viernes, 6 de enero de 2017

EL HOMBRE LIMITADO EN SU ENTENDIMIENTO, CREE QUE DOMINAR LA TIERRA SIGNIFICA APODERARSE Y APROVECHARSE DE ELLA, OLVIDÁNDOSE DEL AMOR CON EL CUAL DEBE TRATARLA.

EL HOMBRE LIMITADO EN SU ENTENDIMIENTO, CREE QUE DOMINAR LA TIERRA SIGNIFICA APODERARSE Y APROVECHARSE DE ELLA, OLVIDÁNDOSE DEL AMOR CON EL CUAL DEBE TRATARLA.
CÁRITAS

Cuando el hombre, con su desobediencia, rompe su amistad con Dios (cf. Gen 3,1-24) apartándose de su Plan de Salvación y anteponiendo su propia voluntad, de manera tal que COMIENZA A ENTENDER EL DOMINEN LA TIERRA COMO EL APODERARSE DE ELLA EN PROVECHO PROPIO.

“Desobedecer a Dios SIGNIFICA APARTARSE DE SU MIRADA DE AMOR Y QUERER ADMINISTRAR POR CUENTA PROPIA LA EXISTENCIA Y EL ACTUAR EN EL MUNDO.

La ruptura de la relación de comunión con Dios PROVOCA:
LA RUPTURA DE LA UNIDAD INTERIOR DE LA PERSONA HUMANA,

DE LA RELACIÓN INTERIOR DEL HOMBRE Y LA MUJER Y

DE LA RELACIÓN ARMONIOSA ENTRE LOS HOMBRES Y LAS DEMÁS CRIATURAS.

De modo que en esta ruptura originaria DEBE BUSCARSE LA RAÍZ MÁS PROFUNDA DE TODOS LOS MALES QUE ATACAN LAS RELACIONES SOCIALES ENTRE LAS PERSONAS HUMANAS, DE TODAS LAS SITUACIONES QUE EN LA VIDA ECONÓMICA Y POLÍTICA ATENTAN:

CONTRA LA DIGNIDAD DE LA PERSONA,

CONTRA LA JUSTICIA Y

CONTRA LA SOLIDARIDAD”.

Sin embargo, Dios en un acto de misericordia, a través de Abraham, elige un pueblo PARA ESTABLECER UNA ALIANZA QUE LLEVE AL SER HUMANO A RESTABLECER LA UNIDAD PERDIDA.

DIOS INICIA UN NUEVO PROYECTO DE RECREACIÓN HUMANA, MANIFESTÁNDOSE COMO SALVADOR EN LOS ACONTECIMIENTOS DE LA HISTORIA CONCRETA DE LOS PUEBLOS.

De esta manera, LA FE DE ISRAEL SE EXPRESA COMO UNA COMPRENSIÓN E INTERPRETACIÓN HISTÓRICA DE LA ACCIÓN DE DIOS, QUE ESTÁ PRESENTE, ACTÚA Y DIRIGE LOS SUCESOS.

En el libro del Éxodo, cuando el pueblo traiciona nuevamente la Alianza, el Señor dirige a Moisés estas palabras: “Bien vista tengo la aflicción de mi pueblo en Egipto, y he escuchado su clamor en presencia de sus opresores; pues ya conozco sus sufrimientos.

He bajado para librarle de la mano de los egipcios y para subirle de esta tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel” (Ex 3,7-8).

La cercanía gratuita de Dios se manifiesta en la liberación de la esclavitud y en la promesa, que se convierte en acción histórica, de la que se origina el proceso de identificación colectiva del pueblo del Señor, a través de la conquista de la libertad y de la tierra que Dios le otorga.

Cuando el Pueblo se aparta igualmente de esta promesa y traiciona esta nueva Alianza, DIOS ENVIARÁ A LOS PROFETAS QUE DENUNCIARÁN TODO AQUELLO QUE SE OPONE A LA REALIZACIÓN DEL PUEBLO DE DIOS, Y ANUNCIARÁN QUE EN EL CAMBIO DEL CORAZÓN ESTÁ LA SALVACIÓN.

