INVIRTAMOS LOS VALORES DE ESTE MUNDO, Y DEJÉMOS
DE BUSCAR NUESTRA PROPIA GLORIA Y NUESTRO
PROPIO BENEFICIO.
(Mc 9,30-37)
P. Carlos Cardó SJ
Al salir atravesaron la
Galilea; Jesús no quería que nadie lo supiera, porque enseñaba y les
decía: "El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres; lo
matarán y tres días después de su muerte, resucitará".
Pero los discípulos no
comprendían esto y temían hacerle preguntas.
Llegaron a Cafarnaún y, una vez
que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el
camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién de
todos ellos era el más importante. Entonces, sentándose, llamó a los Doce
y les dijo:
"EL QUE QUIERE SER EL PRIMERO, DEBE HACERSE EL ÚLTIMO DE TODOS Y EL
SERVIDOR DE TODOS".Después, tomando
a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "EL QUE RECIBE
A UNO DE ESTOS PEQUEÑOS EN MI NOMBRE, ME RECIBE A MÍ, Y EL QUE ME RECIBE, NO ES
A MÍ AL QUE RECIBE, SINO A AQUEL QUE ME HA ENVIADO".
Jesús instruye a
sus discípulos sobre su destino de cruz, pero no le entienden. Se ponen más bien a discutir quién es el más importante en el
grupo.
El deseo de ser
apreciado es natural; su realización asegura la confianza que la persona
necesita para progresar y perfeccionarse. Más aún, DIOS QUIERE QUE LOS TALENTOS QUE ÉL NOS DA FRUCTIFIQUEN EN LAS MEJORES
FORMAS DE SERVICIO QUE PODAMOS OFRECER. Pero sobre este deseo natural y
esta voluntad de Dios, SE PUEDE MONTAR
EL AFÁN DE SOBRESALIR, EL ARRIBISMO, QUE YA NO BUSCA EL MEJOR SERVICIO SINO LA
PROPIA GLORIA Y EL PROPIO BENEFICIO.
Jesús aprovecha
la ocasión para enseñar el modo cómo se ha de ejercer la autoridad. SÓLO ES LÍCITO EJERCERLA COMO SERVICIO,
NUNCA PARA DOMINAR A LOS DEMÁS, LUCRAR O SERVIRSE A SÍ MISMO.
A los ojos de
Dios EL PRIMERO ES EL QUE MEJOR SIRVE. Y
SI ESTE SERVICIO SE HACE A LOS DÉBILES Y A LOS ÚLTIMOS DE LA SOCIEDAD, TANTO
MEJOR.
Así se comportó
Jesús y en su modo de actuar nos mostró cómo actúa Dios.
Esta lógica del
servicio, QUE INVIERTE LOS VALORES DEL
MUNDO, adquiere toda su densidad de significado en el hecho palpable de que
Jesús, siendo el primero, prefiere aparecer y ser tenido como el último y el
servidor de todos.
A continuación
Jesús ilustra la relación que hay entre el poder y la salvación con el gesto de
poner a un niño en el centro y afirmar:
EL QUE ACOGE A UN NIÑO COMO ÉSTE EN MI NOMBRE, A MÍ ME ACOGE.
En la sociedad
judía, el huérfano, la viuda, el extranjero y el niño, estaban privados de
derechos; PARA JESÚS, SON LOS MÁS
IMPORTANTES. LOS NIÑOS NADA POSEEN. SON Y LLEGAN A SER LO QUE SE LES DA.
A los niños y a
quienes se les asemejan, les pertenece el Reino. Porque no tienen su seguridad
en sí mismos y viven sin ambiciones, su vida está pendiente del don de Dios.
Por no tener
nada y necesitarlo todo, los niños, en este mundo, son los últimos. SIENDO ASÍ QUE SUS VIDAS
DEPENDEN DE DIOS, PARA ÉL SON LOS PRIMEROS EN SU CORAZÓN. NADA POSEEN; DIOS ES
TODO PARA ELLOS.
Por eso Jesús se
identifica con los pequeños de este mundo.
La lección es
clara: LA PERSONA VALE NO POR EL PODER
QUE TIENE, SINO POR SU AMOR Y SERVICIO, SOBRE TODO A LOS QUE MÁS NECESITAN DE
SU AYUDA EN LA SOCIEDAD. QUIENES ASÍ ACTÚAN TIENEN COMO NORMA DE VIDA EL
EJEMPLO DE JESÚS QUE MANIFESTÓ UNA ATENCIÓN PREFERENCIAL PARA CON LOS ENFERMOS,
LOS POBRES Y LOS PECADORES, Y UNA ESPECIAL PREDILECCIÓN POR LOS PEQUEÑOS.
Y convenzámonos:
no hay nada más satisfactorio que saber que nuestra vida está entregada al bien
de los demás. Por eso, quien quiera ser el mayor, que se sitúe en su familia,
en su centro de trabajo, en la sociedad donde mejor pueda servir, PORQUE MUCHOS PRIMEROS SERÁN ÚLTIMOS Y MUCHOS ÚLTIMOS SERÁN PRIMEROS (Mc 10,31).
En la Iglesia,
sobre todo allí donde ella es más lo que Cristo quiso, es decir, en la
celebración de la Eucaristía, nos reunimos todos por igual. ALLÍ NO HAY, NO PUEDE HABER,
DIFERENCIAS DE RANGO NI DE PODER. Partimos juntos el pan y cobramos fuerzas
para resistir a los escándalos que observamos en el ejercicio corrupto de la
autoridad; nos ratificamos en nuestro rechazo a todas las concepciones de la
autoridad que desde la familia, la escuela, la empresa, el Estado y aun la
misma Iglesia, generan abusos y sufrimientos; y APRENDAMOS A FIARNOS DEL ESPÍRITU QUE TRANSFORMA NUESTROS CORAZONES EN
EL AMOR FRATERNO.
Por el camino venían
discutiendo acerca de quién era el más importante. Jesús les
dijo:
El que quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor
de todos.
Mucho
hay que trabajar –como el Papa Francisco lo hace y nos exhorta:
Para reparar lo
que la mentalidad del mundo ha dañado en la Iglesia,
Para recuperar
aquello que se ha alejado del evangelio,
Para purificar o
fortalecer lo que se ha corrompido o debilitado,
Para cambiar
todo lo que sea necesario a fin de que la Iglesia sea en verdad la
comunidad de hermanos y hermanas que Cristo quiere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario