Después de la multiplicación de los panes, Jesús despide a la gente y ordena a sus discípulos que suban a una barca y crucen el lago, mientras Él se retira solo a un monte para orar.
Jesús se retiraba a menudo a rezar. Aunque era consciente de que vivía en plena comunión con Dios, su Padre, sabía reservar en medio de su actividad momentos determinados para estar a solas con Él.
Esta imagen de Jesús en oración NOS INVITA A BUSCAR NOSOTROS TAMBIÉN EL TIEMPO ADECUADO PARA EXPLICITAR NUESTRA FE EN DIOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN, AUNQUE ANDEMOS LLENOS DE ACTIVIDADES Y PREOCUPACIONES.
LA FE CRISTIANA NO ES UNA IDEOLOGÍA, NI UNA SIMPLE MORAL, SINO UNA EXPERIENCIA DE AMISTAD Y AMOR QUE DIOS OFRECE A CADA UNO DE NOSOTROS Y QUE DEBEMOS ACOGER Y CULTIVAR.
Por medio de la oración, nuestra fe IRÁ DANDO COHERENCIA Y SENTIDO A LO QUE SOMOS Y HACEMOS, irá configurando nuestro ser con el ser de Jesucristo.
Mientras Jesús ora, los discípulos reman trabajosamente en medio del “mar”, es ya noche y están solos.
Soplan vientos contrarios y la barca es zarandeada por las olas todavía muy lejos de la orilla a la que se dirigen.
Se sienten suspendidos sobre el abismo que se los puede tragar. Recordarían quizá lo que Jesús había dicho en una de sus parábolas: ´´que el viento puede derrumbar una casa que no está construida sobre roca sino sobre arena”.
Recordarían también QUE EL MAR REPRESENTA EN LA ESCRITURA EL PODER MÁS TERRIBLE, LAS FUERZAS CAÓTICAS AMENAZADORAS, EL ABISMO DONDE HABITAN LOS MONSTRUOS FEROCES.
Hacia la madrugada Jesús va al encuentro de los suyos andando sobre el agua. Su silueta humana, apenas visible por la bruma, les parece un fantasma.
Atemorizados, se ponen a gritar. Pero de inmediato Jesús los tranquiliza: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”.
LA PRESENCIA DE JESÚS, SUS PALABRAS “YO SOY” Y SU EXHORTACIÓN A LA CONFIANZA, EVOCARÍAN EN ELLOS ESCENAS DE REVELACIÓN DE DIOS.
VIERON QUE JESÚS ERA SU SALVACIÓN.
Pedro, con la vehemencia que le caracteriza, pide a Jesús llegar hasta él caminando sobre el agua.
Jesús se lo concede, pero un golpe de viento hace tambalear al discípulo, comienza a hundirse y grita: “SEÑOR, SÁLVAME”.
Y Jesús le dice: HOMBRE DE POCA FE, ¿POR QUÉ DUDASTE?
Juntos subieron a la barca, el viento amainó y todos se postraron ante Jesús confesando: “REALMENTE ERES HIJO DE DIOS”.
EL MIEDO PARALIZA Y CONFUNDE.
Es una experiencia que todos tenemos alguna vez en la vida.
Aquí esta experiencia tiene un contenido eclesial, PORQUE LA BARCA DE PEDRO CON LOS DISCÍPULOS ES SÍMBOLO DE LA IGLESIA.
EN ELLA NOS PUEDE SOBREVENIR A VECES EL TEMOR Y LA DUDA DE FE CUANDO NO PODEMOS COMPAGINAR ESAS DOS IMÁGENES DE LA IGLESIA QUE JESÚS EMPLEA EN SU PREDICACIÓN:
LA IMAGEN DE LA CASA CONSTRUIDA SOBRE ROCA, QUE SUGIERE ESTABILIDAD Y SEGURIDAD,
Y LA DE LA BARCA, QUE SE MUEVE Y NAVEGA NO SIEMPRE POR MARES TRANQUILOS SINO ENCRESPADOS, GOLPEADA POR LOS VIENTOS.
Cuando las cosas en la Iglesia no son como deberían ser, PODEMOS OLVIDAR QUE EN LA BARCA ESTÁ SIEMPRE JESÚS A PESAR DE LAS TORMENTAS.
El relato hace referencia también al camino de la fe, en general, QUE NO ES UN CAMINO LLANO SINO SEMBRADO MUCHAS VECES DE AGITACIONES, DUDAS Y CAÍDAS.
LA DUDA ESTÁ ENTRE LA INCREDULIDAD Y LA FE. Y DE UNA U OTRA FORMA TODOS PASAMOS POR ELLA.
LA EXPERIENCIA DE PEDRO SE REPRODUCE IGUALMENTE EN NUESTRO CAMINO PERSONAL DE FE.
COMO ÉL, HEMOS OÍDO EL LLAMAMIENTO DEL SEÑOR Y NOS HEMOS DECIDIDO A SEGUIRLO.
COMO ÉL, CONFIANDO EN LA GRACIA DEL SEÑOR HEMOS PODIDO AVANZAR A PESAR DE OBSTÁCULOS Y DIFICULTADES.
Pero como Pedro también sentimos a veces la necesidad de agarrarnos del Señor, o incluso la necesidad de implorar: ¡SEÑOR, SÁLVAME!
Reconocemos que sólo el Señor puede librarnos Y ESTA EXPERIENCIA ABRE EN NUESTRO INTERIOR EL ESPACIO PARA QUE SU GRACIA ACTÚE.
Jesús, que camina sobre las aguas, VENCEDOR DE TODAS LAS FUERZAS DEL MAL, DE NUESTRAS CAIDAS Y DE LA MUERTE, ESTÁ JUNTO A NOSOTROS EN SU PALABRA Y EN SU PAN.
Pero está como ausente. Por eso interpretamos su presencia como si fuera un fantasma, Y NO NOS FIAMOS DE SU PALABRA, NO OBRAMOS COMO ÉL OBRABA.
El Señor nos invita a reconocerlo y a caminar con confianza,
PORQUE QUIEN RECONOCE SU PRESENCIA EN TODA CIRCUNSTANCIA ES CAPAZ DE SUPERAR Y ELEVARSE POR ENCIMA DE TODA DIFICULTAD.
“¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”, es el mensaje central de Jesús a la humanidad.
ÉL ES NUESTRA PAZ.
CUALESQUIERA QUE SEAN LOS PROBLEMAS, MIEDOS Y FANTASMAS QUE NOS ENVUELVAN HASTA HACERNOS SENTIR QUE PERDEMOS PISO,
CUALQUIERA QUE SEA LA TORMENTA INTERIOR O EXTERIOR QUE NOS CONMUEVA HASTA HACER TAMBALEAR NUESTRA FE,
SIEMPRE PODEMOS OÍR SUS PALABRAS DE ALIENTO Y ESPERANZA: “¡ÁNIMO, YO SOY, NO TENGAN MIEDO!”.
ENTONCES, COMO EN TODO MOMENTO, TENEMOS QUE AGARRARNOS A JESÚS.
Y TENEMOS TAMBIÉN QUE PENSAR EN LOS OTROS Y ALARGAR LA MANO PARA HACER CRECER LA ESPERANZA A TANTAS PERSONAS QUE PIDEN SER ACOGIDAS Y AYUDADAS.
Jesús se retiraba a menudo a rezar. Aunque era consciente de que vivía en plena comunión con Dios, su Padre, sabía reservar en medio de su actividad momentos determinados para estar a solas con Él.
Esta imagen de Jesús en oración NOS INVITA A BUSCAR NOSOTROS TAMBIÉN EL TIEMPO ADECUADO PARA EXPLICITAR NUESTRA FE EN DIOS POR MEDIO DE LA ORACIÓN, AUNQUE ANDEMOS LLENOS DE ACTIVIDADES Y PREOCUPACIONES.
LA FE CRISTIANA NO ES UNA IDEOLOGÍA, NI UNA SIMPLE MORAL, SINO UNA EXPERIENCIA DE AMISTAD Y AMOR QUE DIOS OFRECE A CADA UNO DE NOSOTROS Y QUE DEBEMOS ACOGER Y CULTIVAR.
Por medio de la oración, nuestra fe IRÁ DANDO COHERENCIA Y SENTIDO A LO QUE SOMOS Y HACEMOS, irá configurando nuestro ser con el ser de Jesucristo.
Mientras Jesús ora, los discípulos reman trabajosamente en medio del “mar”, es ya noche y están solos.
Soplan vientos contrarios y la barca es zarandeada por las olas todavía muy lejos de la orilla a la que se dirigen.
Se sienten suspendidos sobre el abismo que se los puede tragar. Recordarían quizá lo que Jesús había dicho en una de sus parábolas: ´´que el viento puede derrumbar una casa que no está construida sobre roca sino sobre arena”.
Recordarían también QUE EL MAR REPRESENTA EN LA ESCRITURA EL PODER MÁS TERRIBLE, LAS FUERZAS CAÓTICAS AMENAZADORAS, EL ABISMO DONDE HABITAN LOS MONSTRUOS FEROCES.
Hacia la madrugada Jesús va al encuentro de los suyos andando sobre el agua. Su silueta humana, apenas visible por la bruma, les parece un fantasma.
Atemorizados, se ponen a gritar. Pero de inmediato Jesús los tranquiliza: “¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”.
LA PRESENCIA DE JESÚS, SUS PALABRAS “YO SOY” Y SU EXHORTACIÓN A LA CONFIANZA, EVOCARÍAN EN ELLOS ESCENAS DE REVELACIÓN DE DIOS.
VIERON QUE JESÚS ERA SU SALVACIÓN.
Pedro, con la vehemencia que le caracteriza, pide a Jesús llegar hasta él caminando sobre el agua.
Jesús se lo concede, pero un golpe de viento hace tambalear al discípulo, comienza a hundirse y grita: “SEÑOR, SÁLVAME”.
Y Jesús le dice: HOMBRE DE POCA FE, ¿POR QUÉ DUDASTE?
Juntos subieron a la barca, el viento amainó y todos se postraron ante Jesús confesando: “REALMENTE ERES HIJO DE DIOS”.
EL MIEDO PARALIZA Y CONFUNDE.
Es una experiencia que todos tenemos alguna vez en la vida.
Aquí esta experiencia tiene un contenido eclesial, PORQUE LA BARCA DE PEDRO CON LOS DISCÍPULOS ES SÍMBOLO DE LA IGLESIA.
EN ELLA NOS PUEDE SOBREVENIR A VECES EL TEMOR Y LA DUDA DE FE CUANDO NO PODEMOS COMPAGINAR ESAS DOS IMÁGENES DE LA IGLESIA QUE JESÚS EMPLEA EN SU PREDICACIÓN:
LA IMAGEN DE LA CASA CONSTRUIDA SOBRE ROCA, QUE SUGIERE ESTABILIDAD Y SEGURIDAD,
Y LA DE LA BARCA, QUE SE MUEVE Y NAVEGA NO SIEMPRE POR MARES TRANQUILOS SINO ENCRESPADOS, GOLPEADA POR LOS VIENTOS.
Cuando las cosas en la Iglesia no son como deberían ser, PODEMOS OLVIDAR QUE EN LA BARCA ESTÁ SIEMPRE JESÚS A PESAR DE LAS TORMENTAS.
El relato hace referencia también al camino de la fe, en general, QUE NO ES UN CAMINO LLANO SINO SEMBRADO MUCHAS VECES DE AGITACIONES, DUDAS Y CAÍDAS.
LA DUDA ESTÁ ENTRE LA INCREDULIDAD Y LA FE. Y DE UNA U OTRA FORMA TODOS PASAMOS POR ELLA.
LA EXPERIENCIA DE PEDRO SE REPRODUCE IGUALMENTE EN NUESTRO CAMINO PERSONAL DE FE.
COMO ÉL, HEMOS OÍDO EL LLAMAMIENTO DEL SEÑOR Y NOS HEMOS DECIDIDO A SEGUIRLO.
COMO ÉL, CONFIANDO EN LA GRACIA DEL SEÑOR HEMOS PODIDO AVANZAR A PESAR DE OBSTÁCULOS Y DIFICULTADES.
Pero como Pedro también sentimos a veces la necesidad de agarrarnos del Señor, o incluso la necesidad de implorar: ¡SEÑOR, SÁLVAME!
Reconocemos que sólo el Señor puede librarnos Y ESTA EXPERIENCIA ABRE EN NUESTRO INTERIOR EL ESPACIO PARA QUE SU GRACIA ACTÚE.
Jesús, que camina sobre las aguas, VENCEDOR DE TODAS LAS FUERZAS DEL MAL, DE NUESTRAS CAIDAS Y DE LA MUERTE, ESTÁ JUNTO A NOSOTROS EN SU PALABRA Y EN SU PAN.
Pero está como ausente. Por eso interpretamos su presencia como si fuera un fantasma, Y NO NOS FIAMOS DE SU PALABRA, NO OBRAMOS COMO ÉL OBRABA.
El Señor nos invita a reconocerlo y a caminar con confianza,
PORQUE QUIEN RECONOCE SU PRESENCIA EN TODA CIRCUNSTANCIA ES CAPAZ DE SUPERAR Y ELEVARSE POR ENCIMA DE TODA DIFICULTAD.
“¡Ánimo, soy yo, no tengan miedo!”, es el mensaje central de Jesús a la humanidad.
ÉL ES NUESTRA PAZ.
CUALESQUIERA QUE SEAN LOS PROBLEMAS, MIEDOS Y FANTASMAS QUE NOS ENVUELVAN HASTA HACERNOS SENTIR QUE PERDEMOS PISO,
CUALQUIERA QUE SEA LA TORMENTA INTERIOR O EXTERIOR QUE NOS CONMUEVA HASTA HACER TAMBALEAR NUESTRA FE,
SIEMPRE PODEMOS OÍR SUS PALABRAS DE ALIENTO Y ESPERANZA: “¡ÁNIMO, YO SOY, NO TENGAN MIEDO!”.
ENTONCES, COMO EN TODO MOMENTO, TENEMOS QUE AGARRARNOS A JESÚS.
Y TENEMOS TAMBIÉN QUE PENSAR EN LOS OTROS Y ALARGAR LA MANO PARA HACER CRECER LA ESPERANZA A TANTAS PERSONAS QUE PIDEN SER ACOGIDAS Y AYUDADAS.
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