“LES DARÉ UN CORAZÓN NUEVO Y PONDRÉ EN USTEDES UN ESPÍRITU NUEVO: LES ARRANCARÉ DE SU CUERPO EL CORAZÓN DE PIEDRA Y LES DARÉ UN CORAZÓN DE CARNE.

Infundiré mi espíritu en ustedes y haré que sigan mis preceptos, y que observen y practiquen mis leyes.

Ustedes habitarán en la tierra que yo he dado a sus padres. Ustedes serán mi Pueblo y yo seré su Dios” (Ez 36,26-28).

Por otra parte, este amor a los pobres y la primacía de la justicia sobre el culto encontraron amplio eco en el resto de la Biblia tras esta época profética, sobre todo en el mensaje evangélico (Mt 5,3.23-24; Lc 4,18; 6,20; Stgo 2,5-7).

Cuando llega la plenitud de los tiempos y Dios se revela a Sí mismo en el Hijo, el Rostro de Dios, manifestado progresivamente en la historia de Israel, RESPLANDECE PLENAMENTE EN EL ROSTRO DE JESUCRISTO CRUCIFICADO Y RESUCITADO.

El amor gratuito de Dios por la humanidad se revela, ante todo, como amor que tiene como origen al Padre, de quien todo proviene; como comunicación gratuita que el Hijo hace de este amor, volviéndose a entregar al Padre y entregándose a los hombres; como fecundidad siempre nueva del amor divino que el Espíritu Santo infunde en el corazón de los hombres (cf. Rom 5,5).

En este mismo sentido, el Papa, en su encíclica Caritas in veritate, DENUNCIA UNA “VISIÓN DE LA EXISTENCIA QUE ANTEPONE A TODO LA PRODUCTIVIDAD Y LA UTILIDAD” e invita a considerar “la sorprendente experiencia del don”, pues “el ser humano está hecho para el don”.

Explica el Santo Padre cómo el desarrollo, si quiere ser auténticamente humano, necesita dar espacio al principio de gratuidad, señalando la necesidad de personas abiertas al don recíproco.

En Jesucristo tiene cumplimiento todo el designio del amor de Dios por el hombre cuando Él, asumiendo las consecuencias de nuestros pecados, SE OFRECE A SÍ MISMO COMO VÍCTIMA INOCENTE DE EXPIACIÓN CON EL SACRIFICIO DE SU VIDA, CRUENTO Y OBLATIVO EN LA CRUZ, INCRUENTO Y PROPICIATORIO EN LA EUCARISTÍA.

Todo cristiano -especialmente nosotros, agentes de la caridad–, para configurarse verdaderamente con el Maestro, “necesita asumir la centralidad del mandamiento del amor, que Él quiso llamar suyo y nuevo: «Ámense los unos a los otros, como yo los he amado» (Jn 15,12).

Este amor, con la medida de Jesús, de total don de sí, es distintivo de cada cristiano y característica de la Iglesia, comunidad discípula de Cristo, cuyo testimonio de caridad fraterna será el primero y principal anuncio: «reconocerán todos que son discípulos míos» (Jn 13, 35)”.

Es oportuno mencionar aquí a María, primera y ejemplar discípula, fi gura y modelo de la Iglesia, recordando que, desde los días de la primera evangelización y en todas partes de nuestro continente americano, “el Evangelio ha sido anunciado presentando a la Virgen María como su realización más alta.

Desde los orígenes –en su advocación de Guadalupe- María constituyó el gran signo, de rostro maternal y misericordioso, de la cercanía del Padre y de Cristo, con quienes ella nos invita a entrar en comunión, a imagen de la Iglesia -expresión “…del Dios que tiene un rostro humano”-no puede replegarse o vivir encerrada en sí misma, en sus cosas, al margen de un mundo al que ha de evangelizar y al que tiene que servir.

