Lo sucedido con Jesucristo Resucitado tuvo para los
discípulos una fuerza transformadora que cambió sus vidas para siempre.
Al mismo tiempo, nos demuestra que esa fuerza
transformadora SIGUE DISPONIBLE PARA NOSOTROS HOY y puede cambiarnos como lo
hizo con aquellos primeros testigos
Después que Jesús fue crucificado, muerto y
sepultado, la comunidad de sus discípulos se disolvió. Y ninguno de ellos creyó
los primeros anuncios de su resurrección.
De pronto, sin embargo algo en su interior los
animó a reunirse de nuevo en Jerusalén, aunque a puertas cerradas, por miedo.
Entonces, cumpliendo la promesa que había hecho:
donde estén dos o tres reunidos en mi Nombre, allí estaré yo, el Resucitado se
les hace presente, atraviesa los muros del miedo y la desilusión, Y LES
DEVUELVE LA CONFIANZA.
Se presentó en medio de ellos, en el centro de la
comunidad.
JESÚS ES Y DEBE SER EL CENTRO DE TODO LO QUE LA
IGLESIA –ALLÍ REPRESENTADA- REALIZA O PROCLAMA, ES EL CENTRO ÍNTIMO DE NUESTRAS
PERSONAS Y EL CENTRO TAMBIÉN O PUNTO DE CONVERGENCIA AL QUE DEBEMOS APUNTAR SI
QUEREMOS DARLE UNA ORIENTACIÓN SEGURA Y FECUNDA A NUESTRA VIDA.
Y les dijo: La paz esté con ustedes…
Y les dijo: La paz esté con ustedes…
La paz es la señal cierta de la presencia del
Resucitado, es su saludo característico, EL FRUTO PRIMERO DE SU ESPÍRITU QUE
ACTÚA EN LOS CORAZONES.
La paz, Shalom, que en la Biblia es el conjunto de
los bienes prometidos por Dios y esperados por la humanidad, FUNDAMENTA LAS
RELACIONES DE LAS PERSONAS Y DE LOS PUEBLOS EN LA JUSTICIA.
LA PAZ ES SIGNO DE LA GRACIA DE DIOS EN NUESTROS
CORAZONES Y DEL ORDEN SOCIAL BASADO EN LA JUSTICIA.
LA PAZ RESTABLECE AL CREYENTE EN LA CONFIANZA, ES
GARANTÍA DE LA ESPERANZA.
Entonces, el Señor Jesús les mostró las manos y el costado: se les dio a conocer haciéndoles referencia a su historia, a lo que hizo por nosotros.
Entonces, el Señor Jesús les mostró las manos y el costado: se les dio a conocer haciéndoles referencia a su historia, a lo que hizo por nosotros.
Siempre podemos reconocerle POR LO QUE ÉL HACE POR
NOSOTROS.
Los discípulos comprendieron al mismo tiempo que el
Resucitado allí presente era el mismo Jesús de Nazaret, de Galilea, Judea y el
Calvario, NO OTRO.
Y se llenaron de alegría, de la alegría que el
mismo Jesús les había anunciado antes de partir: VOLVERÉ Y DE NUEVO SE
ALEGRARÁN CON UNA ALEGRÍA QUE YA NADIE LES PODRÁ QUITAR!!!!
La Iglesia vive de esa alegría, la necesitamos, NO
SE PUEDE VIVIR SIN ELLA.
Ella demuestra que confiamos en la presencia
continua del Señor en la Iglesia: EL SEÑOR NO LA ABANDONARÁ; SALVADA, NADIE NI
NADA PREVALECERÁ CONTRA ELLA.
Viene luego un gesto simbólico: Sopló sobre ellos. Y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.
Viene luego un gesto simbólico: Sopló sobre ellos. Y les dijo: Reciban el Espíritu Santo.
