a otros: ‘Hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentos, y no han llorado'». Ejemplo de esto son: el hijo que pide pan, el ojo como luz del cuerpo, los invitados a la boda, la higuera que anuncia el verano (Mc 13,29)
·         «qué compararé a esta generación? Se parece a los niños que, se¿Con ntados en la plaza, se gritan unos a otros: ‘Hemos tocado la flauta, y no han bailado; les hemos entonado lamentos, y no han llorado'». Ejemplo de esto son: el hijo que pide pan, el ojo como luz del cuerpo, los invitados a la boda, la higuera que anuncia el verano (Mc 13,29)
·         Pero puede suceder que la metáfora (o comparación) adopte la forma un relato y es la parábola propiamente dicha.

Puede ser muy breve: «El reino de Dios es semejante a la levadura que una mujer tomó y escondió en tres medidas de harina hasta que fermentó toda la masa».
Son parábolas breves la oveja perdida y la moneda perdida, el tesoro y la perla, el grano de mostaza, la semilla que crece calladamente y los dos hijos. Son más grandes las dos casas, el sembrador, el amigo importuno y algunas otras. Son extensas las de los talentos, el siervo despiadado (Mt 18,23-35), el hijo prodigo y los obreros de la viña.

No es posible trazar una línea precisa entre estas tres clases de parábola: sentencias figurativas, símiles y parábolas propiamente tales.
Un criterio gramatical:
·         La sentencia tiene un verbo,
·         el símil tiene más de un verbo,
·         la parábola una serie de verbos.
·         El símil suele describir un caso típico o frecuente,
·         La parábola describe un caso particular tratándolo como típico.
·         Pero una clase se mezcla con las otras, y todas provienen de una sola comparación. Los detalles dan relieve a la situación o a los hechos a fin de cautivar la imaginación.



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