Tres textos de Aparecida ilustran bien este tema:

(I)                         “Se trata de confirmar, renovar y revitalizar la novedad del Evangelio arraigado en nuestra historia desde un encuentro personal y comunitario con Jesucristo, que suscite discípulos y misioneros.

Ello no depende tanto de grandes programas y estructuras, SINO DE HOMBRES Y MUJERES NUEVOS QUE ENCARNEN DICHA TRADICIÓN Y NOVEDAD, COMO DISCÍPULOS DE JESUCRISTO Y MISIONEROS DE SU REINO”.

(II)                       “A todos nos toca recomenzar desde Cristo, reconociendo que no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, SINO POR EL ENCUENTRO CON UN ACONTECIMIENTO, CON UNA PERSONA”

(III)                    “Aquí está el reto fundamental que afrontamos: mostrar la capacidad de la Iglesia PARA PROMOVER Y FORMAR DISCÍPULOS Y MISIONEROS que respondan a la vocación recibida y comuniquen por doquier el don del encuentro con Jesucristo”.  

La encíclica Deus caritas est señala igualmente que el amor necesita organización, lo cual nos lleva al tema de la pastoral social como compromiso organizado.

“LA IGLESIA NUNCA PUEDE SENTIRSE DISPENSADA DEL EJERCICIO DE LA CARIDAD COMO ACTIVIDAD ORGANIZADA DE LOS CREYENTES y, por otro lado, nunca habrá situaciones en las que no haga falta la caridad, PORQUE EL HOMBRE, MÁS ALLÁ DE LA JUSTICIA, TIENE Y TENDRÁ SIEMPRE NECESIDAD DE AMOR”.

 En nuestros días, “la doctrina social, que propone una serie de principios PARA LA REFLEXIÓN, CRITERIOS PARA EL JUICIO Y DIRECTRICES PARA LA ACCIÓN, ESTÁ ENFOCADA EN PRIMER LUGAR A LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA.

Es esencial que los fieles interesados en la promoción humana tengan un conocimiento firme de este valioso conjunto de enseñanzas y lo hagan parte integrante de su misión evangelizadora [...] Los líderes cristianos en la Iglesia y en la sociedad, Y ESPECIALMENTE HOMBRES Y MUJERES LAICOS CON RESPONSABILIDADES EN LA VIDA PÚBLICA, NECESITAN ESTAR CORRECTAMENTE INSTRUIDOS EN ESTA ENSEÑANZA PARA QUE PUEDAN INSPIRAR Y VIVIFICAR LA SOCIEDAD CIVIL Y SUS ESTRUCTURAS CON LA LEVADURA DEL EVANGELIO”.

La doctrina social desde su dimensión profética, REALIZA UNA TAREA DE ANUNCIO Y DENUNCIA:

Anuncio de lo que la Iglesia posee como propio: –una visión global del hombre y de la humanidad  Y DENUNCIA “DE LOS PECADOS SOCIALES QUE CLAMAN AL CIELO, PORQUE GENERAN VIOLENCIA, ROMPEN LA PAZ Y LA ARMONÍA ENTRE LAS COMUNIDADES DE UNA MISMA NACIÓN, ENTRE LAS NACIONES Y ENTRE LAS DIVERSAS PARTES DEL CONTINENTE.

Entre esos pecados se deben recordar:

El comercio de drogas,
El lavado de las ganancias ilícitas,
La corrupción en cualquier ambiente,
El terror de la violencia,
El armamentismo,
La discriminación racial,
Las desigualdades entre los grupos sociales,
La irrazonable destrucción de la naturaleza. […]

La mejor respuesta, desde el Evangelio, a esta dramática situación es LA PROMOCIÓN DE LA SOLIDARIDAD Y DE LA PAZ, QUE HAGAN EFECTIVAMENTE REALIDAD LA JUSTICIA”.

Caritas in veritate nos propone una idea novedosa cuando analiza la situación económica actual y su relación con la pobreza: “NO SE TRATA SÓLO DE REMEDIAR EL MAL FUNCIONAMIENTO CON LAS AYUDAS.
NO SE DEBE CONSIDERAR A LOS POBRES COMO UN «FARDO», SINO COMO UNA RIQUEZA INCLUSO DESDE EL PUNTO DE VISTA ESTRICTAMENTE ECONÓMICO.

No obstante, se ha de considerar equivocada la visión de quienes piensan que la economía de mercado TIENE NECESIDAD ESTRUCTURAL DE UNA CUOTA DE POBREZA Y DE SUBDESARROLLO PARA FUNCIONAR MEJOR.

Al mercado le interesa promover la emancipación, pero no puede lograrlo por sí mismo, porque no puede producir lo que está fuera de su alcance.
Ha de sacar fuerzas morales de otras instancias que sean capaces de generarlas”.

En Aparecida se plantea claramente el tema: “Nuestra opción por los pobres corre el riesgo de QUEDARSE EN UN PLANO TEÓRICO O MERAMENTE EMOTIVO, SIN VERDADERA INCIDENCIA EN NUESTROS COMPORTAMIENTOS Y EN NUESTRAS DECISIONES.

Es necesaria una actitud permanente que se manifieste en opciones y gestos concretos, y evite toda actitud paternalista.

Se nos pide:
Dedicar tiempo a los pobres,
Prestarles una amable atención,
Escucharlos con interés,
Acompañarlos en los momentos más difíciles,
Eligiéndolos para compartir horas, semanas o años de nuestra vida, y
Buscando, desde ellos, la transformación de su situación.

No podemos olvidar que el mismo Jesús lo propuso con su modo de actuar y con sus palabras: «CUANDO DES UN BANQUETE, INVITA A LOS POBRES, A LOS LISIADOS, A LOS COJOS Y A LOS CIEGOS» (Lc 14, 13)”.

Sólo la cercanía que nos hace amigos nos permite apreciar profundamente los valores de los pobres de hoy, sus legítimos anhelos y su modo propio de vivir la fe.

La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres.

“La Iglesia ve en el hombre, en cada hombre, la imagen viva de Dios mismo; imagen que encuentra y está llamada a descubrir cada vez más profundamente:

SU PLENA RAZÓN DE SER EN EL MISTERIO DE CRISTO,
IMAGEN PERFECTA DE DIOS,
REVELADOR DE DIOS AL HOMBRE Y DEL HOMBRE A SÍ MISMO.

A ESTE HOMBRE, QUE HA RECIBIDO DE DIOS MISMO UNA INCOMPARABLE E INALIENABLE DIGNIDAD, ES A QUIEN LA IGLESIA SE DIRIGE Y LE PRESTA EL SERVICIO MÁS ALTO Y SINGULAR RECORDÁNDOLE CONSTANTEMENTE SU ALTÍSIMA VOCACIÓN, PARA QUE SEA CADA VEZ MÁS CONSCIENTE Y DIGNO DE ELLA.

Cristo, Hijo de Dios, «con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre»; por ello, la Iglesia RECONOCE COMO SU TAREA PRINCIPAL HACER QUE ESTA UNIÓN PUEDA ACTUARSE Y RENOVARSE CONTINUAMENTE.

En Cristo Señor LA IGLESIA SEÑALA Y DESEA RECORRER ELLA MISMA EL CAMINO DEL HOMBRE, E INVITA A RECONOCER EN TODOS:

CERCANOS O LEJANOS,
CONOCIDOS O DESCONOCIDOS, Y
SOBRE TODO EN EL POBRE Y EN EL QUE SUFRE,
UN HERMANO «POR QUIEN MURIÓ CRISTO» (1COR 8,11; ROM 14,15)”.


LA PERSONA HUMANA ES LA PROTAGONISTA DE LA VIDA SOCIAL.

LEJOS DE SER UN OBJETO Y UN ELEMENTO PURAMENTE PASIVO DE LA VIDA SOCIAL, EL HOMBRE ES Y DEBE PERMANECER COMO SU SUJETO, SU FUNDAMENTO Y SU FI N.