Este gesto evoca el soplo creador de Dios sobre
Adán y sugiere que la obra que el Padre realiza con la resurrección de su Hijo EQUIVALE
A UNA NUEVA CREACIÓN, AL NACIMIENTO DE UNA HUMANIDAD NUEVA LIBERADA, CAPAZ DE
VIVIR SEGÚN SU ESPÍRITU Y DE DEMOSTRAR QUE EL MAL PROCEDER, EL MAL DE ESTE
MUNDO, PIERDE SU FUERZA OPRESORA CUANDO SE SIGUE A CRISTO Y SE ACEPTA SU
PERDÓN.
Al domingo siguiente Jesús se vuelve aparecer.
Al domingo siguiente Jesús se vuelve aparecer.
Esta vez está en el grupo Tomás, que no estaba en
la casa, cuando Jesús se les apareció.
Como todos los demás, Tomás había pasado por la dura crisis de la muerte del Señor.
Se aisló, rechazó el testimonio dado por María Magdalena y las otras mujeres, ni quiso creer tampoco a lo que decían sus compañeros:
que era verdad, que el Señor había resucitado y se había aparecido a Simón.
Pero a pesar de todo, Tomás siente la necesidad de vivir él también la experiencia de la presencia viva del Señor para poder dar testimonio y colaborar en su obra.
Pero supedita su fe a lo que pueda ver con sus ojos.
El Señor se muestra dispuesto a responder a su deseo:
“Acerca tu dedo y comprueba las heridas en mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo sino creyente”.
“Acerca tu dedo y comprueba las heridas en mis manos; acerca tu mano y métela en mi costado. Y no seas incrédulo sino creyente”.
La duda de Tomás queda resuelta y ya, SIN NECESIDAD
DE COMPROBACIONES FÍSICAS, SU RESPUESTA RESUELTA DEMUESTRA EL RECONOCIMIENTO DE
QUIEN ESTÁ DISPUESTO A CAMBIAR DE CONDUCTA Y SEGUIR AL SEÑOR HASTA LAS ÚLTIMAS
CONSECUENCIAS:
¡Señor mío y Dios mío! Con estas palabras –que han pasado a ser una
síntesis de la confesión de fe cristiana– Tomás confiesa su fe en la divinidad
y humanidad de Jesucristo.
En el agujero de los clavos y en la herida de su
costado, Tomás ha reconocido a su Señor, a quien vio clavado en la cruz, Y HA
RECONOCIDO TAMBIÉN AL DIOS A QUIEN NADIE HA VISTO NUNCA, Y QUE EN LA CRUZ NOS
REVELÓ SU AMOR EXTREMADO.
Dice Romano Guardini: “Tomás pudo creer porque la misericordia de Dios le tocó el corazón y LE DIO LA GRACIA DEL VER INTERIOR, LA ABERTURA Y LA ACEPTACIÓN DEL CORAZÓN.
Dice Romano Guardini: “Tomás pudo creer porque la misericordia de Dios le tocó el corazón y LE DIO LA GRACIA DEL VER INTERIOR, LA ABERTURA Y LA ACEPTACIÓN DEL CORAZÓN.
Es más, el ver y tocar exterior no le hubiera
valido para nada. Lo hubiera considerado una ilusión”.
En este sentido, debemos decir que esta creencia se
sustenta en la fe o confianza que va mucho más allá de la razón, es decir no
necesita una verificación con las ciencias experimentales.
Las palabras finales de Jesús, “Dichosos los que crean
sin haber visto”, están dirigidas a los cristianos de todos los tiempos, a
nosotros, para que creamos en la resurrección de Jesús, fiados en la fe de la
Iglesia.
Entonces, cuando creemos sin haber visto, se cumple
en nosotros lo que San Pedro decía de los destinatarios de su carta: “USTEDES
NO LO HAN VISTO, PERO LO AMAN; CREEN EN ÉL AUNQUE DE MOMENTO NO PUEDAN VERLO; Y
ESO LES HACE REBOSAR DE UNA ALEGRÍA INEFABLE Y GLORIOSA, PORQUE OBTIENEN
EL RESULTADO DE SU FE, LA SALVACIÓN PERSONAL” (1Pe 1, 8-9).
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