El hombre, comprendido en su realidad histórica concreta, REPRESENTA EL ALMA Y EL CORAZÓN DE LA ENSEÑANZA SOCIAL CATÓLICA.

Toda la doctrina social se desarrolla a partir DEL PRINCIPIO QUE AFIRMA LA INVIOLABLE DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA, defendiéndola  frente a todo relativismo reductivo.

El hombre es, por tanto, NUESTRO PRIMER CAPITAL: “Quisiera recordar a todos, en especial a los gobernantes que se ocupan en dar un aspecto renovado al orden económico y social del mundo, QUE EL PRIMER CAPITAL QUE SE HA DE SALVAGUARDAR Y VALORAR ES EL HOMBRE, LA PERSONA EN SU INTEGRIDAD, PUES EL HOMBRE ES EL AUTOR, EL CENTRO Y EL FIN DE TODA LA VIDA ECONÓMICO-SOCIAL.

La doctrina social de la Iglesia SE CENTRA, ILUMINADA DESDE LA REVELACIÓN BÍBLICA, EN LOS ASPECTOS PRINCIPALES E INSEPARABLES DE LA PERSONA HUMANA para captar las facetas más importantes de su misterio y de su dignidad.

No han faltado en el pasado, y aún se asoman hoy dramáticamente en nuestra historia, múltiples concepciones reductivistas, a veces DE CARÁCTER IDEOLÓGICO, QUE TIENEN EN COMÚN EL HECHO DE OFUSCAR LA IMAGEN DEL HOMBRE ACENTUANDO SÓLO ALGUNAS DE SUS CARACTERÍSTICAS, CON PERJUICIO DE TODAS LAS DEMÁS.

Frente a esto, la doctrina social se hace cargo de todas las dimensiones del misterio del hombre, QUE EXIGE SER CONSIDERADO EN LA PLENA VERDAD DE SU EXISTENCIA, DE SU SER PERSONAL Y, A LA VEZ, DE SU SER COMUNITARIO Y SOCIAL

 Ya en los años sesenta, Pablo VI había percibido y señalado que “la cuestión social ha tomado dimensión mundial”, y “siguiendo esta línea, hoy es preciso afirmar QUE LA CUESTIÓN SOCIAL SE HA CONVERTIDO RADICALMENTE EN UNA CUESTIÓN ANTROPOLÓGICA” (Origen del hombre, su naturaleza, su caída, y su redención en el marco de la cosmovisión bíblica).

En este sentido debemos entender que el auténtico desarrollo del hombre CONCIERNE DE MANERA UNITARIA A LA TOTALIDAD DE LA PERSONA EN TODAS SUS DIMENSIONES; y que no podemos confiar “todo el proceso de desarrollo sólo a la técnica, porque de ese modo quedaría sin orientación”.

“Nuestra fidelidad al Evangelio nos exige proclamar en todos los tribunales públicos y privados del mundo, y desde todas las instancias de la vida y misión de la Iglesia, LA VERDAD SOBRE EL SER HUMANO Y LA DIGNIDAD DE TODA PERSONA HUMANA”.

 “NO HAY DESARROLLO PLENO NI UN BIEN COMÚN UNIVERSAL SIN EL BIEN ESPIRITUAL Y MORAL DE LAS PERSONAS, CONSIDERADAS EN SU TOTALIDAD DE ALMA Y CUERPO”.

El origen creado del hombre no es ni mucho menos un tema secundario o sobreentendido; por el contrario, va a ser un tema crucial de debate y determinante en el desarrollo de la Doctrina Social en los años sucesivos.

No en vano el Papa dedica todo el sexto capítulo de la encíclica Caritas in veritate a la problemática del desarrollo de los pueblos y la técnica, CENTRANDO LA CUESTIÓN PRIORITARIA EN LA BIOÉTICA.

El Papa afirma: “Este es un ámbito muy delicado y decisivo, donde se plantea con toda su fuerza dramática la cuestión fundamental: SI EL HOMBRE ES UN PRODUCTO DE SÍ MISMO O SI DEPENDE DE DIOS”.

Fe y razón, esencia y trascendencia, cuerpo y espíritu SON REALIDADES COMPLEMENTARIAS Y NUNCA EXCLUYENTES.

“Sólo con la caridad, iluminada por la luz de la razón y de la fe, es posible conseguir objetivos de desarrollo con un carácter más humano y humanizador.

El compartir los bienes y recursos, de lo que proviene el auténtico desarrollo, no se asegura sólo con el progreso técnico y con meras relaciones de conveniencia, SINO CON LA FUERZA DEL AMOR QUE VENCE AL MAL CON EL BIEN (cf. Rom 12,21) Y ABRE LA CONCIENCIA DEL SER HUMANO A RELACIONES RECÍPROCAS DE LIBERTAD Y DE RESPONSABILIDAD”

En este sentido, “razón y fe se ayudan mutuamente.
Sólo juntas salvarán al hombre. Atraída por el puro quehacer técnico, LA RAZÓN SIN LA FE SE VE AVOCADA A PERDERSE EN LA ILUSIÓN DE SU PROPIA OMNIPOTENCIA.

LA FE SIN LA RAZÓN CORRE EL RIESGO DE ALEJARSE DE LA VIDA CONCRETA DE LAS PERSONAS”.

En todos nuestros programas sociales ciertamente visualizamos la vida corporal del hombre, su mundo material, sus necesidades, sus requerimientos, PERO SI OLVIDAMOS SU DIMENSIÓN ESPIRITUAL Y TRASCENDENTE, FALSEARÍAMOS LA VERDADERA CARIDAD QUE BUSCA EL DESARROLLO INTEGRAL “DE TODO EL HOMBRE Y DE TODOS LOS HOMBRES”.

ES PRECISAMENTE ESTA DIMENSIÓN ESPIRITUAL LA QUE ABRE AL HOMBRE A LA TRASCENDENCIA Y A LA REALIZACIÓN DE SU PLENA VOCACIÓN.

UNA SOCIEDAD JUSTA SOLAMENTE PUEDE REALIZARSE EN EL RESPETO A LA DIGNIDAD TRASCENDENTE DE LA PERSONA HUMANA.
ÉSTA REPRESENTA EL FIN ÚLTIMO DE LA SOCIEDAD, QUE ESTÁ A ELLA ORDENADA.

EN NINGÚN CASO LA PERSONA HUMANA PUEDE SER INSTRUMENTALIZADA PARA FINES AJENOS A SU MISMO DESARROLLO, QUE PUEDE REALIZAR PLENA Y DEFINITIVAMENTE SÓLO EN DIOS Y EN SU PROYECTO SALVÍFICO.

El hombre es la única criatura que Dios ama por sí misma.

De tal manera que LA PERSONA NO PUEDE ESTAR NUNCA SUBORDINADA A PROYECTOS DE CARÁCTER ECONÓMICO, SOCIAL O POLÍTICO, IMPUESTOS POR AUTORIDAD ALGUNA, NI SIQUIERA EN NOMBRE DEL PRESUNTO PROGRESO DE LA COMUNIDAD CIVIL EN SU CONJUNTO O DE OTRAS PERSONAS.

Los auténticos cambios sociales son efectivos y duraderos SÓLO SI ESTÁN FUNDADOS EN UN CAMBIO DECIDIDO DE LA PERSONA EN SU TOTALIDAD Y EN SU CONDUCTA.


“Dios revela el hombre al hombre; la razón y la fe colaboran a la hora de mostrarle el bien, con tal que lo quiera ver; LA LEY NATURAL, EN LA QUE BRILLA LA RAZÓN CREADORA, INDICA LA GRANDEZA DEL HOMBRE, PERO TAMBIÉN SU MISERIA CUANDO DESCONOCE EL RECLAMO DE LA VERDAD MORAL”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario